Las patas largas como las del Tyrannosaurus Rex (Tiranosaurio), son una muestra de que los dinosaurios podían ser buenos corredores, pero también excelentes para caminar.
Durante años los científicos han asumido que los dinosaurios con extremidades largas las tenían así desarrolladas para poder atrapar a sus presas y evitar a los depredadores con su velocidad.
Pero, un nuevo estudio realizado por Thomas Holtz y su equipo de la Universidad de Maryland, sugiere que las patas largas evolucionaron entre los depredadores más grandes para ayudarlos a conservar energía y recorrer ciertas distancias cuando estaban buscando presas.
“La suposición tiende a ser que los animales con sus extremidades largas están adaptados para obtener una velocidad máxima más alta”, explicó Holtz.
“Pero, cuando eres un animal más grande, esas adaptaciones también pueden ser para resistencia y eficiencia. Puede tratarse de un maratonista en lugar de un velocista”, añadió.
Holtz y su equipo analizaron una gran cantidad de métricas como proporción de extremidades, proporción de tamaño, masa corporal y marcha, para poder estimar las velocidades máximas de más de 70 especies del grupo de dinosaurios terópodos.
El tamaño de los terópodos oscilaba entre aquellos de menos de medio kilo de peso, y otros que superaban las 9 toneladas, incluyendo entre ellos al Tyrannosaurus y muchos otros depredadores de dos patas que dominaron en la era de los dinosaurios.
Entre los antecedentes, encontramos que tanto el bipedismo como la velocidad de carrera, fueron citados como los principales contribuyentes a su éxito.
Pero, el estudio nos muestra una historia más matizada, debido a que, según sus resultados, las patas más largas se asociaron a velocidades más altas en dinosaurios pequeños y medianos, pero no sucedió igual en aquellos dinosaurios que pesaban más de 1 tonelada.
Los científicos sabían que el tamaño corporal más grande podía limitar la velocidad, y el estudio demostró que las especies de dinosaurios más grandes y con patas más largas no eran más rápidos que sus hermanos más pequeños, pero sí que se movían de forma más eficiente.
“Era, en realidad, un ahorro muy beneficioso porque los depredadores tienden a pasar gran parte de su tiempo buscando comida, buscando presas”, explicó Holtz.
Estos resultados resaltan el impacto que frecuentemente se pasa por alto sobre las proporciones corporales en la capacidad de correr, y el efecto limitante que éste tiene.
Este estudio fue publicado en la revista PLOS ONE el 13 de mayo de 2020.
Vía: Universidad de Maryland.