La necrópolis de Ainabulak – Temirsu fue el epicentro de un extraño descubrimiento, cuando los arqueólogos desenterraron una tumba de una niña, en la que encontraron 180 huesos de tobillos animales junto a un intrigante adorno de plata.
La niña se enterró inclinada sobre su lado izquierdo, tenía varias cuentas alrededor de su cuello, y poseía aretes de alambre en sus orejas.
El objeto de plata porta una imagen de una rana en el agua, que los investigadores han relacionado con ciertos cultos acuáticos de Egipto o China, lo que le confiere una estela de misterio al hallazgo, ya que es la primera vez que este motivo se encuentra en Kazajstán.
Sobre los huesos no hay consenso sobre su finalidad, aunque es probable que fuese un símbolo de buena suerte, o una manera de elevar los mejores deseos para la niña, en su período de transición.