Una joven de 17 años llamada Aviv Weizman, descubrió un fragmento de un espejo mágico bizantino con 1.500 años de antigüedad, durante una excavación arqueológica en un caminata de supervivencia.
Aviv Wizman junto a otros 500 jóvenes participaron de un Curso de Supervivencia, en el que estuvo estipulado una caminata de 90 kilómetros, desde el Monte Meron hasta el Monte Hermón.
Durante la caminata la joven y sus compañeros participaron de excavaciones arqueológicas en varios sitios de interés, uno de ellos fue en el sitio de Usha, donde la joven encontró un fragmento de cerámica extraño, que sobresalía del suelo entre las paredes de un antiguo edificio.
Cuando la niña entregó al Dr. Einat Ambar – Armon, director de un importante centro de investigaciones arqueológicas que estaba en el curso, determinó que era de un antiguo espejo mágico bizantino.
Entre los siglos IV al VI d.C., existió en toda el área una creencia muy arraigada del mal de ojo, para protegerse de este problema, se utilizaban espejos mágicos que al reflejar el espíritu maligno, confería protección al portador del amuleto.