Jean le Rond d’Alembert fue uno de los máximos exponentes de la Ilustración. Desde su posición como matemático y filósofo, ejerció de catalizador del movimiento de las luces y tuvo una gran relevancia en la historia de las ciencias.
Nació en París el 16 de noviembre de 1717 y fue abandonado al nacer frente a la iglesia de Saint-Jean-le Rond, de donde ahí obtuvo su nombre. Sus padres biológicos nunca le reconocieron, pero se encargaron de los gastos de su educación. A los 18 años, consiguió el bachiller de artes y pasó por varias carreras (Derecho, Medicina) hasta decidir que su vida serían las matemáticas, que había aprendido de forma autodidacta. En 1739 presentó su primer trabajo a la Academia de Ciencias de París y tan solo dos años después, fue elegido miembro.
En 1743 publicó su Tratado de dinámica, que contenía el teorema conocido como “Principio de D’Alembert”. En dicha teoría, relacionaba la dinámica y la estática, de forma que confirmaba la existencia de la inercia como reacción a fuerzas que actúan sobre un determinado punto.
No es su única aportación, ya que en álgebra demostró que el cuerpo C de los números complejos es suficiente para todo el cálculo analítico. Fue el primero en utilizar un desarrollo de Taylor con resto explícito en forma de integral (1754), propuso un método para resolver los sistemas de ecuaciones diferenciales y creó un primer ejemplo de ecuación con derivadas parciales.
En 1747, junto con Diderot, empezó a formar la Enciclopedia. Se encargó de la redacción del “Discurso preliminar” y de varios artículos de matemáticas y literatura, que lo convierten en un precursor positivista de la historia de las ciencias. D’Alembert era muy tolerante pero escéptico respecto al campo de la religión y de la metafísica, ya que apostó por la filosofía natural frente a las creencias religiosas de otros ilustrados.
Pocos años después, en 1772, la Academia Francesa le nombró secretario perpetuo, debido a su gran aportación a la cultura y a la ciencia de la época. Sus investigaciones en mecánica, acústica y astronomía condujeron a profundizar y perfeccionar la construcción analítica de los ilustrados. Colaboró con grandes autores como Voltaire, Montesquieu, Rosseau o Adam Smith.
Falleció el 29 de octubre de 1783 en París, siendo reconocido y respetado por todos, al ser uno de los mayores pensadores de la Ilustración. Pasó de nacer repudiado por sus padres a morir rodeado de honores y respeto de toda la sociedad.