La Prehistoria es un periodo del ser humano que no deja de despertar interés y fascinación, al mismo ritmo que las investigaciones científicas siguen profundizando en los hábitos, relaciones y modos de vida de aquellas sociedades, rebatiendo determinados prejuicios sobre las dinámicas de las mismas.
En ese sentido, no es difícil encontrar estudios y trabajos de investigación que demuestran cómo aquellas culturas contaban con un grado de complejidad y desarrollo probablemente superior a lo que el imaginario del ciudadano de a pie asocia a la Prehistoria.
Así sucede con un trabajo titulado “El hacha pulimentada de jade de la colección Tubino”, en el que los miembros del departamento de Prehistoria de la Universidad Hispalense Carlos P. Odriozola y Leonardo García Sanjuán, Juan Manuel Vargas por parte del Museo Municipal de Valencina de la Concepción (Sevilla) y el miembro del Instituto de Ciencias de Materiales José María Martínez-Blanes analizan una pieza del mencionado centro museístico.
Aunque los contenidos de dicho espacio cultural versan sobre el notable asentamiento humano que allá por la Edad del Cobre habría acogido el territorio actualmente abarcado por Valencina y su localidad vecina de Castilleja de Guzmán, los autores de este estudio precisan que no hay “certeza documental” sobre la procedencia de este “hacha de piedra verde pulimentada”.
Según exponen, la pieza fue donada en 2010 al Museo de Valencina por los herederos del “pionero de la arqueología española” Francisco María Tubino y Oliva (1833-1888), quien no cita este hacha entre los materiales que recogió o inventarió del dolmen de La Pastora, uno de los principales monumentos megalíticos del extenso yacimiento prehistórico que descansa entre Valencina y Castilleja de Guzmán.
A colación, estos investigadores dan cuenta de que entre las “referencias” plasmadas por escrito por Tubino figura el hecho de que durante sus “exploraciones había recogido varias hachas procedentes de Sierra Morena y Jerez de la Frontera” (Cádiz), entregando las mismas al Museo Nacional de Arqueología salvo en el caso de un “hacha de jade”.
El «fragmento de hacha de jade» de El Pedroso
Es en este punto en el que los autores de este trabajo señalan que entre los materiales entregados por Tubino al Museo Nacional de Arqueología figuraba “un fragmento de hacha de jade recogido en las inmediaciones de El Pedroso (Sevilla)”, lo que “abre la posibilidad” de que el hacha de piedra verde depositada en 2010 por la familia del arqueólogo en el Museo de Valencina sea la pieza que éste “decidió no donar” al Museo Nacional.
“A pesar de que no existe constancia documental de la procedencia de esta excepcional pieza, los indicios del relato de Tubino apuntan a la posibilidad de que sea pareja del fragmento de hacha de El Pedroso y por tanto proceda de algún yacimiento arqueológico de esa zona”, apuntan Odriozola, García Sanjuán, Juan Manuel Vargas y Martínez-Blanes.
A partir de ahí, estos investigadores recuerdan “los hallazgos de grandes hachas de piedra verde en los megalitos” de la Bretaña francesa, así como el hecho de que “desde la última década del siglo XIX y la primera del XX quedó establecido el origen alpino de las hachas prehistóricas pulimentadas de jade halladas en Europa Occidental”.
En ese contexto, y mientras en el campo arqueológico el término jade define genéricamente las “rocas de color verde con las que se realizan útiles pulimentados” y en geología implica “una especie mineral” del grupo de los clinopiroxenos, esta investigación somete el mencionado hacha de piedra verde de Tubino a una difracción de rayos X y una espectometría dispersivo μ-raman confocal, a la búsqueda del origen de esta “excepcional” pieza.
Fruto de la aplicación de las citadas técnicas científicas, los autores de este trabajo exponen que el hacha de piedra verde de la colección Tubino “ha sido definida mineralógicamente como jade-jadeita”, toda vez que “es posible afirmar que la pieza debe proceder de los Alpes, dado que las únicas fuentes de esta roca se encuentran en esta región”.
Los alpes como fuente de «materia prima»
Considerando además que por su “color y tipo” el hacha de Tubino correspondería cronológicamente a mediados o finales del quinto milenio antes de la era actual, estos investigadores ponen a continuación de manifiesto que desde finales del cuarto milenio hasta comienzos del tercero, “los Alpes proporcionaron la materia prima de la mayoría de las hachas pulimentadas realizadas en jadeíta del norte de Europa”.
“Estas hachas circularon a grandes distancias (…), viajando de los Alpes a Francia, Alemania, Bélgica, Luxemburgo, Holanda, Gran Bretaña e Irlanda y ocasionalmente a Escandinavia, República Checa, Eslovaquia, Austria, Croacia, el sur de Italia, España, Dinamarca y Bulgaria para cronologías que van desde el Neolítico a la Edad del Cobre, llegando a recorrer hasta 1.700 kilómetros desde la fuente de aprovisionamiento”, se indica en este trabajo con relación a investigaciones previas.
En cualquier caso, Odriozola, García Sanjuán, Juan Manuel Vargas y Martínez-Blanes advierten de que en España “el registro de hachas alpinas documentado hasta la fecha es extremadamente bajo”, detallando que la pieza de la colección Tubino sería “la cuarta entrada del exiguo catálogo de hachas de jade-jadeíta publicadas en la Península Ibérica”, así como “la más meridional de ellas con mucha diferencia, además de una de las más alejadas de las fuentes alpinas a escala europea”, en concreto unos 1.900 kilómetros.
“La presencia de esta pieza en el extremo meridional ibérico debe ser vista en el marco de circuitos supra regionales de intercambios de materias primas desde al menos los milenios quinto y cuarto antes de nuestra era”, concluyen estos autores, insistiendo en el “significado” de este hacha “en términos de contactos a larga distancia en la Prehistoria reciente”.