El siglo XIX fue uno de los más agitados a nivel social. Las revoluciones de 1820 y 1830 habían dejado claro una cosa: el sistema del Antiguo Régimen no funcionaba y era necesario tender hacia el liberalismo. Además, el nacionalismo había empezado a surgir en algunos países que ansiaban lograr la unificación, como Italia y Alemana, o la independencia, como Bélgica y Grecia. Por eso, las revoluciones de 1848 surgieron a causa de múltiples factores: políticos, ideológicos, económicos y sociales.
Los factores económicos fueron, sobre todo, las oscilaciones de precios y salarios. La gente no tenía realmente poder adquisitivo, por lo que buscaban una mejora. Alrededor de esta fecha también hubo una crisis de crédito y una crisis agrícola típica del antiguo modo de producción, que incrementó la pobreza del campesinado. Estos factores monetarios influyeron directamente en los otros ámbitos de la vida. Los gobiernos empezaron a aplicar medidas más estrictas, provocando un malestar entre la ciudadanía, especialmente entre la burguesía.
Los ciudadanos ya no estaban contentos con las políticas aperturistas de 1830, sino que buscaban más. Querían la abolición del sufragio censitario en los países que existía y pensaban que la república sería el mejor sistema para erradicar las diferencias entre las distintas capas de la sociedad. Cada país tenía una estructura social distinta, pero lo que movía a las clases proletarias no eran motivos políticos, sino sociales. Los pensadores e intelectuales de la época como Pierre Leroux, Louis Blanc, Auguste Blanqui, Karl Marx y Friedrich Engels revolucionaron el pensamiento del estamento más damnificado de la sociedad decimonónica. Pero, aún con todo, en cada nación, la revolución de 1848 tuvo distintos catalizadores. En algunos sitios, fueron los obreros, en otros la burguesía y en otros los nacionalistas.
A esta grave situación económica y social hay que sumarle la batalla final entre el absolutismo y el liberalismo. Aunque es cierto que en algunos países la revolución de 1830 perduró, la verdad es que en Francia las esperanzas de la Revolución de Julio se perdieron, en Alemania el absolutismo estaba extendido por todos los estados, Austria seguía bajo el férreo control de Metternich y en Italia el Antiguo Régimen estaba a la orden del día. Los liberales europeos comprendieron que no podían hacer nada solos, por lo que intentaron solidarizarse, formando la “Joven Europa” de Mazzini o la “Liga de los Proscritos”.
Los historiadores no están de acuerdo si hubo una conspiración continental que promovió las revueltas de 1848, pero en lo que concuerdan es que fue un movimiento general y heterogéneo. Se pretendía lograr una emancipación política y nacional, cuya única forma de conseguirlo sería mediante la destrucción del absolutismo y del egoísmo de las clases dirigentes. Cada país saltó por su motivo y enfatizando en algunas cosas más que en otras, pero todos fueron una expansión de las movilizaciones previas de 1820 y 1830.
Algunas naciones, como por ejemplo Austria, sufrieron las sublevaciones por primera vez en su historia reciente, pero se trató de movimientos inspirados en los de sus vecinos, como por ejemplo Francia o España, que llevaban 3 revueltas a sus espaldas en las últimas 4 décadas.