Existe en nuestros días gran cantidad de información, a menudo tratada en Best-Seller y documentales de divulgación, acerca de la enajenación de los científicos nazis y las cruentos e inhumanos experimentos desarrollados en busca de una raza superior, a la que ellos consideraban Aria, pura.
¿Qué se quiso entender con raza Aria?
Fue un concepto utilizado por varios etnólogos, muchos de ellos alemanes y popularizados a partir del siglo XIX con el que pretendían aglutinar las características fenotípicas de un supuesto pueblo originario, del que se derivaron las diferentes tribus indoeuropeas.
Además de suponer una cultura y habla común, posiblemente de topo germana y celta, el concepto de raza aria suponía un estereotipo genético diferenciador: hombres y mujeres altos, fuertes, de tonalidad clara en su tez, rubios y de ojos azules y, por supuesto, bellos y armónicos.
¿Cómo se intento conseguir?
El concepto de raza aria ha quedado desvirtuado a raíz del nazismo, pues fue utilizado por los totalitarismos y nacionalismos con fines meramente propagandísticos y de identificación social, en este caso a la antigua Alemania.
No hay con ello, ninguna explicación científica que apoye la superioridad de tales características con respecto a la de otros pueblos. Simplemente es una adaptación humana ancestral a cierto tipo de clima.
Sin embargo, al asociarse al pueblo germano como seña de identidad, como señal (infundada) de superioridad frente al resto de pueblos, surgió la necesidad de incrementar tales rasgos entre la población y así se produjeron los más atroces experimentos para tal fin.
Se habla a menudo sobre ingeniería genética y sobre fecundación in vitro, en muchos casos habladurías y en muchos otros, realidades, pero profundizaremos en ello en otro artículo.
El método utilizado fue el tradicional para la obtención de razas en las especies animales, el cruce. Así se prestaron cientos de voluntarios para realizar cruces entre ellos con el fin de obtener los más puros especímenes en cuanto a rasgos arios, al mismo tiempo que se mezclaban con las mentes más brillantes de la ciencia.
El error ario
Estos experimentos no lograron completarse de forma generalizada con éxito, pues para ello serían necesarias varias generaciones, aunque algunos han querido ver resultados en algunas poblaciones suramericanas como la de Candido Godoi (Brasil).
Lo cierto es que mediante el cruce sí que es posible, en teoría, lograr transmitir ciertos caracteres fenotípicos de generación en generación (así se logró la gran diversidad de canes que existen, como el Dóberman) si bien no así las características mentales o psíquicas que escapan a esta manipulación. Así, un ejemplo es que de padres “superdotados” no tiene porqué nacer un hijo igual y viceversa.
Además, surge un problema añadido a lo largo de las generaciones, pues el experimentar cruces con un estanque genético tan limitado, produce a lo largo del tiempo una endogamia que aunque trasmitiese unos caracteres físicos muy bellos, podría aparejarlos con graves taras psíquicas en generaciones posteriores.
En conclusión, la creación de una raza aria perfecta no dejo de ser una quimera, un retorcido sueño por el que se torturó y se atentó contra la integridad del ser humano.