El rey Midas es un personaje célebre de la mitología griega y romana, reconocido por su legendaria habilidad de convertir todo lo que tocaba en oro.
El mito del rey Midas
Según el mito de Midas, el rey recibió un deseo de Dioniso por haber ayudado a Sileno, y preso de su codicia, solicitó que convirtiese en oro todo lo que tocase.
Lo que no pensó Midas es que eso incluía también comida y personas, muriendo finalmente de hambre como resultado de su codicia, según explica Aristóteles.
Aristóteles también explica que Midas y su padre Gordias fueron los fundadores de la ciudad de Gordio, la capital de Frigia, siendo éstos quienes ataron el Nudo gordiano.
Esta acción indicaría que tanto Midas como Gordias vivieron en el II milenio a.C., anterior a la Guerra de Troya, pero no son mencionados por Homero, quien si cita a otros reyes frisios como Otreo o Migdón.
Esto ha llevado a pensar en la posibilidad de que la figura mítica de Midas, se basara en un rey real de Frigia en el siglo VIII a.C. conocido como Mita.
Otra versión del mito explica que Midas le pidió a Dioniso que le liberase de su don, a lo cual el dios accedió haciéndole bañar en el río Pactolo, el que “desde entonces contuvo arenas auríferas”.
El mito de las orejas de burro
Un día, el dios Pan tuvo la audacia de comparar su música con la de Apolo, y desafió al dios a una prueba de habilidad. El dios de la montaña Tmolus y las musas fueron los escogidos para arbitrar ese enfrentamiento.
Pan comenzó soplando sus pipas, y su melodía le dio satisfacción a sí mismo y a su acompañante, Midas.
Apolo en tanto, golpeó los hilos de lira (en otra versión, tras un duro enfrentamiento Apolo tocó al revés su instrumento, retando a Pan a hacer lo mismo, lo cual no podría hacer por ser diferentes), y los jueces determinaron por unanimidad que Apolo era el vencedor.
Midas disintió y cuestionó la justicia del premio, a lo que Apolo, enfadado, convirtió las orejas del rey en las de un burro.
Avergonzado por ellas, las escondía tras su corona (sombrero en otras versiones), y sólo su barbero conocía el secreto, estando obligado a no revelarlo jamás.
El barbero, temeroso de no poder guardar el secreto y con el afán de liberarse de esa carga, decidió ir al prado, cavar un hoyo en el suelo y susurrar la historia, tapándolo posteriormente.
Con el tiempo, desde ese hoyo surgieron una gran cantidad de juncos, los cuales con el movimiento provocado por el viento, susurraban al aire “Midas tiene orejas de burro”.
Pronto, los pájaros escucharon la noticia que le daban los juncos y por ese lugar pasó Melampo, un hombre que comprendía el lenguaje de las aves.
Conocedor del secreto, Melampo se lo contó a sus conocidos y fue a ver al rey, a quien le dijo en persona “quítate el sombrero que quiero ver tus orejas de burro”.
Tras esto, el rey le cortó la cabeza a su barbero y, en algunas versiones, se suicidó por la vergüenza ocasionada.