Los zorzales se habían considerado reservados para la élite, se decía que eran engordados para luego cocinarse en salsas para banquetes de personajes importantes, sin embargo, una nueva investigación explica cómo estas aves eran un plato accesible a clases bajas de la época romana, lo que cambia la percepción que se tenía de esta ave.
Todo cambió cuando en una fosa séptica del siglo I a.C., un equipo de arqueólogos encontró una letrina anexa a una taberna, donde encontraron restos de cerdo, conchas marinas y pescado, acompañados de 165 huesos de zorzales.
Este tipo de establecimientos expendía varios platos de comida a los romanos comunes, que tenían en el cerdo su principal alimento.
Todo indica que los zorzales se vendían al momento, no se trataba de aves criadas para el consumo sino de zorzales silvestres, que se cocinaban en aceite sirviéndose fritas a la manera del pollo actual.