Gracias a las excavaciones arqueológicas que se han venido desarrollando en un yacimiento arqueológico de Baréin se está profundizado en el conocimiento de una de las civilizaciones más antiguas del comercio.
Baréin puede haber sido un lugar de asentamiento de la civilización Dilmun acontecimiento que ha sido motivo de debate en una conferencia en Manama, capital del Golfo, organizada por la UNESCO y en la que la mayor parte del tiempo fue dedicado al debate sobre el turismo del patrimonio.
En el Saar, bajo un sol abrasador,un arqueólogo explicó a un grupo de trabajadores la forma de realizar un muro para el colapso. Según este arqueólogo, Salman al-Mahari, el asentamiento del Saar se encuentra dividido en dos, una zona residencial y un cementerio. Estas dos zonas han proporcionado una gran cantidad de información que siendo contrastada con otros restos encontrados en la isla indican que datan del periodo Dilmun temprano.
Dilmun fue una de las civilizaciones más antiguas de la región posicionándose a su vez como una de las más importantes rutas comerciales entre Mesopotamia y el Valle del Indo, además de tener relaciones comerciales con Elam en Omán, Alba en Siria y Haittan en Turquía. Los comerciantes de Dilmun se caracterizaban por mantener el monopolio del cobre, mineral que se transportaba desde las minas de Omán hasta las ciudades de Mesopotamia.
El objetivo en estos momentos es salvaguardar los restos encontrados y de esta manera facilitar que su historia sea accesible, ya que después de su excavación, se encuentran sujetos a los fenómenos atmosféricos, algo de lo que se han protegido durante 4.000 años gracias a que se encontraban bajo tierra.
Al norte de la isla se han encontrado siete asentamientos de diferentes características entre las cuales se encuentran tres ciudades Dilmun y una ciudad griega que data de 200 años a.C.. En estos lugares cientos de metros cuadrados de suelo se encuentran cercados por paredes con enormes piedras que marcan la salida. También se han encontrado huesos cremados de animales que podrían haber sido ofrecidos en sacrificio a los dioses.
Una escalera nos conduce a una especie de piscina formada por manantiales subterráneos, el cual se piensa que fue el lugar donde habitaba Enki, dios del agua, en sus creencias. La abundancia de agua dulce a través de los manantiales hizo de esta isla un lugar inédito en medio de una región desolada y que podría ser el protagonista de la mítica leyenda del Jardín del Edén.
Las creencias que se han venido desarrollando en el sitio tienen mucho en común con las de Mesopotamia y el antiguo Egipto. En ellas se entierran a los difuntos con herramientas, alimentos, recipientes para beber e incluso armas.
La isla tiene aproximadamente, a lo largo de 30 kilómetros cuadrados, unos 170.000 túmulos funerarios de los cuales los más recientes tienen 2.000 años de antigüedad. Las Tumbas Reales, más grandes en tamaño, miden 15 metros de altura y 45 metros de diámetro.
La idea es facilitar y descifrar toda la investigación académica para que la población local y los turistas internacionales logren percibir la importancia del patrimonio.