Por segunda vez en la historia, aunque en una oportunidad única para estudiar a profundidad, se ha descubierto una tumba de cámara funeraria hecha de madera por los celtas, siendo el segundo hallazgo de este tipo luego de que en 1890 y siendo mal documentado, se descubrió la primera tumba celta de madera.
El hallazgo se produjo en un túmulo funerario que descuella por su grandeza, la cual se acercaba a los 20 metros de altura, aunque en la actualidad solo posee 6,5 metros. El túmulo está catalogado como Principesco.

La tumba debió construirse entre los años 620 al 450 a.C., aunque el tamaño descomunal del túmulo le convirtió en presa fácil de los saqueadores de tumbas, quienes ya habían inspeccionado el lugar.
La cámara está hecha de vigas de roble con 5,3 de ancho y 4 metros de largo. Su suelo se recubre con tablones resistentes y paredes que incluyen vigas unidas al centro, para distribuir el peso de la construcción.

A pesar de que los saqueadores se llevaron todo lo de valor, dejaron unos clavos de bronce decorativos que encontraron los arqueólogos, quienes creen que debieron pertenecer a un carro de cuatro ruedas, encontrados antes en otras tumbas principescas.
Los restos óseos hallados dan cuenta que allí yacían los restos de un hombre joven entre 15 a 20 años de edad.