1491. La Europa del Renacimiento se encuentra en pleno apogeo de las exploraciones, los viajes comerciales, el descubrimiento de lugares exóticos y la colonización. La potencia naval de Portugal otorga al reino la supremacía en los mares, y por tanto, una clara ventaja en el contexto de los descubrimientos geográficos. Para esa época, ya pretendían bordear África para hacerse así con una suculenta ruta alternativa hacia las Indias Orientales y sus preciadas especias. Y para ese año, se hacía efectivo el control portugués sobre la despoblada isla de Madeira, en la Macaronesia, archipiélago al que también pertenecen las Canarias.
Pero, ¿realmente se trataba de una isla inhóspita sobre la que hasta entonces no habían pisado los humanos?
Un estudio del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) sugiere la posible presencia humana en la isla anterior a la colonización portuguesa de finales del XV y apunta ciertas matizaciones a las teorías más aceptadas sobre el poblamiento del archipiélago. Según estas, se produjo en dos oleadas, una aborigen hace dos milenios y limitada a las islas Canarias y otra europea durante la época de la colonización, del XIV en adelante.
Sin embargo, parece ser que los fósiles de ratones encontrados en el yacimiento fosilífero de Ponta de Sao Lorenço apuntan a que otros hombres desembarcaron en la isla cuatro centurias antes.
La especie de ratones encontrados no es autóctona, y probablemente se introdujo en barco en la isla entre el 900 y el 1030, causando con ello un importante impacto medioambiental. Con la entrada de los ratones y dado su elevado potencial reproductivo, se extinguieron en la isla algunas pequeñas y medianas aves de cuyos huevos se alimentaban los roedores.
De dónde provinieron estos ratones y los hombres que los trajeron en barco es otra cuestión diferente. Para ello, un equipo de la tinerfeña Universidad de La Laguna ha tomado muestras de los animales y han concluido que se trata del testimonio más antiguo de la presencia de ratones comunes en la isla.
Los análisis de ADN relacionan a la especie con las de Escandinavia y el norte de Alemania, por lo que podrían haber sido los vikingos quienes los introdujeron en la isla, aunque los datos deben ser ratificados y los registros históricos no contemplan la navegación de vikingos por el área de Madeira.