‘En el nombre de Roma’, de José Barroso

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La historia jamás contada de Julio César.

Roma se desangra en mitad de una guerra civil contra los aliados itálicos. Los gobernantes corruptos se ven sucedidos por sanguinarios dictadores. Los enemigos se refuerzan, entablan alianzas y se toman libertades nunca antes conocidas por un senado incapaz de reaccionar.

La ciudad del Tíber está a punto de caer en el caos justo cuando Sila acude al rescate.

El anciano dictador, es un sol que ya se pone; nuevos hombres emergen de entre sus alas, consiguiendo fama y acumulando poder sin esconder su ambición: Cicerón, Pompeyo, Craso, Clodio y, sobre todo, Julio César.

Un gobernante eficaz, el mayor estratega militar de la historia, brillante escritor, amante, amigo…, pero también corrupto, despiadado en el campo de batalla y con un amor por el riesgo que pondrá en serio peligro sus dignitas, auctorias y el futuro de toda su familia.

Esta es la historia jamás contada de Julio César.

Sobre el autor: José Barroso

José Barroso es un escritor nacido en 1976 en Ronda (Málaga) y afincado actualmente en Granada.

Tras más de quince años dedicado al marketing empresarial y a los negocios, inicia su carrera como novelista con ‘El secreto de Arunda’ (Fanes, 2014), una novela ambientada en la ciudad de Ronda durante la reconquista de los Reyes Católicos.

Amante de la historia, de sus enigmas y de sus conflictos, intenta ofrecer una visión rigurosa y realista de los acontecimientos que relata desde la más absoluta documentación. 

Después de la publicación de tres novelas históricas, aborda su primer texto contemporáneo con ‘El enigma Quijote’.

Entrevista a José Barroso por la editorial {Pie de Página}.

En la novela hablas del fin de la república romana, ¿por qué es tan interesante este periodo histórico?

Seguramente por la riqueza de sus personajes. Si te paras a pensarlo, hay un importante número de personajes enraizados en el imaginario popular que coinciden en esta época; además de Julio César, tenemos a Cleopatra, Marco Antonio, Cicerón

Muy pocas veces en la historia, quizás solo durante el renacimiento con Leonardo, Miguel Ángel y los Medici se da esta circunstancia.

Napoleón, Isabel la Católica, Gengis Khan o Hitler solo los únicos protagonistas de sus respectivas épocas; sin embargo el final de la República romana es coral y está plagado de grandes personajes que llenan los relatos por sí mismos; mucho más cuando interactúan entre ellos.
 
¿Crees que el fin de la república romana era inevitable? ¿Estaba condenada desde un principio o hubiera podido continuar en otras circunstancias? 

La República fue un periodo de unos 500 años cuya pervivencia no deja de sorprender. Roma logró un sistema democrático con carencias pero enormemente estable, basado en la política unipersonal.

La clave es que no existían los partidos políticos. El éxito era personal y no existían grupos preconfigurados. En ese contexto todo debía ser negociado y consensuado para salir adelante. Con el tiempo, hombres con ideas afines fueron uniendo fuerzas y creando grupos de presión y poder.

Esto dio lugar a los partidos políticos y un poco más tarde a una guerra civil, cuyo vencedor ejerció el poder absoluto sin oposición hasta su muerte. En el momento de su desaparición, Roma ya estaba acostumbrada al ejercicio del poder absolutista.

De este modo, lo sorprendente de la república no es su existencia, sino su vigencia.
 
Se ha escrito mucho sobre la figura de Julio César, ¿qué nos va a desvelar «En el nombre de Roma»?

Hay varios aspectos en los que intento profundizar y están poco explorados, sobre todo en las novelas.

El primero es su niñez; se da una extraña circunstancia en las fuentes antiguas y es que los escritos referentes a la juventud de Julio César casi se han perdido en su totalidad.

Abordar esa época con las pocas fuentes existentes y mantener el rigor documental de la novela era uno de los retos y puede sorprender mucho al lector.

Por otra parte están las estrategias militares, «carne» habitual de ensayo, pero pocas abordado desde el punto de vista del novelista; no son pocos los autores que omiten las batallas o la Guerra de las Galias en su totalidad.

Yo lo querido convertir en parte central de la novela dado que me parecía imprescindible para conocer a Julio César y alcanzar a comprender la trascendencia de su figura histórica.

Por último destacaría las sombras del personaje; no oculto mi admiración por César, pero eso no evita que describa sus vicios, corrupción o su poco apego a la ley.

La novela encumbra al personaje, pero no desde un retrato precisamente amable.
 
Además de Julio César, en la novela aparecen otros personajes históricos importantes, ¿quién es para ti el más destacable? 

«En el nombre de Roma» es el retrato de una época de grandes personajes. Pompeyo, Craso, Catón, Marco Antonio, Servilia, Aurelia, Cleopatra… todos ellos forman parte de una sociedad verdaderamente compleja y sus interacciones les hacen más grandes.

En conjunto, hacen que un no-personaje gane una enorme importancia: Roma.

Al margen de Julio César, el lector va a conocer Roma, su grandeza, el nacimiento del imperio…, pero también sus miserias y cloacas.
 
¿Cómo te has informado para la creación de este relato? ¿Cómo ha sido tu investigación? 

«En el nombre de Roma» es el resultado de 30 años de lectura e investigación. No podría haber escrito esta novela sin apoyarme en toda la documentación histórica existente y haber pasado muchas horas en compañía de Cicerón, Tito Livio, Plutarco o Suetonio.

Intenté no dejar una sola fuente sin leer y además comprender las visiones de autores actuales sobre los hechos relatados.

Con todo ello fabriqué mi propia versión antes de plasmarla en la novela.
 
¿Qué podemos aprender de este momento histórico?

Seguramente tengamos mucho que aprender sobre su manera de hacer política, la capacidad de llegar a acuerdos desde posiciones muy enfrentadas; de la preocupación que mostraba Roma por los ciudadanos más necesitados con repartos de grano, escolarización gratuita, fomento y construcción de bibliotecas públicas… estos y otros muchos aspectos eran una obligación del político romano y no
una dádiva como lo vemos ahora.

Con dos mil años de diferencia y mucho matices, tenemos mucho que aprender de la sociedad romana.

Vía NdP editorial Pié de Página.

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