El 25 de marzo de 1911 ocurrió una tragedia en Nueva York, recordada a día de hoy, conocida como el incendio en Triangle Waist Company, en el que murieron 146 mujeres principalmente inmigrantes judías e italianas, convirtiéndose en uno de los acontecimientos más importantes que potenciaron el día que se celebra hoy, el Día Internacional de la Mujer.
En el incendio fallecieron dos niñas de 14 años, Rosaria Maltese y Kate Leone, en tanto que la mujer de mayor edad tenía sólo 43 años de edad (Provindenza Panno). Todas ellas tenían una característica en común, trabajaban en una «sweatshop«, como se conocían a las fábricas que explotaban a sus obreros, la gran mayoría necesitados de trabajo o bien inmigrantes ilegales, una situación que aún persiste a día de hoy aunque estén un poco más cubiertas.
Como características, estos sweatshops ofrecían condiciones laborales desfavorables en todo sentido: suelen ser trabajos peligrosos o realizados en condiciones insalubres, salarios muy por debajo del mínimo y jornadas interminables. Se cree, según un reciente estudio del Departamento de Trabajo de Estados Unidos, que más del 60% de las fábricas textiles de Nueva York y Los Ángeles, continúan realizando estas prácticas.
Este año se celebran los 100 años de la primera declaración del Día de la Mujer, cuando la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas reunida en Copenhague decidió declarar un Día para ellas, celebrándolo por primera vez el 19 de marzo en varios países. Sin embargo, el incendio de Nueva York propició una serie de cambios en la legislación laboral de Estados Unidos beneficiando a muchas mujeres, lo que potenció esta celebración.
Esta catástrofe marcó un antes y después en los derechos de las mujeres, un tema que a día de hoy se continúa con programas de igualdad de género, procurando erradicar por completo la brecha existente en todos los países entre hombres y mujeres. Y debemos continuar luchando para que esto sea posible.
Imagen: Dominio público