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Pedro I ‘el Grande’ (Moscú, 9 de junio de 1672 – San Petersburgo, 8 de febrero de 1725), fue Zar de Rusia perteneciente a la dinastía Romanov.
Accedió al Trono en 1682 al morir su hermano Teodoro III, pero las intrigas palaciegas le mantuvieron inicialmente apartado del poder en beneficio de sus hermanastros Iván V y Sofía.
Recuperó el poder mediante un golpe de fuerza en 1689 y lo consolidó aplastando una rebelión de la guardia real (los streltsi) en 1698.
Vida de Pedro I ‘el Grande’
Pedro se había educado fuera de la corte, en contacto con técnicos y comerciantes extranjeros que le transmitieron ideas occidentales y completó su conocimiento de las técnicas e instituciones europeas mediante viajes al extranjero en los que estudió artillería, ingeniería y navegación, al tiempo que reclutaba colaboradores para sus proyectos modernizadores (1697-98 y 1716-17).
La influencia occidental fue determinante en su línea de gobierno, encaminada a fortalecer a Rusia copiando modelos de Europa central y occidental.
Características del gobierno de Pedro I
Sirviéndose de asesores extranjeros como el escocés Gordon o el suizo Lefort, saneó las finanzas imperiales imponiendo una mayor presión fiscal a sus súbditos y racionalizó la administración dividiendo el país en gobernaciones, provincias y distritos y centralizando el control de la burocracia mediante un sistema de inspectores.
Sometió a la Iglesia sustituyendo la autoridad del patriarca de Moscú por un sínodo presidido por agentes del zar, puso a la nobleza al servicio del Estado como militares y recaudadores de impuestos e impulsó el comercio y las manufacturas mediante la creación de monopolios y compañías estatales.
En cuanto a su política militar, reorganizó el ejército inspirándose en el modelo prusiano, reconstruyó la flota, fundó escuelas técnicas, hizo construir canales y puertos y obligó tanto a los nobles como a los campesinos a asumir costumbres occidentales.
Para todo ello tuvo que vencer fuertes resistencias interiores que reprimió de manera despótica, incluso con su propio hijo Alexis, que se había erigido en cabeza visible de la reacción tradicionalista y murió torturado por orden del zar en 1718.
Expansión de Rusia
Las reformas en materia financiera, naval y militar le permitieron afrontar con éxito varias guerras encaminadas a expandir el territorio y la potencia internacional de Rusia.
Primero logró una salida al mar mediante la Guerra del Norte contra Suecia (1700-21), tras la cual se proclamó zar de todas las Rusias, la cual le proporcionó a Rusia el dominio de los Países Bálticos y la posición de potencia hegemónica en Europa oriental y la zona del mar Báltico.
La ciudad de San Petersburgo, que fundó en 1703 con grandes dificultades, se convirtió en el mayor puerto de Rusia y una metrópoli moderna de mas de 100.000 habitantes.
Posteriormente lanzó sus fuerzas hacia el sur, pero fracasados todos los intentos por arrebatar a los turcos una salida al mar Negro (en 1711 tuvo que devolver Azov al Imperio Otomano), consiguió en cambio, ampliar la presencia rusa en el Cáucaso y el mar Báltico a costa de Persia entre los años 1722-23.
También prolongó la expansión rusa en Siberia hasta el Extremo Oriente, con la anexión de Kamchatka.
Con todo ello, Rusia afianzó su vocación de gran potencia, pero la occidentalización del país era superficial y sufrió un retroceso durante la época de conflictos sucesorios que siguió a la muerte de Pedro el Grande.
No obstante, buena parte de sus reformas perduraron y su programa modernizador fue retomado en tiempos de Catalina II.
