La Segunda Guerra Mundial y sus efectos a largo plazo en quienes la vivieron

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Manuel Álvarez Esteban
Romántico, en el sentido artístico de la palabra. En mi adolescencia tanto familiares como amigos me recordaban una y otra vez que era un humanista empedernido, pues pasaba el rato haciendo lo que quizás otros no tanto, creyéndome Bécquer, inmerso en mis propias fantasías artísticas, en libros y películas, deseando constantemente viajar y explorar mundo, admirado por mi pasado histórico y por las maravillosas producciones del ser humano. Por ello decidí estudiar Historia y simultanear con Historia del Arte, porque me parecía la manera más adecuada de llevar a cabo las habilidades y pasiones que me caracterizan: leer, escribir, viajar, investigar, conocer, dar a conocer, educar. La divulgación es otra de mis motivaciones, pues entiendo que no hay palabra que tenga valor real si no es porque haya sido transmitida con eficacia. Y con ello, tengo la determinación de que todo lo que haga en mi vida tenga un fin didáctico.
La Segunda Guerra dejó graves consecuencias en quienes la vivieron.
La Segunda Guerra dejó graves consecuencias en quienes la vivieron.

Una encuesta lanzada por la Ludwig-Maximilians-Universitaet (LMU) de  Múnich y la RAND Corporation de Santa Monica (California) señala que los ancianos en cuya infancia infancia sufrieron los traumas de la Segunda Guerra Mundial son más proclives a contraer algunas enfermedades psíquicas y físicas.

La Segunda Guerra Mundial tuvo consecuencias humanas devastadoras, llevándose consigo directa o indirectamente a un 3% de la población mundial, entre 62 y 78 millones de personas. Muertos en el campo de batalla, durante los bombardeos, o en los campos de concentración, la mitad de estos caídos eran ciudadanos de a pie. Por otra parte, muchos de los supervivientes aún viven para contar las traumáticas experiencias que sufrieron de 1939 a 1945.

Aunque ahora ancianos, la mayoría de ellos padecieron los sufrimientos de la guerra siendo niños. Fueron testigos de las más duras atrocidades y vivieron durante años en un entorno en el que la violencia y la destrucción estaban a la orden del día. ¿Cómo afectan estas memorias, estos recuerdos de episodios de bombardeos, hambre, desplazamientos y desolación, a sus vidas en la actualidad?

El estudio epidemiológico ha concluido que estas personas son más proclives a padecer problemas de salud física y mental, sobre todo aquellos cuyas naciones y pueblos se vieron más afectados por las desavenencias de la guerra. Son estadísticamente más propensos a padecer depresión,  diabetes y enfermedades cardiovasculares. Así mismo, en algunos casos, al tratarse de personas con una educación deficiente a causa de la interrupción bélica, son tendentes a sentirse insatisfechos con sus vidas.

A pesar de que parece lógico que sea más probable que estas personas, que han sufrido períodos continuados de malnutrición y todo tipo de vivencias extremas en su infancia, padezcan enfermedades como la depresión o la diabetes, el director del estudio el profesor Joachim Winter señala que con él se ha podido medir y cuantificar el efecto de estas consecuencias a largo plazo.

Sorprendentemente, estas consecuencias permanentes y de larga duración son hacen mucho más patentes entre aquellos que pertenecieron a las clases medias y luego tuvieron que sobrellevar una dura vida para recuperar su estatus.

Winter ha comentado que «a tenor del alcance de los daños físicos que ha provocado la Segunda Guerra Mundial y su relevancia para el desarrollo político y económico de Europa, nuestro conocimiento de sus impactos a largo plazo entre aquellos que estuvieron expuestos a ella debe considerarse relativamente modesto».

 

 

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