¿Quién (o qué) es el General Invierno ruso?

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Durante toda su historia bélica, Rusia se ha vanagloriado de contar con el mejor aliado, jefe y protector en materia de guerras. Desde discursos políticos y ensayos hasta obras de arte se han hecho para homenajear a este personaje ilustre, combativo e inmortal.

También se le ha denominado el ‘General Nieve’ o el ‘General Barro’, siempre con rotundo respeto y admiración por su inmensa contribución al prestigio bélico ruso.

¿Quién es el General Invierno? ¿Cómo solía actuar para que se le reconociera por su eficacia y contundencia?

¿Quién es el General Invierno?

O, mejor dicho: ¿Qué es? Este invencible General es, precisamente, la estación más gélida de Rusia. Se trata del invierno ruso, uno de los más inclementes del planeta.

Mientras que en países como España el peor registro invernal puede calcularse en -20 grados, en el país eurasásico, según la región geográfica, las bajas temperaturas pueden llegar a -30 grados (Moscú) o -69 grados (Sajá).

Si para los nacionales sigue siendo indescifrable y complicado, para los extranjeros resulta desastroso y casi imposible de sobrellevar.

Curiosamente, esta particularidad, que bien podría tomarse como un obstáculo para el normal desenvolvimiento de la nación rusa, ha funcionado óptima y beneficiosamente, volviéndose el mejor soporte y escudo en tiempos conflictivos donde se requería de ‘algo más’ que la intervención humana.

¿Cómo actuaba el General Invierno?

La inclemencia del invierno ruso es venerada por su rol crucial en los épicos triunfos militares.

En la Gran Guerra del Norte (1700 – 1721), ante la invasión del ejército sueco de Carlos XII al territorio del zar Pedro El Grande, los rusos huyeron estratégicamente de sus ciudades y permitieron el avance del enemigo, quien se vio en medio de una nación desconocida y con el peor invierno del siglo XVIII cayendo impiadosamente.

El mortífero clima y la carencia de suministros mermaron considerablemente al ejército sueco, reduciéndolo a la mitad.

La misma estrategia se empleó contra la Gran Armada de Napoleón Bonaparte en 1812, significando el inicio del declive bélico del emperador francés. Tales condiciones climáticas y tácticas se repitieron en la II Guerra Mundial (1939 – 1945), cuando la Wehrmacht de Hitler estuvo varada durante el invierno soviético, padeciendo pérdidas numerosas y aniquilando la Operación Barbarroja.

No fue casualidad que los rusos, cada vez que ‘abandonaban’ sus ciudades para permitir el avance del enemigo, incendiaban centros de abastecimiento.

Los invasores se desnutrían, a la vez que se congelaban hombres y maquinarias.

Enfrentando las bajas temperaturas y sin una especial alimentación, ejércitos como los nazis sufrieron pérdidas cuantiosas antes de concretar alguna batalla armada.

Historiadores afirman que la deficiente nutrición de ciertos grupos militares contribuyó a su caída en suelo ruso.

El avance de las investigaciones que estudian la relación entre las condiciones climáticas extremas y la pérdida o incremento de energía han reforzado esta teoría.

Las webs especializadas en nutrición como Guiadesuplementos aseveran que la exposición a temperaturas bajo cero aumenta la tasa metabólica de las células, lo cual propicia una descomposición rápida de aproximadamente el 10 y 15 % de los nutrientes en el organismo.

De esta forma, el no gozar de un mecanismo que impulse una tasa metabólica alta en bajas temperaturas y el escaso consumo de alimentos determinó la derrota de muchos ejércitos en suelo ruso.

Imagen de Ottabatta en Pixabay.

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