Descubren pruebas de un culto a la nigromancia tardorromana en Jerusalén

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Leopoldo Ágreda Lovera
Nací en Mérida, un estado andino de Venezuela pero me crié en Caracas la ciudad donde crecí, observando el Ávila y haciéndome las preguntas más importantes sobre la vida, la sociedad y el universo, rodeado de árboles y el sabor agridulce de toda gran ciudad. En el trayecto de mi vida, conocí las calles y sus gentes, las cuales me ayudaron a formarme un mejor criterio de la existencia humana y las ciencias sociales, para luego estudiar en la Universidad Central de Venezuela, donde me he formado como historiador y pensador social. La lectura es uno de mis grandes vínculos con el pasado y la esencia de la humanidad, ya que como dijo Descartes, leer es como tener una conversación con las grandes mentes de la historia; el ajedrez es otra de mis grandes pasiones, ya que me ha ayudado a desarrollar una mejor comprensión de la vida, que junto a la música, forman los tres pilares de mis gustos actuales. Soy familiar, amante de la naturaleza y los animales, porque en ellos ves la esencia de la filosofía y de Dios.

Entre los años 2010 y 2016 la cueva Te´omin en Jerusalén fue el escenario de un descubrimiento, que envolvía lámparas de aceite, armas de hierro y bronce, junto a cráneos humanos, estos hallazgos llevaron a dos investigadores de Israel a proponer la hipótesis de que en ese lugar, se practicaba la nigromancia.

 El estudio de los objetos arroja una datación aproximada entre los siglos II al IV d.C., lo que significa que dicho culto se practicó en la época tardorromana, es decir, cuando el imperio romano llegaba a su fin.

Para sostener sus hipótesis los arqueólogos profesionales Eitan Klein y Boaz Zissu, señalan que la cueva tiene una larga tradición de  cultos relacionados a la fertilidad y otros dioses, además de tener aguas subterráneas, lo que era necesario en este tipo de cultos.

De igual forma, los investigadores señalan que las lámparas tienen relación con el culto, no solo por estar dispuestas en varias grietas en posiciones especiales, sino porque se tenía la creencia de que a través de la llama de la lámpara de aceite los espíritus de los muertos revelaban secretos, a los que hacían estos rituales.

Las armas encontradas también pueden sostener la teoría, ya que las tradiciones señalan que los muertos huían del hierro y el bronce, por lo que los nigromantes siempre hacían sus rituales con armas de este material.

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