Encuentran trazas fósiles en las profundidades marinas de hace 130 millones de años

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Leopoldo Ágreda Lovera
Nací en Mérida, un estado andino de Venezuela pero me crié en Caracas la ciudad donde crecí, observando el Ávila y haciéndome las preguntas más importantes sobre la vida, la sociedad y el universo, rodeado de árboles y el sabor agridulce de toda gran ciudad. En el trayecto de mi vida, conocí las calles y sus gentes, las cuales me ayudaron a formarme un mejor criterio de la existencia humana y las ciencias sociales, para luego estudiar en la Universidad Central de Venezuela, donde me he formado como historiador y pensador social. La lectura es uno de mis grandes vínculos con el pasado y la esencia de la humanidad, ya que como dijo Descartes, leer es como tener una conversación con las grandes mentes de la historia; el ajedrez es otra de mis grandes pasiones, ya que me ha ayudado a desarrollar una mejor comprensión de la vida, que junto a la música, forman los tres pilares de mis gustos actuales. Soy familiar, amante de la naturaleza y los animales, porque en ellos ves la esencia de la filosofía y de Dios.

Los peces habían conquistado ya las profundidades marinas hace 130 millones de años, en el Cretácico inferior, según las trazas fósiles halladas en los Apeninos septentrionales, lo que adelanta en unos 80 millones de años su aparición en esas zonas.

Hasta ahora, los fósiles de peces de las profundidades marinas databan de 50 millones de años.

La revista PNAS publica un estudio, con participación española, sobre la existencia de rastros fosilizados que habrían dejado diversos tipos de peces cuando se alimentaban o se movían.

La investigación se basa en trazas fósiles o icnofósiles, no en restos corporales directos de los peces (como podrían ser huesos, dientes o escamas), explican a Efe Zain Belaustegui, de la Universidad de Barcelona, y Fernando Muñiz de la Universidad de Sevilla, ambos firmantes del estudio.

Los icnofósiles se interpretan como diferentes tipos de trazas, principalmente de alimentación y locomoción, dejadas “muy probablemente por diferentes especies de peces en los sedimentos del fondo de un ambiente marino profundo”, señalan.

Estas “huellas” fosilizadas representan la evidencia más temprana de vertebrados que vivían en el fondo del mar, según el equipo de investigadores, encabezado Andrea Baucon, de la Universidad de Estudios de Génova (Italia).

Piedras calizas de los Apeninos septentrionales 

Los fósiles están preservados en piedras calizas procedentes de los Apeninos septentrionales, donde se conservan depósitos de llanuras abisales del Océano Tethys, que existió entre los antiguos continentes de Gondwana y Laurasia.

El equipo identificó trazas fósiles, en forma de hoyos y surcos, y propone que podrían haber sido producidas por tres especies diferentes de peces.

El primero un neoteleósteo desdentado, el segundo un pez parecido a una quimera -que habrían generado dos tipos distintos de trazas de alimentación- y un posible tercer pez con una gran aleta caudal que habría dejado la marca identificada como de locomoción, precisan Muñiz y Belaustegui.

Comparación con análogos actuales

Una de las herramientas de la icnología se basa en la comparación con análogos actuales.

Cuanta más información haya sobre las trazas que generan diferentes tipos de organismos en su interacción con diferentes tipos de sustratos, más recursos existen para interpretar los icnofósiles.

En este caso, hace 130 millones de años ya se tiene constancia de la existencia de diferentes tipos de peces con características anatómicas similares a los observados actualmente y que habrían podido dejar trazas similares a las que podemos ver hoy en día.

Para esta investigación, las trazas actuales se estudiaron en varias localidades de Italia, en el estuario del río Piedras (Huelva) y con fotografías submarinas a 1.544 metros de profundidad en la Fosa de Kermadec (Océano Pacífico).

Muñiz y Belaustegui son icnólogos y su labor en este estudio se ha centrado en la identificación e interpretación de esas trazas fósiles. 

Los resultados sugieren que los vertebrados colonizaron las profundidades marinas en el Cretácico Inferior y que esta transición pudo deberse a un aumento de las fuentes de alimento más que a un cambio en los niveles de oxígeno de las profundidades.

Además, indican que las llanuras abisales del Cretácico Inferior ya presentaban un ecosistema de aguas profundas de tipo moderno caracterizado por agregaciones multiespecíficas de peces.

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