Lo esencial en 3 minutos
La Historia no tiene una definición única, depende de la época y de quién la defina. En la antigüedad, Heródoto consideraba Historia el registro de eventos cercanos que él mismo había presenciado o que le habían contado testigos directos. En la Edad Media, los monjes la redefinieron como el estudio del pasado completo del ser humano. Fue Leopold von Ranke, en el siglo XIX, quien transformó la Historia en una ciencia rigurosa basada en fuentes primarias, estableciendo la metodología que usamos hoy.
Para nosotros hoy, la Historia es la ciencia social que estudia el pasado de la humanidad mediante métodos rigurosos, analizando fuentes documentales, arqueológicas y orales. Su objetivo es entender cómo vivieron, pensaron y actuaron nuestros antepasados y cómo sus decisiones moldearon el mundo actual. Es fundamental distinguir entre Historia (la disciplina) e historia (los hechos del pasado), así como entender sus tres ramas principales: la historiografía (los textos históricos), la historiología (cómo se nos presenta el pasado) y la filosofía de la historia (reflexión sobre el significado temporal de los eventos).
Lo crucial: la Historia no es un catálogo de fechas, es una investigación rigurosa que nos ayuda a entender por qué el mundo es como es.
¿Quieres entender la Historia en profundidad?
A continuación desarrollamos cómo se definió la Historia en cada época, cómo Leopold von Ranke revolucionó su metodología, y cuáles son las tres grandes ramas que la componen. Ideal para trabajos académicos, investigación o simplemente entender mejor esta disciplina fascinante.
La Historia: definición y evolución en el tiempo
Preguntar qué es la Historia parece simple hasta que intentas responder. Durante miles de años, esta pregunta ha tenido respuestas completamente distintas según la época y las creencias de quien intentaba definirla.
Un historiador marxista verá en la Historia la lucha de clases como motor del cambio. Un historiador liberal enfatizará la progresión de derechos y libertades. Un historiador postmoderno cuestionará si la Historia objetiva es siquiera posible. La realidad es que la Historia no es un objeto estático, es una disciplina viva, que se reinventa constantemente según cómo cada generación entiende el pasado.
Pero hay algo más fundamental aún: la propia definición de qué es «Historia» cambió radicalmente a lo largo de los siglos. Lo que Heródoto consideraba Historia en el siglo V antes de Cristo no tiene mucho que ver con lo que un historiador moderno considera Historia hoy. Es esa evolución la que hace fascinante entender cómo llegamos a la definición actual.
Cómo entendían la Historia en la antigüedad: Heródoto y sus sucesores
En la antigüedad clásica, la Historia era algo mucho más limitado de lo que es hoy. Los antiguos griegos, particularmente Heródoto (485-425 a.C.), consideraban Historia el relato de hechos recientes, cercanos en el tiempo, vividos personalmente por el autor o transmitidos por testigos directos que él podía entrevistar.

Heródoto, al que Cicerón llamaría más tarde «padre de la Historia«, escribió sus Nueve Libros de la Historia (también conocidos como Historias) narrando las Guerras Médicas—los conflictos entre los griegos y el Imperio Persa en los siglos VI y V antes de Cristo. Lo revolucionario de Heródoto no fue solo contar qué sucedió, sino intentar explicar por qué sucedió. Cuando describe la batalla de Maratón (490 a.C.), no solo narra el enfrentamiento: explora las motivaciones del rey persa Darío, las divisiones internas entre ciudades griegas y las condiciones geográficas que influyeron en el combate.
Sin embargo, sus métodos eran los que podríamos llamar «investigación oral«. Heródoto viajaba, preguntaba a la gente, recopilaba historias. A veces creía historias fantásticas (como aquella sobre hormigas gigantes que extraían oro en Persia) y otras veces era escéptico. El problema fundamental era que no existía un método para verificar fuentes. Si alguien le decía algo, Heródoto lo anotaba. En el mejor de los casos, añadía una frase como «así lo cuentan los persas«.
Con el tiempo, en el mundo grecorromano surgió una distinción interesante: lo que era Historia (pasado reciente) versus lo que era anticuaria (pasado remoto). Los anticuarios eran aquellos que estudiaban el pasado lejano, pero el trabajo anticuario se consideraba menor, casi un hobby de ociosos. La Historia «de verdad» era contemporánea, no milenaria.
La transformación medieval: De crónicas a estudio del pasado
Saltemos 1.000 años. En la Edad Media, algo cambió fundamentalmente: los monjes y escribientes medievales comenzaron a ver el pasado de una manera diferente.
En lugar de solo registrar lo que ocurría en su tiempo, los monjes medievales se dedicaron a traducir, copiar y estudiar textos antiguos. Mientras copiaban manuscritos de Tito Livio o las crónicas de César, comenzaban a desarrollar una mentalidad nueva: el pasado remoto también importaba y no solo lo que pasó hace poco. Todo lo que sucedió merecía ser preservado y estudiado.
Fue durante este período cuando comenzó a perfilarse la idea moderna de Historia: el estudio riguroso del ser humano a través del tiempo. Los monjes no tenían métodos científicos, por supuesto, pero sí tenían algo crucial: una intención de preservar y comprender la totalidad del pasado humano, no solo los eventos recientes.
Las crónicas medievales como la de Beda el Venerable (673-735) o la de Isidoro de Sevilla (560-636) nos muestran esta transición. Ya no se escribía solo lo que uno presenciaba, sino que se recopilaba, se analizaba y se comparaba. Cuando Isidoro escribía sobre imperios antiguos, buscaba entender su estructura, su caída, sus lecciones. No era historiografía científica, pero era la semilla.
El salto revolucionario: Leopold von Ranke y el nacimiento de la Historia científica
Todo cambió en el siglo XIX con un historiador alemán que probablemente no conoces pero cuyo impacto fue monumental: Leopold von Ranke (1795-1886).
Ranke hizo algo radical: decidió que la Historia debía basarse exclusivamente en fuentes primarias. No en lo que otros historiadores habían dicho ni en interpretaciones, sino en los documentos originales.

¿Por qué esto era revolucionario? Porque hasta entonces, los historiadores leían a otros historiadores. Si querías saber sobre la Revolución Francesa, leías lo que Mignet o Thiers habían escrito. Eso significaba que absorbías no solo los hechos, sino la interpretación ideológica de ese historiador. Si Thiers era conservador, los eventos parecían peligrosos. Si Mignet era liberal, los mismos eventos parecían progresistas.
Ranke dijo: no, voy a leer las cartas de los diplomáticos de la época, voy a consultar los archivos gubernamentales, a leer los diarios de los actores principales y voy a formar mis propias conclusiones basándome en la evidencia directa, no en lo que alguien más interpretó.
Esto suena obvio ahora, pero en el siglo XIX fue una revolución metodológica. Ranke fue capaz de acceder a archivos estatales que otros historiadores nunca habían consultado. Sus obras sobre la historia de los papas, sobre la Reforma, sobre la diplomacia europea, estaban repletas de documentación de primera mano. Y con esa metodología, estableció los estándares que se mantienen hasta hoy.
De hecho, Ranke fue quien inspiró que las universidades europeas comenzaran a enseñar Historia como disciplina científica formal. En 1810, la Universidad de Berlín incluyó Historia en su currículo bajo los principios de Ranke. Gradualmente, otras universidades la siguieron. Para el siglo XX, la Historia era una disciplina académica establecida.
En 1906, en la propia Berlín, se inaugura la primera Facultad de Filosofía y Letras, consolidando la Historia como ciencia formal y reconocida. Ranke murió en 1886, pero su legado transformó la disciplina para siempre. Hoy lo consideramos el padre de la historiografía científica.
Historia vs historia: Una distinción importante
Antes de continuar, vale la pena aclarar una distinción que parece simple, pero es fundamental para entender cómo funciona esta disciplina.
Historia (con mayúscula inicial) es la disciplina, el método, el estudio científico del pasado. Es lo que enseñan en las universidades, es la profesión de historiador. Es la pregunta «¿cómo sabemos lo que sabemos sobre el pasado?»
historia (con minúscula) son los hechos del pasado mismo. Es lo que sucedió, es el objeto de estudio. Cuando decimos «la historia de Roma», nos referimos a los eventos que ocurrieron en Roma, no a la disciplina Historia.
Esta distinción importa porque puedes estudiar Historia toda tu vida y seguir aprendiendo nuevas cosas sobre la historia. Un historiador descubre un documento que nadie había visto y de repente, algo sobre lo que creíamos saber la verdad necesita ser reescrito.
Un ejemplo: durante décadas se asumía que los vikingos fueron los primeros europeos en llegar a América, basándose en la saga nórdica de Erik el Rojo y su hijo Leif. Pero en 1960, arqueólogos encontraron ruinas vikingas en Terranova (sitio L’Anse aux Meadows). Eso confirmó la historia de los vikingos. Pero también mostró que la Historia (el método) había funcionado: investigación, análisis de fuentes primarias, excavación arqueológica. La Historiografía funcionó bien y la historia fue ligeramente revisada en detalle, pero fundamentalmente confirmada.
Las tres ramas fundamentales de la Historia
Los historiadores, los filósofos y los académicos han organizado la Historia en tres grandes ramas. Entenderlas es entender cómo funciona esta disciplina en su totalidad.
Historiografía: los textos y relatos del pasado
La historiografía es la más simple de explicar: es el conjunto de textos donde plasmamos nuestro conocimiento del pasado. Son los libros de historia, los documentos originales y son las tesis académicas. Cuando lees una biografía de Napoleón, estás leyendo historiografía.
La historiografía responde a la pregunta: «¿qué pasó?» Busca reconstruir eventos, establecer cronología, documentar hechos. Un historiador dedicado a la historiografía estudia archivos, lee crónicas medievales, analiza cartas diplomáticas. Su trabajo resulta en narrativas del pasado: libros, artículos académicos, documentales.
Lo interesante de la historiografía moderna es que sigue el método de Ranke: debe basarse en fuentes primarias, debe citar sus fuentes y debe ser verificable. Si un historiador afirma que el emperador Augusto tenía miedo a conspiración, debe mostrar el documento que lo prueba (una carta, un testimonio contemporáneo, algo tangible).
Historiología: cómo entendemos la presentación del pasado
La historiología es un término acuñado por el filósofo español José Ortega y Gasset. Es menos conocida que la historiografía, pero igualmente importante.
La historiología pregunta: «¿Cómo se nos presenta el pasado? ¿Quién cuenta la historia? ¿Qué se omite?»
Es decir, mientras que la historiografía pregunta «¿qué pasó?», la historiología pregunta «¿cómo sabemos que pasó? ¿Quién decide qué es importante? ¿Qué perspectivas faltan?»
Un historiador dedicado a la historiología podría estudiar cómo las historias de la conquista de América fueron narradas de forma completamente diferente en España que en América Latina. Los españoles enfatizaban la «civilización» y la religión. Los historiadores latinoamericanos enfatizaban la explotación y la resistencia indígena. Ambos usaban fuentes primarias y ambos eran historiografía válida. Pero la historiología pregunta: ¿por qué estas diferencias? ¿Qué dice sobre cómo construimos narrativas históricas?
La historiología es especialmente relevante en la era moderna porque vivimos en una época donde múltiples narrativas compiten. ¿Es Cristóbal Colón un héroe explorador o un perpetrador del genocidio? La historiografía puede presentar los hechos que ambos lados usan. La historiología examina cómo y por qué la narrativa cambió con el tiempo.
Filosofía de la Historia: reflexionando sobre el tiempo y el significado
La tercera rama es la filosofía de la historia (también llamada historiosofía) y es la más abstracta pero también la más fascinante.
La filosofía de la historia pregunta preguntas grandes: «¿Existe un progreso histórico? ¿La historia tiene dirección? ¿Estamos destinados a repetir patrones o a avanzar hacia algo mejor?»
Un filósofo de la historia podría ser alguien como Arnold Toynbee, quien pasó su vida estudiando civilizaciones e intentando encontrar patrones comunes en su surgimiento, apogeo y caída. Toynbee propuso que todas las civilizaciones enfrentan «desafíos» y que su capacidad para responder a esos desafíos determina su destino. Fue una filosofía de la historia.
Otros filósofos de la historia han debatido si existe «progreso» real. ¿Somos mejores ahora que en la Edad Media? ¿Es la tecnología progreso si nos hace más felices pero más ansiosos? ¿Se repite la historia en ciclos?
Estas no son preguntas que la historiografía pueda responder mediante documentos, son preguntas de reflexión, interpretación y filosofía. Pero son parte integral de cómo los historiadores entienden lo que estudian.
Cómo la Historia se convirtió en ciencia académica
Durante la mayor parte de la historia occidental, la Historia no fue una disciplina formalizada. Era algo que los escribientes hacían, que los cronistas relataban, que los eruditos estudiaban, pero no era una profesión. No había «historiadores» como carrera.
El cambio llegó en el siglo XIX y se consolidó en el XX. Con Ranke como pionero, las universidades europeas comenzaron a crear cátedras de Historia. En 1810, la Universidad de Berlín institucionalizó el estudio de Historia como disciplina académica rigurosa y a lo largo del siglo XIX, esto se expandió por toda Europa.
Para el siglo XX, particularmente después de 1906 con la formalización de facultades de Filosofía y Letras en las universidades alemanas, la Historia era reconocida como una ciencia social legítima. Tenía metodología, rigor y profesionales dedicados.
En la actualidad, estudiar Historia en la universidad no es una formación menor o artística, es una carrera que requiere dominio de metodología, conocimiento de lenguas antiguas (latín, griego), capacidad de análisis crítico y comprensión de contextos políticos, económicos y sociales complejos.
Un historiador moderno no solo lee libros, va a archivos, consulta documentos originales, aprende a datar papiros mediante datación de carbono, entiende demografía histórica y conoce teorías económicas para analizar mercados medievales. Es una ciencia genuina.
Historia como brújula hacia el pasado
La Historia es, en esencia, la ciencia social que estudia nuestro pasado mediante métodos rigurosos, buscando entender no solo qué sucedió, sino por qué sucedió, y qué nos dice eso sobre nosotros mismos.
No es simplemente una colección de fechas y nombres, es una disciplina viva, con metodología científica, rigor académico y un propósito fundamental: ayudarnos a entender la complejidad de la experiencia humana a través del tiempo.
Leopold von Ranke transformó lo que Heródoto había comenzado: llevó la investigación del pasado del ámbito de la anécdota al ámbito de la ciencia. Los monjes medievales habían ampliado lo que consideraban «pasado merecedor de estudio». Ranke le dio método, rigor y verificabilidad.
Y así, desde una pregunta aparentemente simple—»¿qué es la Historia?»—llegamos a una respuesta compleja: es el estudio científico de la humanidad en el tiempo, con tres ramas (historiografía, historiología, filosofía de la historia) que juntas nos permiten no solo saber qué pasó, sino entender cómo lo sabemos y qué significa.
Eso es Historia. Y eso es por qué sigue importando, siglos después de Heródoto, en nuestro mundo actual.
Fuentes y bibliografía
Fuentes primarias
- Heródoto. Historias (The Histories). Traducción de A.D. Godley. Loeb Classical Library.
- Livio, Tito. Historia de Roma desde su fundación (Ab Urbe Condita). Traducción de B.O. Foster. Loeb Classical Library.
- Beda el Venerable. Historia Eclesiástica del Pueblo Inglés (The Ecclesiastical History of the English People). Traducción de B. Colgrave y R.A.B. Mynors. Oxford University Press.
Español
- Ranke, Leopold von. Historia de la Reforma en Alemania (traducción española). Editorial Trotta.
- Sánchez-Albornoz, Claudio. La España cristiana de los siglos VIII al XI: Tomos I y II. Instituto de Historia Eclesiástica de España.
- Jover Zamora, José María. Política, diplomacia y humanismo popular. Estudios sobre la vida y obra del Conde de Gondomar. Real Academia de la Historia.
- García de Cortázar, José Ángel. Historia de España: Una síntesis dinámica. Editorial Planeta.
- Tuñón de Lara, Manuel. Por qué la Historia. Editorial Salvat.
Inglés
- Ranke, Leopold von. History of the Latin and Teutonic Peoples from 1494 to 1514. Kitchener: Batoche Books.
- Burleigh, Michael. Earthly Powers: The Clash of Religion and Politics in Europe from the French Revolution to the Great War. HarperCollins.
- Evans, Richard J. In Defence of History. W.W. Norton & Company.
- Collingwood, R.G. The Idea of History. Oxford University Press.
- Barr, David. A History of Writing: From Hieroglyphics to Hypertext. Routledge.
Recursos académicos
- American Historical Association (AHA): Guidelines for Historical Writing.
- International Committee for Documentation (ICA): Standards for archival practice.
Preguntas frecuentes sobre la definición de Historia
¿Por qué la definición de Historia ha cambiado tanto a lo largo del tiempo?
Porque cada época entiende el pasado diferente según sus propias preocupaciones. La Edad Media se enfocaba en la religión y la salvación, así que leían el pasado a través de esa lente. El siglo XIX se obsesionaba con la nación y el progreso, así que enfatizaba narrativas nacionales. Nosotros, con internet y acceso a múltiples perspectivas, vemos la necesidad de historias más complejas y multivocales. La Historia evoluciona porque la pregunta «¿qué es importante del pasado?» siempre cambia.
¿Heródoto fue realmente el padre de la Historia?
Cicerón lo llamó así, y tiene sentido. Heródoto fue el primero en intentar sistematizar el relato de eventos pasados, basándose en investigación (aunque fuera oral). Pero sus métodos eran primitivos. Leopold von Ranke, 2.300 años después, revolucionó la disciplina con rigor científico. Podrías decir que Heródoto fue el padre, pero Ranke fue quien hizo que la Historia fuera una ciencia real.
¿Cómo sé si puedo confiar en lo que dice un historiador?
Revisa sus fuentes. Un historiador que sigue el método científico cita sus fuentes primarias. Si dice «el emperador Augusto temía conspiración», debería poder mostrar un documento que lo pruebe. Si simplemente afirma algo sin fuentes, sé escéptico. La Historia rigurosa es verificable.
¿Es posible una Historia completamente objetiva?
Probablemente no en un sentido absoluto. Todo historiador tiene una perspectiva influenciada por su época, su cultura, su educación. Pero el objetivo es la mayor objetividad posible: usar fuentes primarias, reconocer sesgos, permitir que múltiples interpretaciones legítimas coexistan. No es perfecto, pero es mucho mejor que simplemente aceptar una narrativa única.
¿Por qué importa estudiar Historia hoy?
Porque entender cómo llegamos hasta aquí nos ayuda a entender dónde estamos. La mayoría de los problemas modernos tienen raíces históricas. Entender la Revolución Industrial te ayuda a entender el cambio climático. Entender la Guerra Fría te ayuda a entender la geopolítica actual. La Historia no predice el futuro, pero te da contexto para entenderlo mejor.
¿Hay diferencia entre Historia y otras ciencias sociales?
Sí. La sociología estudia sociedades actuales. La antropología estudia culturas. La economía estudia sistemas de producción. La Historia estudia cómo todo esto evolucionó en el tiempo. La Historia es la ciencia social del tiempo. Es lo que te permite entender por qué la sociedad de hoy es diferente de la de hace 100 años.
¿Leopold von Ranke estudió en una universidad especial?
Ranke estudió en la Universidad de Lepzig en Alemania. Era una universidad tradicional, no especializada en Historia. Pero después, su trabajo fue tan influyente que las universidades comenzaron a crear cátedras siguiendo sus métodos. Así que Ranke no fue producto de un sistema especializado, sino que creó ese sistema.
¿Se pueden reescribir eventos históricos?
No exactamente, pero sí se pueden reinterpretar. Los eventos ocurrieron como ocurrieron. Pero nuestro entendimiento de por qué ocurrieron, qué significan, qué consecuencias tuvieron, puede cambiar. Cuando descubrimos nuevas fuentes primarias, podemos ajustar nuestra interpretación. No reescribimos lo que pasó. Refinamos cómo lo entendemos.












