Secretos del cuidado capilar en la Antigua Roma

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El cuidado del cabello no es una práctica reciente en las sociedades. Aunque se suele relacionar con las industrias cosméticas y las tendencias modernas, lo cierto es que en la Antigua Roma ya existía toda una serie de creencias, modas y tratamientos para el pelo muy llamativos y singulares.

Tanto hombres como mujeres se sometían a múltiples procedimientos de conservación y embellecimiento capilar, algunos bastante excéntricos y otros más parecidos a los métodos que se realizan en la actualidad.

El cuidado del cabello y la peluquería, para los antiguos romanos, no solamente ingresaban en el ámbito de lo estético, sino también en las esferas del poder y de la clasificación social.

Por ello era muy importante dedicar minuciosas observaciones al área capilar, más allá de modas y vanidades.

Peinados y tintes para mujeres

En la Antigua Roma, las mujeres solían hacerse peinados según su estatus social. Las casadas usualmente se recogían el cabello en seis trenzas, mientras que las solteras optaban por peinados simples con moños, colas de caballo o trenzas.

No podían permitirse llevar el pelo suelto dado que aquello era propio de las prostitutas.

Era tradicional que las mujeres se retocaran el cabello para darle más brillo y peculiaridad. Actualmente, se emplea el cepillo alaciador para eliminar el frizz sin maltratar los mechones, pero en la Antigua Roma se utilizaban piedras talladas y aceites aromáticos para estos propósitos.

Para teñir el pelo según las tendencias de moda, se aplicaban el polvo de oro, el vinagre y el azafrán. Esto se debía al gran interés que tenían las féminas por los tonos rubios y pelirrojos.

Incluso se sabe que, para decolorar sus melenas, usaban excrementos de ciertas aves y grasa de cabra.

Peinados y un curioso remedio contra la calvicie para los hombres

En los primeros años de Roma, los varones llevaban el cabello largo y sin mayores arreglos. Sin embargo, en la época de la República, los hombres recurrieron al rizado y a los bucles, empleando el calmistro para ello.

Era usual que los ciudadanos imitaran los peinados que lucían sus altas autoridades, especialmente los emperadores.

Los varones romanos, con el tiempo, decidieron emular las tendencias cosméticas y capilares de los griegos. A raíz de la conquista a Grecia, el uso de la barba se hizo muy popular.

También se dice que esta moda la estableció el emperador Publio Elio Adriano, pues tenía una terrible cicatriz en el mentón y quería ocultarla a toda costa, dejándose crecer los vellos faciales.

Como una cabellera brillante y bien cuidada era símbolo de juventud y poder, la calvicie era motivo de vergüenza para los hombres. Los grandes líderes romanos, preocupados por ello, solían fabricarse pelucas con el pelo de los esclavos o de los enemigos derrotados en batalla.

Conociendo esta problemática, Dioscórides, médico griego que ejerció en Roma, recomendó a los romanos que se frotaran cebolla en las zonas craneales donde se estuviera desarrollando la calvicie.

Imagen: Lee Travathan / Pixabay.

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