Matilde era hija del rey Enrique I de Inglaterra y Normandía, muy respetado por sus súbditos por sus habilidades tanto en el campo de batalla como en el gobierno de su reino.
Mientras que Guillermo, el hermano de la princesa, permaneció en la corte para recibir la educación que debía tener el futuro rey, Matilde marchó a Alemania para casarse con Enrique V del Sacro Imperio Romano Germánico y convertirse en la emperatriz de un gran imperio y regente de algunos territorios mientras Enrique lidiaba con sus propias rebeliones.
Tras la muerte de Guillermo en 1120 y la de su esposo tan solo unos años después, Matilde regresó a la corte de su padre en Normandía.
Este se había vuelto a casar, pero, a falta de herederos varones legítimos, nombró a Matilde como heredera al trono. Pero esta noticia no fue bien recibida en la corte anglonormanda.
Si Matilde quería gobernar algún día, debía volver a casarse, esta vez, con Godofredo V de Anjou.
Matilde y la pérdida del derecho al trono
Enrique murió en el año 1135, pero, ante la ausencia de Matilde durante los conflictos acaecidos en Inglaterra y la oposición de los nobles normandos, ella perdió la oportunidad de reclamar su derecho al trono, que pasó a manos de su primo Esteban, conde de Blois.
Las semillas de una guerra civil comenzaban a germinar. Matilde, junto con el apoyo de Godofredo, volvió a Inglaterra para arrebatarle el trono a su primo. Esteban fracasó en mantener el control sobre Normandía e Inglaterra y Matilde comenzó a ganar adeptos, entre ellos, el del conde de Gloucester.
Tras desafiar a Esteban en público, Matilde consiguió reunir toda la ayuda necesaria para apoyarla en su campaña y venció a Esteban en la batalla de Lincoln en el año 1141. El rey permanecería prisionero y a Matilde le concederían gobernar en nombre propio como Señora de Inglaterra.
En este contexto de divisiones y revueltas, Matilde debía demostrar que era capaz de liderar el país y estar a la altura de su padre. Se enfrentaba a dos grandes problemas: su relación inestable con el obispo y la predisposición de los londinenses a apoyar a Esteban.
Una vez más, perdió la capital y su oportunidad de ser coronada reina de Inglaterra. Entonces, comprendió que las batallas que librara a partir de ese momento serían para que la corona pasara a manos de su hijo, Enrique II.
La conquista del trono de Inglaterra
Mientras tanto, Godofredo siguió avanzando por territorios normandos hasta que lo nombraron duque de Normandía en 1144.
Con Enrique a la cabeza de sus tropas y ante la negativa de sus nobles a entrar en batalla, el reinado de Esteban comenzó a tambalearse.
Además, Godofredo le concedió el título de duque a su hijo, quien se casó con Leonor de Aquitania en 1152.
Con el dominio de los territorios franceses y el ducado de Aquitania, la realidad de su victoria se hizo evidente.
Un año después, Esteban reconoció a Enrique como el legítimo heredero de la corona de Inglaterra y, tras su muerte en 1154, Enrique II fue coronado rey.
Matilde, por su parte, se había establecido en Ruan y sirvió como consejera, confidente y delegada real cuando su hijo se ausentaba de la corte.
En el año 1160, Matilde se encontraba gravemente enferma, lo que afectó a su influencia sobre Enrique.
Murió siete años más tarde sin haber llegado a ser reina ni a gobernar por sí misma al renunciar al trono en beneficio de su hijo, que se convertiría en uno de los monarcas más excepcionales de la Europa medieval.