Esta espectacular ciudad símbolo del esplendor del imperio de los zares es en realidad una ciudad muy joven ya que apneas tiene tres siglos de antigüedad.
Surgió gracias a la iniciativa del zar Pedro el Grande con la intención de crear una puerta hacia el mundo occidental.
Recorrer sus calles se convierte en toda una experiencia. Los antiguos monumentos nos hacen regresar al antiguo imperio ruso, pero San Petersburgo también es una ciudad moderna que ha alcanzado al resto de Europa tras la caída del comunismo.

Es una ciudad que en parte nos recuerda a Holanda por sus canales que se unen al río Neva, que en invierno es fácil verlo congelado ya que las temperaturas que se alcanzan en la ciudad son extremas, constituyendo así unas vistas espectaculares.
Si queremos disfrutar por completo de la ciudad, tendremos que organizarnos muy bien ya que hay muchos sitios a los que ir pero en primer lugar, sin duda, el Museo del Hermitage.
Esta maravilla exhibe alguno de los tesoros más importantes de Rusia y del mundo, encontrando objetos que van desde la antigua Roma y Grecia a la Europa más occidental, obras pictóricas, mobiliario procedente de los palacios y objetos personales de los zares, constituyendo una gran colección.

Este edificio se sitúa a las orillas del Neva, formando un complejo cuyo lugar más importante es seguramente, el Palacio de Invierno, residencia de los zares.
Además, una buena opción es pasear en barco por los canales y disfrutar de los puentes que plagan la urbe. En verano, éstos se levantan constituyendo un espectáculo que se ha hecho famoso y es muy característico de la ciudad.
Ya que visitamos Rusia, no podemos olvidarnos de su gastronomía especialmente del vodka, para combatir el frío, o de su caviar, único en el mundo.
Además, el país es la madre patria del ballet clásico, así que si tenemos oportunidad, no dudamos en disfrutar de una actuación en el teatro Mariinsky.