El Tribunal Constitucional Federal alemán ha dictaminado que el Museo de Historia Alemana debe devolver una colección de 4.529 posters de finales del siglo XIX y principios del XX a Peter Sachs, el hijo del coleccionista original.
La pasión de toda una vida de Hans Josef Sachs por el arte gráfico, comenzó cuando era un adolescente a finales de la década de los ochenta. Su compañero de cuarto del Breslau Gymnasium, tenía la pared repleta de posters y a Hans le entusiasmaba.
Las primeras adquisiciones de su colección fueron posters parisinos diseñados por el maestro del Art Nouveau, Alphonse Mucha. Cuando los artistas alemanes en Berlín y Múnich empezaron a modernizarse, fueron acogidos en la colección de Sachs. Su gusto era impecable. Los posters de su colección anunciaban comida, películas, espectáculos teatrales, propaganda política, exposiciones en museos, cada uno de ellos peculiar, original e impreso en muy pequeñas tiradas.
Cuando sólo tenía 24 años, en 1905, ya poseía la mayor colección privada de posters en Alemania. Durante ese año, y junto con otros cinco amantes del poster, fundó el Verein del Plakat Freunde (la Sociedad de Amigos del Poster). Y en 1910, Das Plakat (“El Poster”), una revista sobre posters que se considera una gran influencia en la historia del arte gráfico. La sociedad y la propia revista le dieron acceso a una mayor cantidad de posters para su colección. La revista quebró en 1921.
Tras un incendio en un ático que amenazó pero no dañó su colección, Sachs empezó a buscar la manera de exponer sus posters de manera que el público pudiera verlos. En 1926 había construido un edificio para albergar su colección. Lo denominó Museo de Artes Aplicadas y lo abrió al público.
Dentista de profesión, Sachs continuó ejerciendo hasta 1935, cuando su herencia judía entró en conflicto con las Leyes de Núremberg. Para proteger su colección, transfirió la propiedad de ésta al banquero no judío Richard Lenz. En el verano de 1938, antes de que Lenz pudiera tomar posesión de la colección, el ministro de la propaganda nazi Joseph Goebbels la confiscó en su totalidad, que en ese momento había crecido hasta el asombroso número de 12.500 piezas. Quiso instalar la colección, sin duda purgada de todo modernismo, en un museo de su propiedad.
El 9 de noviembre de 1938, Hans Sachs fue arrestado durante Kristallnacht, la Noche de los cristales y enviado al campo de concentración de Sachsenhausen, en las afueras de Berlín. Fue liberado 20 días después, recogió a su mujer Felicia y a su hijo de un año Peter y salió huyendo primero a Londres y de allí a Nueva York, antes que comenzara la Segunda Guerra.
Cuando terminó la guerra, Hans supuso que su colección había sido destruida, así que solicitó una indemnización acogiéndose a la política de reembolso de la República Federal Alemana. En marzo de 1961, el gobierno de Alemania del Oeste le pagó aproximadamente $50.000 (225.000 marcos alemanes) como compensación por su pérdida. Parece una pequeña cantidad hoy en día, pero en aquella época fue una generosa oferta que todo el mundo creyó que Hans aceptaría. Y así lo hizo.
En 1966, Sachs descubrió que unos 8.000 posters de su colección habían sobrevivido a la guerra y estaban en un museo de Berlín Oriental. Escribió a las autoridades de Berlín del Este para reunirse con los oficiales del museo y que le aportaran su experiencia. También quiso asegurarse de si la colección estaba expuesta al público. El gobierno de Alemania del Este le contestó en julio de 1966 rechazando su oferta ya que la discriminatoria ley de Alemania del Oeste hacía imposible la colaboración entre los expertos de ambos países.
Hans Josef Sachs murió en 1974 sin haber visto su colección de nuevo. Tras la caída del Muro de Berlín en 1989, la colección, reducida misteriosamente a menos de 5.000 ejemplares, fue transferida al Museo de Historia Alemana en Berlín donde permaneció principalmente almacenada, con tan sólo un puñado de posters expuestos en algún momento dado.
El hijo de Hans, Peter Sachs, no supo de la existencia de la colección hasta 2005. Tan pronto como lo descubrió, intentó recuperarla. Se ofreció a pagar la compensación económica que recibió su padre en 1961 con el valor correspondiente en el año 2005 calculado en 600.000 €, pero el valor estimado de los posters en el mercado había ascendido a millones (se considera entre 6 y 21 millones de dólares en la actualidad) y el museo no quería perder una colección tan importante como irremplazable. Llevó el caso al Comité Consultivo para la Devolución del Arte confiscado por los nazis en 2007, pero como el gobierno había pagado una indemnización. La ley no estaba de su parte.
Peter Sachs llevó el caso al tribunal del distrito, pero en 2009 falló en el mismo sentido en el que lo había hecho el Comité Consultivo. Siguió apelando a tribunales superiores, y ahora la Corte Federal de Justicia ha dictaminado que Peter Sachs es, por derecho, el propietario de la colección de posters de su padre.
La decisión advierte que aunque Peter no solicitó la devolución en el plazo correspondiente y a pesar de que su padre había recibido una indemnización, el hecho de no devolverle los posters “perpetuaría la injusticia nazi”. Debido a que la intención de las leyes de compensación era devolver las propiedades de las que fueron despojadas por derecho las víctimas del terror nazi, conservar los posters infringiría por completo la ley.
El museo ha aceptado la sentencia, a pesar de que se encuentran afligidos ya que la colección es, por supuesto, un gran recurso para los estudiosos del tema. Peter Sachs, que ahora tiene 74 años, quiere cumplir el sueño de su padre de ver los posters expuestos al público, por lo que su principal prioridad es encontrar un museo donde la colección pueda ser mostrada en su totalidad y con todo su esplendor.
Por qué la justicia tarda tanto en llegar? Los beneficiarios de ella muy raramente logran disfrutar de lo que les corresponde. Al menos en este caso, el hijo y el pueblo que visite la muestra, aprovecharán el beneficio.
Hola María!
Es verdad, años ha luchado para poder recuperar lo que le correspondía por lógica, pero así es la burocracia. En este caso es peor pues primero se topó con los problemas entre las dos Alemanias, y luego con que su padre ya había recibido una compensación económica por la «pérdida» de los mismos, lo que complicó las cosas. Por suerte la familia ya podrá disfrutar de lo que le pertenece y esperemos tener más noticias como estas en el futuro, aunque también deseamos que se resuelvan antes…
Saludos!