Investigadores descubrieron una «rara» inscripción en el interior de un yelmo etrusco de 2.400 años de antigüedad, que había pasado desapercibida para los arqueólogos por poco más de 90 años, la cual arroja nueva luz sobre el arte de la guerra en el mundo etrusco-itálico de mediados del siglo IV a. C., informó la agencia estatal italiana ANSA.
De acuerdo a los reportes, el casco de bronce fue hallado en 1928 en la tumba 55 en la necrópolis de Osteria di Vulci, en la provincia de Viterbo; sin embargo, el epígrafe no fue notado hasta 2019, cuando un equipo de científicos neozelandeses realizó la digitalización en 3D de la pieza, notando la inscripción ‘harn ste’ bajo el acolchado del área que protege la nuca.
Tras su análisis, los expertos han formulado la hipótesis de que el grabado se trata de un apellido derivado de un topónimo, es decir, de un nombre que indica la ciudad de origen de la persona, y sospechan que el lugar en cuestión era la antigua Aharnam, muy probablemente la actual Civitella d’Arna, una ciudad a pocos kilómetros de Perugia. Esta versión se sustenta en las fuentes históricas que hacen mención a este sitio, en el que se ubica la sede del campamento del pretor Appio justo antes de la batalla de Sentino (295 a. C.) durante la tercera guerra samnita.
No obstante, puesto que el yelmo pertenece a una época ligeramente anterior al inicio de las guerras samnitas, los expertos han formulado dos teorías sobre su origen. La primera de ellas sugiere que este perteneció a un mercenario que viajó desde Aharnam hasta Vulci «por trabajo», y que grabó su nombre para acreditar la propiedad de su equipamiento.
Mientras que la segunda, considerada más factible, apunta a que el casco, después de que un primer soldado fuera derrotado en batalla, pasó a manos de otro, probablemente un ciudadano de Vulci que no había «considerado necesario borrar la rúbrica interna o simplemente no la había visto, porque estaba cubierta por el relleno de tela».
«Aunque no se pueda establecer si Harnste era su apellido o el de un rival muerto en batalla, el público que venga a admirarlo a partir de ahora tendrá algo más de información para imaginar su historia», comentó Valentino Nizzo, director del Museo Nacional Etrusco de Villa Giulia y autor de un artículo sobre la inscripción, próximo a publicarse en Archeologia Viva.