¿Qué ver en Andorra más allá de su capital?

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Marcelo Ferrando Castro
Después de estudiar Historia en la Universidad y tras muchas pruebas previas, nació Red Historia, un proyecto que surgió como medio de divulgación en donde encontrar las noticias más importantes de arqueología, historia y humanidades, además de artículos de interés, curiosidades y mucho más. En definitiva, un punto de encuentro para todos en donde poder compartir información y continuar aprendiendo.

Dejando de momento a un lado la capital, Andorra la Vella, habrá que subir hasta el rellano o pía de Engolasters desde el cual se cierne la capital andorrana a vista de pájaro.

Allí vigila, solitaria y magnífica, la fascinante capilla de Sant Miquel. En su interior puede verse un ábside forrado completamente de murales, el Pantocrátor en su almendra cósmica, arropado por el tetramorfos (los iconos de los cuatro evangelistas) y aupado sobre un friso de apóstoles y bienaventurados.

Las pinturas son una copia, pues los originales se llevaron en su día al Museu d Art Románic de Barcelona.

Tres valles secundarios cobijan otros ejemplares románicos especialmente aconsejables.

Siguiendo la carretera de Francia, en Canillo, Sant Joan de Caselles, una capilla datada entre los siglos XI y XII, es el mejor de la media docena de templos que están por allí desperdigados.

Tiene la suerte (o desgracia) de estar a pie de carretera, con lo cual es inevitable toparse con su torre de tres pisos y ventanas lombardas.

En el interior, además de un retablo gótico del siglo XVI con escenas de la vida del apóstol titular y de su Apocalipsis, puede verse un singular Cristo en majestad del XII, en estuco, al que dos lanceros edecanes parecen haber desposeído de diversos fragmentos.

Canillo, además de su parroquia al estilo románico pero rehecha en los siglos XVII y XVIII (con buen retablo renacentista), está bastante animada, posee cierto ambiente y cuenta con buenos restaurantes.

Algo que también ocurre en Ordino, que es una especie de sede cultural del Principado de Andorra, que posee varios museos notables como:

  • Casa dAreny-Plandolit del siglo XVII, con objetos y muebles que evocan a la burguesía que controlaba la metalurgia en los valles entre los siglos XVI y XIX.
  • El Museo Postal, que muestra de forma didáctica y amena el patrimonio filatélico del Principado de Andorra.
  • Museo de miniaturas, donde se puede apreciar la colección de Nikolai Sia-dristyi, considerado como el mejor micro-miniaturista del planeta.
  • Museo de iconos ortodoxos, con un centenar de obras que representan la expresión artística del arte religioso ortodoxo centroeuropeo de los siglos XVII al XTX.

Además encontramos el flamante Auditori Nacional, donde se celebra cada otoño el Festival de Música Narciso Yepes, que ha alcanzado una considerable altura internacional.

La parroquia de Ordino, aunque de origen medieval, fue remodelada entre los siglos XVII y XIX, pero conserva en su interior retablos barrocos y tallas románicas de un gran interés.

A un paso de Ordino, bajando a Sant Martí de la Cortinada, se puede ver uno de los mejores ciclos de pinturas de los valles andorranos, solo comparable al conjunto que reviste el ábside de la cercana Sant Roma de les Bons, en Encamp.

En dirección opuesta, por La Massana y camino de pistas de esquí codiciadas, se llega a Pal, un pueblo cuya iglesia de Sant Climent es otra de las mejores.

Y para que no todo sea olor a cera, en cualquiera de estos recorridos puede salimos al paso un puente medieval, una herrerío o un molino, entre otras cosas.

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