La medina de Túnez y la tumba de Anselm Turmeda

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Pasear por las callejuelas de una medina supone exponerse a una sucesión de sorpresas constante. La capital tunecina cuenta con una de las medinas más bonitas del mundo, y dedicar una tarde o mañana a perderse en ella es casi una obligación cuando visitamos la ciudad de Túnez.

La medina de Túnez: Patrimonio de la Humanidad

Declarada Patrimonio de la Humanidad en el año 1979, la Medina de Túnez alberga unos 700 monumentos entre mezquitas, palacios, madrazas, mausoleos y fuentes.

Entre todas estas maravillas, una pequeña y sencilla tumba de color verde y rojo llama la atención por encontrarse en medio de una de las callejuelas de su zoco, y todavía más al enterarnos de la identidad del personaje que reposa en ella: se trata de Abd Allah, un autor clásico de la literatura árabe.

Breve biografía de Anselm Turmeda

Nacido en Palma de Mallorca en 1352 y bautizado con el nombre de Anselm Turmeda, este escritor y religioso del siglo XIV fue fraile franciscano en su juventud para después viajar a Túnez y convertirse al Islam.

Allí escribió “El regalo a los inteligentes por rechazar los argumentos de los cristianos”, una polémica obra en la que Turmeda rebate los principales dogmas del Cristianismo, asegurando que Jesús no es Dios, sino tan sólo un profeta; que tampoco murió ni resucitó a los tres días, y que las escrituras cristianas fueron falsificadas por sus discípulos.

Estas controvertidas declaraciones no han impedido que Turmeda sea considerado un autor clásico también en la literatura catalana, donde destaca su no menos polémica obra “La Disputa del Asno”, cuyos originales en catalán fueron mandados destruir por el Tribunal de la Santa Inquisición.

Pero es en Túnez donde Abd Allah ha sido realmente venerado, ya no sólo como escritor sino también como profeta, hasta el punto de haberle enterrado en un lugar destacado en el centro de su antigua ciudad.

De esta forma, la tumba de Anselmo Turmeda pasa a engrosar la lista de monumentos que encontramos paseando por la medina de Túnez.

Si bien su pequeño tamaño puede hacer que se vea eclipsada ante la grandiosidad de la Mezquita Zitouna o el mausoleo de Tourbet el Bey, el hecho de que su propietario tenga origen español la convierte en un lugar curioso que bien vale una visita.

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