Desde 1916 la momia conocida como “niño de oro” se encontraba en el sótano del Museo Egipcio de El Cairo, sin que fuese examinada adecuadamente, hasta que una tomografía computarizada determinó que en su interior se hallaban 49 amuletos de 21 tipos diferentes.
Se trata de un niño entre 14 a 15 años quien falleció por causas naturales, colocándole al momento de su entierro esta gran cantidad de amuletos, para que pudiese traspasar todos los obstáculos en el más allá, descritos en el Libro de los Muertos.
Estaba enterrado en dos ataúdes el primero con inscripciones griegas que resguardaba un sarcófago de madera, allí los investigadores observaron amuletos como: el escarabajo, la lengua dorada, una máscara dorada, las sandalias blancas de la pureza, ojo de Horus, entre otros.
Cada uno de estos amuletos serviría para traspasar cada una de las fases que transitaba el difunto, además de poseer la facultad de comunicarse adecuadamente con los dioses.
Varios de estos objetos fueron realizados en oro, otros en piedras preciosas y semipreciosas.