En la región inglesa de Cambridgeshire se descubrió un cementerio de la época tardorromana, con los restos de 45 individuos aproximadamente, entre los que destaca una persona que fue crucificada al que se reconstruyó su cara digitalmente.
Cuando se le sometieron las pruebas de radiocarbono, los arqueólogos descubrieron que debió vivir entre el 130 al 360 d.C., siendo más probable la segunda fecha ya que es el período de este tipo de cementerios en Gran Bretaña.
El individuo debió morir entre los 25 a 35 años, y tal como lo demuestra su cuerpo tuvo una muerte violenta.
El primer hallazgo que reveló su condición fue un clavo encontrado en su tobillo, el cual sobresalía de un lado al otro de la pierna, lo cual fue un claro indicativo de que este hombre había sido crucificado.
Posteriormente, los arqueólogos observaron marcas de que la persona había sido encadenada durante largo tiempo, lo que sostiene la teoría de que su muerte se debió a un crimen; ya sea real o imputado injustamente.