Francisco de Miranda fue una de las grandes figuras de la independencia de Hispanoamérica en el siglo XIX. Muchos historiadores le consideran uno de los pioneros de la emancipación americana. Desde su puesto de político y militar consiguió liberar gran parte de Venezuela pero acabó siendo acusado de traición y entregado a España.
Miranda nació el 28 de marzo de 1750 en Caracas como hijo de un comerciante de lienzos canario. Su vida académica la pasó esencialmente en Venezuela. El 10 de enero de 1762, Miranda ingresó en la Universidad de Caracas, donde estudió sobre todo latín y gramática, así como Historia y Artes. En 1771, se trasladó a España para servir en el ejército real español.
A partir de este momento, comenzaría un largo periplo que duró la mayor parte de su vida. Luchó en la Guerra de Independencia estadounidense en 1780. Desde allí pasó a Cuba, donde informó al Capitán General de Cuba de las operaciones y la capacidad del ejército inglés del sector. No obstante, aunque debería de haber sido ascendido, en 1778 fue acusado por la Inquisición de tener libros prohibidos. Pero gracias al apoyo del comandante Cajigal, pudo evitar temporalmente que fuera trasladado a España para ser juzgado.
Pero las cuestiones contra Miranda se agravaron en La Habana, por lo que el joven militar decidió exiliarse a los Estados Unidos el 10 de julio de 1783. Allí consiguió refugio y buscó ayuda para sus proyectos independentistas. En todo momento mantuvo su relación con Venezuela.
Uno de los rasgos más destacados de Miranda fue su pertenencia a la masonería. Durante toda su vida, visitó las principales logias europeas con el fin de obtener el apoyo necesario para organizar la revolución en Hispanoamérica. Estos viajes le llevaron a Londres en 1790, donde no consiguió el apoyo de Pitt, pero sí que consiguió fundar la logia americana.
El estallido de la Revolución Francesa fue una llamada para él, que acabaría por llegar a ser mariscal de campo. El éxito de las ideas revolucionarias hizo que Miranda formase en 1797 una Junta de diputados de México, Perú, Chile, La Plata, Venezuela y Nueva Granada. Además, empezó a mantener de manera asidua correspondencia con Manuel Gual en 1797 y conoció a Bernardo O’Higgings.
En 1805, Pitt le prestó ayuda económica y Miranda se trasladó de nuevo a los Estados Unidos donde logró obtener ventajas y privilegios por parte del presidente Jefferson. Un año más tarde, intentó desembarcar en Venezuela en el pequeño pueblo de Ocumare de la Costa. Pero fracasó y tuvo que refugiarse primero en la isla de Granada y, posteriormente, en Barbados. En agosto consiguió ocupar Coro, pero la falta de recursos le supuso volver a Gran Bretaña en 1808, donde se unió a Simón Bolívar.
La revolución en Caracas en abril de 1810, hizo que tanto Bolívar como él regresasen a su país, donde fue elegido diputado constituyente y abogó por la independencia total el 5 de julio de 1811. Durante los siguientes meses se dedicó a entablar combates y luchas contra los realistas para defender la libertad venezolana. En agosto, logró someter a los realistas de Valencia, de forma que fue nombrado generalísimo en el siguiente mes de abril. Su campaña siguió siendo un éxito, hasta el punto que en mayo de 1812 alcanzó el cargo de dictador.
Sin embargo, su gloria no duró demasiado, ya que no pudo detener el ataque español y capituló en La Victoria el 25 de julio de 1812 a cambio de que se respetara a los venezolanos. Los españoles violaron el acuerdo y sus compatriotas le acusaron de traición. Un grupo liderado por Bolívar le capturó en La Guaira cuando planificaba exiliarse. A cambio de cierto trato de favor, fue entregado a los realistas, quienes lo mandaron a la península.
El 15 de julio de 1816 murió encarcelado en el arsenal de la Carraca (San Fernando).