Arqueólogos hallan evidencia de cirugía craneal en la antigua ciudad de Megido

Más leídos

Leopoldo Ágreda Lovera
Nací en Mérida, un estado andino de Venezuela pero me crié en Caracas la ciudad donde crecí, observando el Ávila y haciéndome las preguntas más importantes sobre la vida, la sociedad y el universo, rodeado de árboles y el sabor agridulce de toda gran ciudad. En el trayecto de mi vida, conocí las calles y sus gentes, las cuales me ayudaron a formarme un mejor criterio de la existencia humana y las ciencias sociales, para luego estudiar en la Universidad Central de Venezuela, donde me he formado como historiador y pensador social. La lectura es uno de mis grandes vínculos con el pasado y la esencia de la humanidad, ya que como dijo Descartes, leer es como tener una conversación con las grandes mentes de la historia; el ajedrez es otra de mis grandes pasiones, ya que me ha ayudado a desarrollar una mejor comprensión de la vida, que junto a la música, forman los tres pilares de mis gustos actuales. Soy familiar, amante de la naturaleza y los animales, porque en ellos ves la esencia de la filosofía y de Dios.

Las últimas excavaciones realizadas en el Tell o montículo de la antigua ciudad de Megido, han dado con los restos funerarios de un hombre que tuvo una cirugía craneal en la antigüedad, debido al padecimiento de alguna enfermedad infecciosa, falleciendo al poco tiempo de realizarle la operación.

Se trata de un hombre adulto al que le fue practicado un procedimiento de trepanación, el cual consiste, en perforar o raspar un orificio en el cráneo con la finalidad de liberar la acumulación sanguínea, o mejorar el padecimiento de alguna fuerte dolencia craneal, habiéndosele hecho al hombre un orificio en forma cuadrada.

Los estudios han determinado que los cirujanos sabían lo que hacían, evitando dañar la capa de tejido protectora del cerebro, aunque el hallazgo de dos piezas de hueso cercanas a los restos fósiles, indican que el sujeto murió al poco tiempo de practicársele el procedimiento quirúrgico.

Al realizarse la observación craneal del espécimen, los científicos encontraron varias anomalías tanto en el cerebro como en la zona facial, teniendo el hombre la nariz rota, un molar adicional, además de defectos en los huesos de su frente, lo que indica una enfermedad infecciosa como la lepra o tuberculosis.

Junto a estos restos humanos se encontraron los huesos de otro hombre, que luego de realizarle los exámenes de ADN se comprobó que era su hermano menor, conjeturándose que ambos pudieron vivir juntos en una zona cercana al palacio de Megido.

Los restos indican que se trataba de personas de la élite, ya que fueron enterrados con valiosa cerámica de Chipre, incluyendo varias alhajas que los identifican con personas de una alta clase social.

- Advertisement -

Más artículos

Deja una respuesta

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

- Advertisement -

Últimos artículos