Descubren ratones momificados en la cima de volcanes andinos

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Leopoldo Ágreda Lovera
Nací en Mérida, un estado andino de Venezuela pero me crié en Caracas la ciudad donde crecí, observando el Ávila y haciéndome las preguntas más importantes sobre la vida, la sociedad y el universo, rodeado de árboles y el sabor agridulce de toda gran ciudad. En el trayecto de mi vida, conocí las calles y sus gentes, las cuales me ayudaron a formarme un mejor criterio de la existencia humana y las ciencias sociales, para luego estudiar en la Universidad Central de Venezuela, donde me he formado como historiador y pensador social. La lectura es uno de mis grandes vínculos con el pasado y la esencia de la humanidad, ya que como dijo Descartes, leer es como tener una conversación con las grandes mentes de la historia; el ajedrez es otra de mis grandes pasiones, ya que me ha ayudado a desarrollar una mejor comprensión de la vida, que junto a la música, forman los tres pilares de mis gustos actuales. Soy familiar, amante de la naturaleza y los animales, porque en ellos ves la esencia de la filosofía y de Dios.

Las cumbres de los volcanes andinos son tremendamente hostiles para la vida, pero, ahora, un equipo científico ha vuelto a constatar la presencia de ratones orejudos a más de 6.000 metros de altura.

Se trata de 13 de momias antiguas cuya descripción se publica este lunes en la revista Current Biology y que se unen a otros ejemplares vivos que el equipo de Jay Storz, de la Universidad de Nebraska-Lincoln (EE UU), encontró hace unos años.

Unos y otros confirman que estos roedores pueden habitar a alturas extraordinarias.

Entorno ‘marciano’ extremo

“Es increíble” que cualquier tipo de animal pueda sobrevivir y funcionar en ese ambiente árido, frío y pobre en oxígeno, señala el investigador, quien agrega que incluso en la base de los volcanes los ratones viven en “un entorno entorno ‘marciano’ extremo”.

Este hallazgo amplía los límites fisiológicos de la vida de los vertebrados en la Tierra, afirman los autores.

En un comunicado, la universidad estadounidense recuerda que en los años 70 y 80 arqueólogos descubrieron algunos cadáveres de roedores durante sus expediciones a varias cumbres andinas y en ese momento se pensó que los animales podrían haber viajado con los incas, que peregrinaban hasta lo que ellos consideraban lugares sagrados.

Se pensaba que quizás los ratones se habían metido en la leña u otros suministros que los incas transportaban por las laderas o que formaban parte de los sacrificios de animales.

Pero esta hipótesis fue puesta en entredicho cuando aparecieron ejemplares vivos, como el que encontró Storz en 2020 en Llullaillaco (6.739 metros), un volcán situado en la frontera entre Chile y Argentina. «Nunca se había encontrado ningún mamífero viviendo a una altitud tan extrema” .

Momificados y liofilizados

El equipo informa ahora del hallazgo de 13 cadáveres de ratón orejudo en las cumbres de tres volcanes vecinos, Salín, Púlar y Copiapó; son ejemplares momificados liofilizados.

La mayoría tiene unas pocas décadas de antigüedad, pero las cuatro momias halladas en Púlar tienen más, perecieron como mucho hace 350 años.

Su estado momificado ayudó a preservar su ADN, y los investigadores se preguntaron si los genomas podrían representar una subpoblación distinta.

 «Nuestros datos genómicos indican que no, que los ratones de las cumbres y los flancos o la base de los volcanes en el terreno desértico circundante son todos una gran familia feliz”.

Además, revelaron que dos parejas de momias estaban estrechamente emparentadas -posiblemente hermanos o padres e hijos- y la misma proporción de machos que de hembras.

En combinación con el reciente descubrimiento de otros ejemplares vivos y madrigueras de ratones en las alturas de la puna de Atacama, «parece que el ratón orejudo no solo recorre las cumbres volcánicas, sino que de alguna manera vive en ellas», describe Storz.

Vida feliz sin depredadores

La mayoría de roedores pequeños dedican gran parte de su tiempo, energía y atención a evitar depredadores.

«Ciertamente si te acurrucas en la cima de un volcán a 6.000 metros al menos estás a salvo de eso, simplemente tienes otras cosas de las que preocuparte».

Pero por qué ascienden a estas elevaciones extremas sigue siendo un misterio, concluye el científico.

El equipo espera ahora identificar las adaptaciones fisiológicas que ayudan a los roedores a vivir a 6.000 metros sobre el nivel del mar.

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