Mitología babilónica: lo esencial en 3 minutos
La mitología babilónica es el conjunto de creencias, deidades y narrativas religiosas del antiguo imperio de Babilonia, que surgió en Mesopotamia alrededor del segundo milenio antes de Cristo. A diferencia de la mitología griega, que ha sido preservada principalmente en textos literarios como La Ilíada y La Odisea, la mitología babilónica nos ha llegado fragmentada a través de inscripciones cuneiformes, tablillas de arcilla y referencias en textos posteriores. Sin embargo, su influencia en la religión occidental ha sido profunda, especialmente en la tradición judeo-cristiana.
El panteón babilónico incluía deidades principales como Marduk (dios de Babilonia y después señor supremo), Ishtar (diosa del amor, la guerra y la fertilidad), Ea (dios del agua y la sabiduría) y muchos otros dioses heredados de tradiciones sumerias y acadias anteriores. Lo fascinante es que la mitología babilónica no fue creada ex nihilo, sino que fue una síntesis y transformación de mitologías más antiguas, especialmente la sumeria. Los babilonios absorbieron, adaptaron y reinterpretaron los mitos de los pueblos que conquistaron, elevando sus propios dioses (especialmente Marduk) a posiciones de supremacía.
El mito más importante es el Enuma Elish (literalmente «cuando en lo alto»), la epopeya babilónica de creación que narra cómo Marduk ascendió al poder supremo al vencer al caos primordial representado por la diosa Tiamat. Este mito fue recitado durante festivales religiosos babilónicos y tiene resonancia con narrativas de creación posteriores, incluyendo posiblemente la cosmogonía bíblica. La mitología babilónica influyó significativamente en cómo posteriores civilizaciones imaginaban la estructura del cosmos, la naturaleza del mal, y la lucha entre orden y caos.
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A continuación desarrollamos el panteón completo de deidades babilónicas, la epopeya de creación Enuma Elish, los mitos principales de dioses como Marduk, Ishtar y Ea, la cosmología babilónica, las festividades religiosas, y la influencia de la mitología babilónica en tradiciones posteriores incluyendo el judaísmo y el cristianismo. Ideal para trabajos académicos, investigación sobre religiones antiguas, o curiosidad sobre civilizaciones mesopotámicas.
El panteón babilónico: estructura y jerarquía
La mitología babilónica no presenta un panteón estático. Contrariamente a la mitología griega, donde los doce Dioses Olímpicos permanecen relativamente fijos en su estructura jerárquica, el panteón babilónico fue evolucionando constantemente, reflejando los cambios políticos y militares de Babilonia. Esta elasticidad teológica es característica de las religiones mesopotámicas: los dioses ascendían o descendían en importancia según el poder político de sus ciudades de origen.
Los dioses babilónicos se pueden categorizar en varias generaciones, similar a cómo la mitología griega presenta sucesiones de poderes divinos. La generación más antigua incluye a Apsu (el agua dulce primordial) y Tiamat (el océano salado primordial). De estos emergen dioses de generaciones posteriores: Lahmu y Lahamu (figuras primordiales), seguidos por Anshar y Kishar (representantes del horizonte). Estos dioses primordiales son menos personalizados que los griegos: no tienen tanto narrativa asociada, sino que representan aspectos cósmicos abstractos.
La generación más importante es aquella que incluye a los dioses superiores que los babilonios adoraban activamente. Anu (el dios del cielo, equivalente al Zeus griego pero mucho menos activo en los mitos), Enlil (dios de la atmósfera y el viento en la tradición sumeria, heredado por babilonios), y Ea/Enki (dios de las aguas y la sabiduría). Estos tres dioses formaban, en ciertos períodos, una tríada de poder supremo. Sin embargo, la verdadera transformación del panteón ocurre cuando Marduk, inicialmente un dios de importancia menor, asciende a la supremacía.

La ascensión de Marduk refleja la ascensión política de Babilonia como potencia militar. Durante el Primer Imperio Babilónico (1894-1595 a.C.), bajo Hammurabi, Babilonia se convirtió en la potencia dominante de Mesopotamia. Teológicamente, esto se expresó mediante la elevación de Marduk a dios supremo. El Enuma Elish, la epopeya de creación babilónica, es fundamentalmente la historia de cómo Marduk logró esta supremacía. Es un mito que justifica religiosamente el poder político de Babilonia.
Junto a Marduk, otros dioses importantes en el panteón babilónico incluyen a Ishtar (la diosa del amor, la guerra, la fertilidad y el planeta Venus), probablemente la deidad más activa en narrativas mitológicas. Ishtar, heredada en esencia de la sumeria Inanna, es una figura ambigua: simultáneamente seductora y destructiva, amante y guerrera. Su hijo es Tammuz (también llamado Dumuzi en la tradición sumeria), un dios de la vegetación y la fertilidad cuya muerte y resurrección anual marcaban los ciclos agrícolas. Otros dioses significativos incluyen a Sin (dios de la luna), Shamash (dios del sol y la justicia), Nergal (señor del inframundo), y Ninshubur (asistente de Ishtar).
El Enuma Elish: la epopeya de creación
El Enuma Elish es, sin dudas, el texto más importante de la mitología babilónica. Conservado en siete tablillas de arcilla cuneiforme (descubiertas en la biblioteca de Asurbanipal en Nínive en 1849), el Enuma Elish narra la creación del universo, la generación de dioses, y especialmente el ascenso de Marduk a supremacía divina. El título, «Enuma Elish», significa literalmente «Cuando en lo alto» en acadia, las dos primeras palabras del texto.
La narrativa comienza con el caos primordial. Antes de cualquier cosa, existían dos realidades acuosas: Apsu (las aguas dulces) y Tiamat (las aguas saladas). De su unión emergieron seres divinos. Los primeros en nacer fueron generaciones de dioses, pero estos dioses jóvenes eran ruidosos, caóticos, perturbadores. El ruido de su actividad molestaba a Apsu y Tiamat. Apsu, incapaz de tolerarlo, decide aniquilar a estos dioses jóvenes. Sin embargo, Ea (Enki), el dios más sabio, se entera del plan y logra adormecer a Apsu, matándolo. De Apsu muerto, Ea construye su morada. Pero esto despierta una cólera colosal en Tiamat.
Tiamat, devastada por la muerte de Apsu, decide vengarse. Ella crea once monstruos para luchar contra los dioses. El conflicto que sigue es épico: los dioses jóvenes confrontan a Tiamat y sus monstruos. Sin embargo, la batalla no es sencilla. Tiamat es el caos primordial personificado: es virtualmente imbatible. Generación tras generación de dioses intenta confrontarla, pero fracasan. El pánico cunde entre los dioses.
Es en este momento crítico que Marduk entra en escena. Marduk, no es uno de los dioses más antiguos. De hecho, su origen es relativamente modesto. Sin embargo, Marduk ofrece confrontar a Tiamat bajo una condición: si logra vencer a Tiamat, los otros dioses deben reconocerlo como su rey supremo, como el dios que comanda el destino de todos. Los dioses, desesperados, aceptan el trato.
Marduk, equipado con armas especiales (incluyendo flechas, redes, vientos), confronta a Tiamat. La batalla es feroz. Marduk utiliza estrategia: atrae a Tiamat para que abra su boca, luego dispara vientos hacia su interior, inflándola. Con Tiamat incapacitada, Marduk dispara una flecha que la mata. Del cuerpo muerto de Tiamat, Marduk crea el universo: su sangre se convierte en ríos, sus huesos en montañas, su piel en tierra. Finalmente, Marduk crea a la humanidad como esclavos de los dioses, para que realicen el trabajo que los dioses no quieren hacer.
El Enuma Elish es, en esencia, una justificación teológica de la supremacía política de Marduk/Babilonia. No es meramente narrativa cosmológica, sino propaganda religiosa. Comunica que así como Marduk es el supremo entre los dioses porque demostró su poder sobre el caos, así Babilonia es la suprema entre las ciudades-estado porque demostró su poder militar. La estructura narrativa refuerza esta tesis: el orden surge solo cuando hay un poder supremo capaz de conquistar el caos.
Marduk: el dios supremo
Marduk (también llamado Merodach en algunas transliteraciones) es la deidad más importante del panteón babilónico tardío, aunque paradójicamente no es el dios más antiguo. Su ascenso a supremacía es uno de los cambios más interesantes en la mitología mesopotámica, porque refleja explícitamente cambios políticos reales.
Originalmente, Marduk era una deidad local de la ciudad de Babilonia, de importancia relativamente menor comparada con Enlil (el dios de la atmósfera) o Anu (el dios del cielo). Sin embargo, conforme Babilonia se convirtió en potencia hegemónica bajo Hammurabi (1792-1750 a.C.), la teología fue reescrita. El Enuma Elish fue compuesto (probablemente durante el Segundo Imperio Babilónico, 1460-1155 a.C., o quizás antes) para justificar la supremacía de Marduk y por tanto, de Babilonia.

Marduk es generalmente representado en el arte babilónico como un dios joven, frecuentemente barbado, portando símbolos de poder: cetro, corona, o el dragón Mushhushshu (que aparece en la Puerta de Ishtar). Su animal sagrado es el dragón, que representa el poder sobre el caos (pues Marduk venció al caos en forma de Tiamat).
Dentro del panteón, Marduk tiene múltiples epítetos que expresan diversos aspectos de su poder: es «el Rey de los Dioses«, «el Creador«, «el Juez de Vivos y Muertos«, «el Que Conoce los Destinos«. Cada epíteto refleja una función religiosa diferente. Como creador, Marduk es responsable del orden cósmico. Como juez, Marduk determinaba el destino de los humanos y de otros dioses. Como conocedor de destinos, Marduk poseía una capacidad profética, algo muy importante en la religión babilónica.
Marduk tiene un hijo significativo: Nabu (también escrito Nebo), dios de la escritura, la sabiduría y el lenguaje. Nabu es representado portando estilos de escritura y tablillas, reflejando su dominio sobre la comunicación y el conocimiento. En la mitología babilónica, Nabu es el escriba de los destinos: bajo órdenes de Marduk, Nabu inscribe en tablillas el destino de los dioses y los hombres.
La relación de Marduk con otros dioses es compleja. Mientras que Marduk es supremo, otros dioses mantienen sus funciones y rangos. Ea, aunque técnicamente inferior a Marduk según el Enuma Elish, permanece como dios de la sabiduría y consejero supremo. Enlil, aunque desplazado de su anterior supremacía, continúa siendo importante. La mitología babilónica no reemplaza completamente la antigua cosmología, sino que la reestructura jerárquicamente.
Ishtar: la diosa ambigua
Ishtar es, sin dudas, la deidad femenina más importante del panteón babilónico. Heredera de la sumeria Inanna, Ishtar es una figura profundamente ambigua: simultáneamente amante, guerrera, madre y destructora. Es la diosa del amor sexual y de la prostitución sagrada, pero también la diosa de la guerra y la matanza. Es representante de la fertilidad, pero también de la infertilidad. Es esta ambigüedad la que la hace fascinante y central en la mitología babilónica.
Ishtar es identificada con el planeta Venus, la «Estrella de la Mañana» (cuando aparece antes de la salida del sol) y la «Estrella de la Tarde» (cuando aparece después de la puesta del sol). Esta dualidad se refleja en su naturaleza: es luminosa y bella, pero también terrible y desoladora. Su templo más importante era el Eanna en Uruk, donde existía la práctica de prostitución sagrada. Las mujeres que servían a Ishtar en el templo eran consideradas sacerdotisas y la actividad sexual era considerada acto religioso que honraba a la diosa.

El mito más importante de Ishtar es su «Descenso al Inframundo«. En esta narrativa, Ishtar decide descender al reino de Nergal (el dios del inframundo), quizás con intenciones de conquistarlo, quizás de seducir a Nergal, quizás de asegurar el poder sobre la muerte misma. Cuando Ishtar llega a las puertas del inframundo, el guardián le advierte que nadie puede entrar al inframundo portando sus insignias de poder. Ishtar debe despojarse gradualmente de cada uno de sus siete velos/prendas: su corona, sus joyas, su arco, su cinturón, etc. Con cada prenda que abandona, se vuelve más vulnerable.
Una vez Ishtar ha penetrado completamente en el inframundo, completamente desnuda, confronta a Nergal. Sin embargo, el encuentro no es como Ishtar esperaba. Nergal (quizás como castigo por su arrogancia) ordena que Ishtar sea asesinada. Su cuerpo es suspendido en el inframundo, convertido en un cadáver putrefacto. Mientras Ishtar permanece muerta en el inframundo, la fertilidad en el mundo de arriba cesa. Las plantas no crecen, los animales no se reproducen, la actividad sexual humana cesa. El mundo arriba es como el inframundo: estéril, desolado, muerto.
Los otros dioses, notando la catástrofe, envían a Enki (el dios de la sabiduría) o a otros mensajeros para negociar el retorno de Ishtar. Nergal finalmente acepta dejarla partir, pero bajo condiciones: Ishtar debe encontrar a alguien que la reemplace en el inframundo. Cuando Ishtar retorna al mundo de arriba, viaja al Dubbilum (el lugar de los lamentos) donde encuentra a varios personajes que no la habían llorado durante su ausencia. Ishtar ordena que sean arrestados y llevados al inframundo para reemplazarla. Algunos textos sugieren que es Tammuz (su amante) quien debe permanecer en el inframundo como su sustituto.
Este mito tiene resonancia con los ciclos agrícolas: la muerte anual de la vegetación en invierno es interpretada como Ishtar siendo capturada en el inframundo. Su retorno en primavera es su liberación. El mito también explora temas de género, poder y sexualidad: Ishtar es una deidad femenina que intenta ejercer poder absoluto pero es humillada; su desnudez en el inframundo es tanto vulnerable como poderosamente simbólica.
Enlil: el dios destronado de la atmósfera
Enlil representa una de las figuras más trágicas del panteón babilónico: el dios supremo desplazado. Heredado directamente de la tradición sumeria, donde era conocido como el «Señor del Aire» o «Señor de la Tormenta», Enlil reinó sin rival durante milenios como la deidad más poderosa de Mesopotamia. Su autoridad era cosmológica: controlaba el viento, las tormentas, la fertilidad de las tierras y, más importante aún, los destinos de dioses y hombres. Los sumerios lo veneraban en el gran templo Ekur en Nippur, considerado el santuario más sagrado de toda Mesopotamia antigua.

Sin embargo, la ascensión de Babilonia como potencia hegemónica bajo Hammurabi cambió la estructura religiosa. Conforme Babilonia se fortalecía militarmente, su dios local Marduk requería legitimación divina. El Enuma Elish no eliminó a Enlil del panteón, pero lo sometió jerárquicamente a Marduk. Esto es políticamente significativo: Enlil no fue destruido ni olvidado, sino que fue integrado en una nueva estructura de poder donde ya no era supremo. Es una transformación teológica sofisticada que refleja cómo Babilonia absorbía las culturas que conquistaba sin negarlas completamente.
En la mitología babilónica posterior, Enlil permanece como una figura importante pero subordinada. Continúa siendo venerado, especialmente en Nippur, pero su rol se redefine: ya no es el juez final de los destinos, sino uno entre muchos dioses bajo la autoridad de Marduk. Lo fascinante es que esta transformación no generó conflicto religioso sino síntesis. Los babilonios mantuvieron el culto a Enlil mientras elevaban a Marduk, demostrando una flexibilidad teológica característica de las religiones mesopotámicas. En cierto sentido, Enlil se convirtió en el recordatorio viviente de cómo el poder, incluso el poder divino, está sujeto a las vicisitudes de la política y la historia.
Ea/Enki: el dios de la sabiduría

Ea (nombre babilónico; en sumerio se llamaba Enki) es el dios de las aguas dulces, de la sabiduría, de la magia y del conocimiento. Aunque en el Enuma Elish Ea es técnicamente inferior a Marduk, en muchas narrativas mitológicas Ea es presentado como el más sabio, el consejero supremo, el dios que sabe los secretos del universo.
Ea es generalmente representado como una figura anciana barbada, frecuentemente rodeado de agua. Sus símbolos incluyen acuarios (peces emergiendo del agua), representando su dominio sobre las aguas. Su templo principal era el Apsu en Eridu, la ciudad más antigua de Babilonia. Eridu es considerada por algunas tradiciones como el primer lugar del mundo donde la civilización emergió.
En el Enuma Elish, Ea es quien ingeniosamente mata a Apsu al adormecerlo. Esta acción refleja la caracterización de Ea: es inteligencia sobre fuerza bruta. Ea resuelve problemas mediante astucia, no mediante confrontación directa. Cuando el caos amenaza (en forma de Tiamat), es Ea quien sugiere que Marduk, siendo joven e intrépido, podría confrontar el caos donde los dioses más antiguos han fracasado.
Este dios es especialmente importante en narrativas relacionadas con la humanidad. En algunas versiones, es Ea quien sugiere crear a los hombres para servir a los dioses, aliviando a los dioses de trabajo. Ea trabaja con otros dioses (frecuentemente con Ninhursag, la diosa-madre) para realizar la creación. La humanidad es concebida como siervos de los dioses, creados específicamente para cumplir tareas que los dioses consideran indignas.
También el dios de la magia (babilónico «HE.SI», literalmente «cosa destello»). La magia en la mitología babilónica no es considerada malvada per se, sino una forma de conocimiento y poder que puede ser ejercida por dioses, reyes o sacerdotes iniciados. Ea es el supremo poseedor de estos conocimientos mágicos.
Tammuz: el dios de la fertilidad y la muerte

Tammuz (babilónico, de sumerio Dumuzi) es un dios de la vegetación cuya muerte y resurrección anual son centrales para la religión agraria babilónica. Tammuz es consorte de Inanna/Ishtar y su muerte es, en algunas versiones, la consecuencia de ser desaprensivo con ella.
Cada año, en primavera, Tammuz muere. Su muerte puede ser atribuida a varias causas en diferentes versiones: en algunas es Ishtar quien lo envía al inframundo, en otras es una bestia salvaje (especialmente en la tradición sumeria donde es un pastorcillo asesinado por un lobo). Su muerte es acompañada de lamentos rituales. En la región Levantina, donde el culto de Tammuz se extendió, mujeres realizaban rituales funerarios, lamentando públicamente la muerte del dios. El libro de Ezequías 8:14 hace referencia a estas mujeres que «lloraban por Tammuz» frente al templo de Jerusalén, demostrando que el culto de Tammuz llegó a influenciar incluso la religión israelita.
Después del período de lamento (frecuentemente el verano), Tammuz resucita. Su resurrección marca el retorno de la fertilidad: las plantas crecen nuevamente, los animales se reproducen, la vida sexual humana se reactiva. Tammuz representa el ciclo anual de muerte y resurrección que es fundamental para la vida agrícola.
El culto de Tammuz probablemente influyó en culturas posteriores. Algunos estudiosos han sugerido conexiones entre Tammuz y deidades posteriores como Osiris (Egipto), Dioniso (Grecia), e incluso narrativas religiosas posteriores sobre resurrecciones divinas. La estructura mitológica es similar: un dios muere, es lamentado, y luego resucita, con cada resurrección marcando la renovación de la vida.
Sin: el dios de la luna
Sin es el dios de la luna y uno de los dioses más antiguos de Mesopotamia. En contraste con Shamash (el dios del sol), que representa la justicia y el juicio, Sin representa la medición del tiempo y el misterio. La luna, visible en la noche, que cambia de forma constantemente, que desaparece y reaparece, es simbólicamente asociada con el misterio, el cambio, el ciclo.
Sin es frecuentemente representado con una media luna sobre su frente, o como un personaje joven portando una corona de luna creciente. Su color sagrado es el plata o el blanco. Su animal sagrado es el toro, probablemente porque los cuernos del toro se asemejan a la luna creciente. Su templo más importante era el Ekishnugal en Ur.
En algunas narrativas, Sin es el padre de Shamash (el sol) e Ishtar (Venus), aunque esto varía según las tradiciones. Sin es generalmente caracterizado como un dios reflexivo, quizás reservado comparado con dioses más activos como Ishtar o Shamash. Sin es invocado especialmente por viajeros nocturnos, marineros y por cualquiera que dependa de la luna para medir el tiempo o para ver en la oscuridad.
La enfermedad y la salud eran frecuentemente atribuidas a Sin en la medicina babilónica antigua. Un eclipse lunar era interpretado como Sin siendo atacado por una entidad maligna, y se realizaban rituales para «rescatar» al dios de la luna de su atacante.
Shamash: el dios del sol y la justicia

Si Sin es misterio y ciclo, Shamash es orden y justicia. Shamash es el dios del sol, pero más importante, es el dios de la ley, la justicia, la verdad y el juicio. Es significativo que en culturas mediterráneas posteriores, también el sol fuese asociado con justicia (Apolo en Grecia es simultáneamente dios del sol y de la profecía/verdad).
Shamash es representado como un dios en un carro tirado por caballos, viajando a través del cielo cada día. Este viaje del sol a través del cielo era interpretado como una jornada de trabajo: Shamash «juzgaba» los asuntos de los mortales mientras viajaba, observándolo todo. Por la noche, Shamash desciende al inframundo (Kur), donde continúa juzgando a los muertos.
Shamash es invocado en todo acto de justicia. Es significativo que el Código de Hammurabi (el famoso código legal babilónico de ~1750 a.C.) comience con una invocación a Shamash, pidiendo que el dios otorgue justicia al rey. Los juicios babilónicos frecuentemente invocaban a Shamash como testigo supremo: no se podía mentir frente al dios del sol porque nada está oculto ante su mirada.
Shamash también tenía funciones curativas. Su capacidad de «ver» todo hacía que fuese asociado con la claridad, la sanación, la revelación de lo oculto. Shamash podía revelar lo que estaba escondido, sanar lo que estaba enfermo, porque su naturaleza es luz que disipa la oscuridad.
| Deidad | Dominio | Animal/Símbolo | Templo Principal | Relaciones Clave | Características |
|---|---|---|---|---|---|
| Marduk | Supremacía, creación, destino | Dragón Mushhushshu | Esagila (Babilonia) | Padre de Nabu | Dios supremo, ascenso político reflejado |
| Ishtar | Amor, guerra, fertilidad, muerte | León, Estrella de Venus | Eanna (Uruk) | Amante de Tammuz | Ambigua, poderosa, destructiva |
| Enlil | Atmósfera, viento, destino, autoridad | Viento, símbolo de poder | Ekur (Nippur) | Antiguo dios supremo, padre de muchos dioses | Dios supremo destronado, sumerio por origen, aún influyente |
| Ea/Enki | Sabiduría, agua dulce, magia | Pez, agua | Apsu (Eridu) | Consejero de dioses | Sabio, astuto, creador de humanos |
| Sin | Luna, tiempo, misterio | Toro (cuernos crecientes) | Ekishnugal (Ur) | Padre de Shamash e Ishtar | Reflexivo, misterioso, cíclico |
| Shamash | Sol, justicia, verdad | Caballo, sol | Ebabbar (Sippar) | Hijo de Sin | Observador, juez, revelador |
| Tammuz | Vegetación, fertilidad, resurrección | Pastorcillo/joven | Varios | Amante de Ishtar | Muerte/resurrección anual, ciclos |
| Nergal | Inframundo, peste, muerte | León, muerte | Kutha | Esposo de Ereshkigal | Señor del inframundo, temido |
| Ereshkigal | Reina del inframundo | Corte infernal | Inframundo | Esposa de Nergal | Poderosa pero prisionera en inframundo |
| Ninshubu | Asistente divino, mensajera | Variado | Templos de Ishtar | Sirviente de Ishtar | Leal, representa obediencia |
| Nabu | Escritura, sabiduría, lenguaje | Dragón Mushhushshu | Ezida (Borsippa) | Hijo de Marduk | Escriba de destinos, conocimiento |
La cosmología babilónica
La cosmología babilónica es la comprensión de cómo el universo estaba estructurado, qué poderes gobernaban y cuál era el lugar de los humanos dentro de este orden cósmico. Esta cosmología era fundamentalmente jerárquica: dioses en lo alto, humanos en la tierra, muertos en el inframundo.
El universo babilónico se componía de varios niveles. En lo más alto estaba Anu, señor del cielo. Bajo Anu estaba Enlil, señor de la atmósfera y de la tierra. El nivel terrestre era donde vivían los humanos. Por debajo, accesible a través de varios puntos (frecuentemente describidos como puertas en el norte o en occidente), estaba el Kur o Irkalla, el inframundo, donde reinaban Nergal y Ereshkigal.
Los babilonios imaginaban el universo como dividido por la «Montaña Cósmica» (Mashu), que servía como frontera entre la tierra y el cielo. Los dioses viajaban a través de esta montaña y ocasionalmente, los humanos (especialmente reyes y héroes) podían acceder a ella mediante viajes míticos. El horizonte era considerado donde el cielo descansaba sobre la tierra, creando una barrera entre mundos.

Las aguas eran fundamentales en la cosmología babilónica. El «Primordial Apsu» (Abzu en sumerio) era el océano de agua dulce que rodeaba y sostenía toda la tierra. La tierra flotaba sobre las aguas de Apsu. Los ríos (especialmente el Tigris y el Éufrates) eran considerados conexiones entre el agua primordial abajo y la tierra de arriba. Los babilonios comprendían, de manera intuitiva, que el agua era fuente de vida; la mitología reflejaba este entendimiento.
El inframundo (Kur/Irkalla) era concebido como un lugar sin luz, sin esperanza. No era exactamente «infierno» en el sentido cristiano (lugar de castigo de pecadores), sino simplemente la realidad de la muerte: un lugar donde todas las personas, sin excepción, eventualmente irían. Los muertos en el inframundo eran representados como sombras, fantasmas, sin capacidad de acción. Ocasionalmente, mediante magia o invocación, estos espíritus podían ser contactados, pero regresaban a su existencia espectral después. No había esperanza de resurrección en el inframundo para la mayoría (excepto dioses como Tammuz).
Las festividades religiosas babilónicas
La religión babilónica no era puramente personal o contemplativa; era profundamente institucionalizada y ritualizada. Las festividades religiosas eran momentos cruciales donde la cosmología mitológica se actualizaba, se reafirmaba, y se creía que influenciaba activamente los eventos del mundo real.
La festividad más importante era el Akitu (Año Nuevo babilónico), celebrado en primavera (aproximadamente marzo/abril en el calendario moderno). El Akitu duraba varios días y era cargado de significado cosmológico y político. Durante el Akitu, se creía que Marduk renovaba su poder y confirmaba su supremacía. El ritual incluía procesiones donde la estatua de Marduk era llevada por la ciudad, proclamas de leyes y ordenanzas reales (que se creía tenían respaldo divino durante el Akitu) y rituales donde el orden (representado por Marduk) era reafirmado contra el caos.
Es significativo que el ritual del Akitu incluía un momento donde se recitaba públicamente el Enuma Elish completo. Los sacerdotes narraban la epopeya de creación como parte de la ceremonia. Esta recitación no era meramente educativa; era un acto de magia ritual donde la cosmogonía era re-enacted, reactualizando el orden cósmico. Se creía que esta recitación ayudaba a asegurar que el caos no regresaría, que Marduk permanecería victorioso y que el orden cósmico continuaría otro año.

Otra festividad importante era la dedicada a Ishtar, que incluía procesiones donde se celebraba a la diosa con canciones, danzas y ofrendas. Estas festividades eran frecuentemente asociadas con la primavera y la fertilidad.
Tammuz era honrado durante el verano con lamentos rituales. Mujeres y ocasionalmente hombres, se lamentaban públicamente por la muerte del dios, dirigiendo sus lágrimas hacia el cielo. Se creía que estas lamentaciones honraban al dios e influenciaban los poderes del universo. El lamento no era vista como pasividad, sino como participación activa en los procesos cósmicos.
Influencia en la tradición judeo-cristiana
La proximidad geográfica entre Mesopotamia y el Levante antiguo, combinada con los períodos de dominación política (especialmente el Exilio Babilónico 586-539 a.C.), resultó en influencia significativa de la mitología babilónica sobre la tradición religiosa judía y, posteriormente, cristiana. Esta influencia no fue simplemente de «préstamo» superficial, sino profunda reinterpretación.
El Enuma Elish parece haber influenciado narrativas de creación posteriores. La estructura del Génesis bíblico (orden emergiendo del caos primordial, Dios separando elementos del universo) tiene paralelos con el Enuma Elish. Algunos estudiosos han argumentado que el «caos primordial» del Génesis (el «tohu va-bohu» o caos informe) refleja el caos primordial representado por Tiamat. Aunque los autores bíblicos transformaron completamente la narrativa (eliminando elementos politeístas, enfatizando la supremacía de un único Dios), la estructura mitológica subyacente podría tener antecedentes mesopotámicos.
El concepto de un «inframundo» donde todos los muertos van (sin distinción de moralidad) parece estar influenciado por la mitología babilónica. El Sheol hebreo (el inframundo judío antiguo) es descrito de manera similar al Kur babilónico: un lugar sin luz, sin esperanza, donde todos los muertos existen como sombras.
Algunos estudiosos han sugerido que narrativas posteriores sobre resurrecciones (especialmente en el judaísmo tardío y el cristianismo) fueron influenciadas por los ciclos de muerte/resurrección de dioses como Tammuz. El cristianismo, con su narrativa central de muerte y resurrección de Jesús, podría reflejar influencias de ciclos mitopoéticos más antiguos, aunque cristianos insistirían que su narrativa es histórica, no meramente mitológica.
El concepto de un demonio o adversario de Dios podría tener raíces en las fuerzas caóticas de la mitología babilónica (especialmente Tiamat). Aunque el monoteísmo judeo-cristiano transformó completamente este concepto, la idea de «caos» como antagonista del orden divino es temáticamente similar.
El culto de Tammuz dejó trazas en tradiciones posteriores. Como se mencionó, el libro de Ezequiel refiere a mujeres llorando por Tammuz en Jerusalén. En tradiciones cristianas posteriores, especialmente en culturas mediterráneas, fiestas relacionadas con muerte/resurrección de deidades fueron absorbidas o reinterpretadas como festividades cristianas. Algunas teorías sugieren que el calendario cristiano de muerte/resurrección (Semana Santa) podría reflejar, en parte, patrones mitopoéticos anteriores.
| Deidad | Dominio | Animal/Símbolo | Templo Principal | Relaciones Clave | Características |
|---|---|---|---|---|---|
| Marduk | Supremacía, creación, destino | Dragón Mushhushshu | Esagila (Babilonia) | Padre de Nabu | Dios supremo, ascenso político reflejado |
| Ishtar | Amor, guerra, fertilidad, muerte | León, Estrella de Venus | Eanna (Uruk) | Amante de Tammuz | Ambigua, poderosa, destructiva |
| Ea/Enki | Sabiduría, agua dulce, magia | Pez, agua | Apsu (Eridu) | Consejero de dioses | Sabio, astuto, creador de humanos |
| Sin | Luna, tiempo, misterio | Toro (cuernos crecientes) | Ekishnugal (Ur) | Padre de Shamash e Ishtar | Reflexivo, misterioso, cíclico |
| Shamash | Sol, justicia, verdad | Caballo, sol | Ebabbar (Sippar) | Hijo de Sin | Observador, juez, revelador |
| Tammuz | Vegetación, fertilidad, resurrección | Pastorcillo/joven | Varios | Amante de Ishtar | Muerte/resurrección anual, ciclos |
| Nergal | Inframundo, peste, muerte | León, muerte | Kutha | Esposo de Ereshkigal | Señor del inframundo, temido |
| Ereshkigal | Reina del inframundo | Corte infernal | Inframundo | Esposa de Nergal | Poderosa pero prisionera en inframundo |
| Ninshubur | Asistente divino, mensajera | Variado | Templos de Ishtar | Sirviente de Ishtar | Leal, representa obediencia |
| Nabu | Escritura, sabiduría, lenguaje | Dragón Mushhushshu | Ezida (Borsippa) | Hijo de Marduk | Escriba de destinos, conocimiento |
Preguntas frecuentes sobre la mitología babilónica
¿La mitología babilónica era politeísta?
Sí, pero con un matiz importante. Aunque había múltiples dioses, durante ciertos períodos (especialmente bajo el Imperio Babilónico tardío), Marduk fue elevado a una posición de predominancia casi monotheísta. Algunos estudiosos han sugerido que la religión babilónica tardía practicaba «henoteísmo»: la adoración de múltiples dioses, pero con enfoque en uno como supremo. Sin embargo, en la práctica religiosa cotidiana, los babilonios adoraban múltiples deidades.
¿Los babilonios creían literalmente en los mitos?
Probablemente no literalmente, como un niño moderno podría creer en cuentos de hadas. Hay indicios de que intelectuales babilónicos comprendían los mitos como alegóricos, como expresiones de verdades profundas sobre la naturaleza del universo. Sin embargo, la población en general probablemente aceptaba los mitos más literalmente. Es similar a religiones modernas: algunos creyentes aceptan narrativas religiosas literalmente, mientras otros las interpretan simbólicamente.
¿Qué sucede a los muertos en la mitología babilónica?
Según la creencia babilónica, todos los muertos, sin excepción, van al Kur (inframundo). Allí existen como sombras, espíritus, sin capacidad de acción. No hay «cielo» o «infierno» de reward/punición basado en moral. Todos comparten el mismo destino. Esta creencia es profundamente diferente de religiones posteriores que enfatizan juicio moral post-mortem.
¿Cómo influyó la mitología babilónica en la religión griega?
La influencia fue más limitada que con la tradición judeo-cristiana, principalmente porque Grecia tenía una tradición mitológica propia establecida. Sin embargo, hay evidencia de contacto: algunos mitos griegos comparten estructuras con mitos mesopotámicos. Por ejemplo, el mito de Perséfone (que desciende al inframundo bajo Hades) tiene paralelos estructurales con el descenso de Ishtar, aunque los detalles son completamente diferentes.
¿Habla la Biblia sobre mitología babilónica?
Sí, indirectamente. Ezequiel 8:14 refiere a mujeres llorando por Tammuz. Apocalipsis 17 y 18 hacen referencias veladas a Babilonia como símbolo del mal (aunque esto es más crítica política/teológica que antropología mitológica). La Biblia no narra mitos babilónicos, pero reconoce su existencia.
¿El demonio cristiano tiene raíces babilónicas?
Posiblemente, aunque indirectamente. El concepto de un antagonista del Dios supremo (como Satán o Lucifer en el cristianismo) podría reflejar, en parte, conceptos como Tiamat (el caos antagonista del orden divino) de la mitología babilónica. Sin embargo, el Satán cristiano evolucionó de múltiples tradiciones (judaísmo tardío, dualismo persa, neoplatonismo), no simplemente de Babilonia.
¿Practicaban los babilonios sacrificios humanos?
No hay evidencia sólida de sacrificios humanos sistemáticos en Babilonia propia. Sin embargo, en contextos de guerra, captura de prisioneros, o crisis extremas, sacrificios humanos podrían ocurrir. La evidencia arqueológica es limitada comparada con otras culturas (como Fenicia o Mesoamérica). Los sacrificios babilónicos típicos eran de animales (especialmente ovejas, cabras) u ofrendas vegetales.
¿Tenían los babilonios un concepto de «mal» o «pecado»?
Sí, aunque diferente al concepto cristiano. Los babilonios comprendían ciertos actos como «contrarios a los dioses» (especialmente acciones que perturbaban el orden cósmico). La enfermedad era frecuentemente interpretada como consecuencia de transgresiones contra los dioses. Sin embargo, no había un concepto desarrollado de «pecado original» o condenación moral universal.
¿Las mujeres podían ser sacerdotisas en Babilonia?
Sí. Las mujeres servían como sacerdotisas en varios templos, especialmente de Ishtar. Las «entu» y «naditu» eran categorías de sacerdotisas. Sin embargo, las posiciones de poder máximo (sacerdote supremo de Marduk) eran típicamente ocupadas por hombres. La religión babilónica era menos restrictiva respecto a participación femenina que algunas religiones posteriores.
¿Dónde podemos aprender sobre mitología babilónica?
Las fuentes primarias son tablillas de arcilla cuneiforme excavadas desde el siglo XIX. El Enuma Elish es el texto más importante. Otros textos incluyen el «Atrahasis» (narrativa de diluvio), «Etana», y otros poemas mitológicos. Muchos han sido traducidos al inglés y español por estudiosos como W.G. Lambert, Andrew R. George, y otros.
¿Influenció la astrología babilónica la mitología?
Sí. Los babilonios fueron astrónomos sofisticados que observaban planetas y estrellas. Estas observaciones fueron integradas en la mitología: planetas fueron identificados con dioses (Venus con Ishtar, Marte con Nergal, etc.). La astrología babilónica fue posteriormente transmitida a Grecia, Persia, y otras culturas.
Un legado perdido pero influyente
La mitología babilónica, aunque menos conocida que la griega, fue extraordinariamente influyente en su tiempo y tuvo ramificaciones que se extienden hasta tradiciones religiosas modernas. El Enuma Elish, con su narrativa de orden emergiendo del caos bajo liderazgo supremo, articulaba una visión de universo y política que resonó profundamente en las antiguas civilizaciones mesopotámicas.
Los dioses babilónicos — Marduk con su poder supremo, Ishtar con su ambigüedad seductora y destructiva, Ea con su sabiduría, Sin con su misterio lunar, Shamash con su justicia solar — no eran personajes ficticios sin importancia. Eran entidades que los babilonios creían influyeaban directamente en sus vidas. La enfermedad era castigo divino; la prosperidad era bendición divina. Los rituales religiosos no eran meramente ceremoniales, sino intentos de interactuar con estas fuerzas divinas, de asegurar el favor de los dioses, de mantener el orden cósmico.
Lo que es particularmente notable es cómo la mitología babilónica reflejaba la realidad política y social de Babilonia. La elevación de Marduk reflejaba la elevación de Babilonia como potencia hegemónica. Los ciclos de Tammuz reflejaban ciclos agrícolas. La ambigüedad de Ishtar reflejaba complejidades de género y poder en la sociedad babilónica. La mitología no era escapismo, sino reflexión profunda sobre la realidad.
Aunque la antigua Babilonia ha desaparecido como entidad política hace más de dos mil años, sus mitos continúan influyendo, directa e indirectamente, en cómo culturas posteriores comprenden religión, cosmología y la relación entre los seres humanos y el universo. Estudiar la mitología babilónica es, en muchos sentidos, estudiar los orígenes intelectuales de la civilización occidental.
Fuentes y bibliografía
Textos primarios:
- Enuma Elish.
- Atrahasis.
- Compilación de mitos babilónicos: «Myths from Mesopotamia: Creation, the Flood, Gilgamesh, and Others«.
Estudios académicos (español):
- Lara Peinado, Federico. «La Mitología Babilónica». Ediciones Clásicas, 1994
- Lara Peinado, Federico. «Babilonia: Historia Política de Babilonia». Ediciones Clásicas, 1989
- Sicre, José Luis. «Profetas de Israel: Contexto Histórico». Editorial Cristiandad, 2008
Estudios académicos (inglés):
- Lambert, W.G. «The Old Testament Mythology in its Western Asian Setting». Journal for the Study of the Old Testament, 1975
- George, Andrew R. «The Babylonian Gilgamesh Epic: Introduction, Critical Edition, and Cuneiform Texts». Oxford University Press, 2003
- Oppenheim, A. Leo. «Ancient Mesopotamia: Portrait of a Dead Civilization». University of Chicago Press, 1977 (Edición revisada)
- Black, Jeremy & Anthony Green. «Gods, Demons and Symbols of Ancient Mesopotamia: An Illustrated Dictionary». British Museum Press, 1992
- Bottero, Jean. «Religion in Ancient Mesopotamia». University of Chicago Press, 2001
Teología y comparativa religiosa:
- Girard, René. «Violence and the Sacred». Johns Hopkins University Press, 1977. (Análisis del sacrificio y violencia ritual)
- Eliade, Mircea. «El Mito del Eterno Retorno». Alianza Editorial, 1972. (Cosmología mitológica)
- Campbell, Joseph. «Las Máscaras de Dios: Mitología Occidental». Editorial Atalanta, 2009
Influencia en la tradición judeo-cristiana:
- Kramer, Samuel Noah. «The Sumerians: Their History, Culture, and Character». University of Chicago Press, 1963
- Heidel, Alexander. «The Babylonian Genesis: The Story of Creation». University of Chicago Press, 1951. (Comparación con Génesis)
- Finkel, Irving L. «The Artefacts of Mesopotamia». British Museum Press, 2014
Astrología y astronomía babilónica:
- Magli, Giulio. «Mysteries and Discoveries of Archaeoastronomy«. Springer Science, 2009
- North, J.D. «The Fontana History of Astronomy and Cosmology». Fontana Press, 1994
Recursos digitales especializados:
- ETCSL (Electronic Text Corpus of Sumerian Literature) – Universidad de Oxford: etcsl.orinst.ox.ac.uk
- Biblioteca Digital Babilónica – Museo Británico
- EBL – Electronic babylonian library.
- Ancient Mesopotamia: The World’s Earliest Civilizations – Penn Museum
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