Polonia es un país que guarda notables historias de creencias en vampiros, tal como lo demuestra el inusual entierro de un niño entre 5 a 8 años del siglo XVII, con varias características que denotan la creencia de que el infante era un vampiro.
El hallazgo se hizo en un cementerio polaco en la localidad de Pien, en el que hace algún tiempo ya habían descubierto restos de una mujer vampira.
Una de las primeras imágenes que percibieron los arqueólogos fue el candado que tenía el niño debajo del pie, esto es porque el candado es un símbolo del final de un ciclo, además de esto, el niño se enterró boca abajo.
Estas prácticas estaban hechas con el fin de evitar que el niño volviera del mundo de los muertos, el hecho de que el cementerio de Pien pareciera demostrar que las personas de élite no era exentas de ser vampiro, muestran que era una creencia popular en todos los ámbitos de la sociedad polaca del siglo XVII.