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Un niño encuentra por casualidad un abalorio de oro de 3.000 años de antigüedad en Jerusalén

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abalorio jerusalen
Abalorio encontrado en Jerusalén. Crédito: Temple Mount Sifting project
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La pieza estaba tan bien conservada que cuando Binyamin Milt la llevó a un arqueólogo supervisor, este la identificó inicialmente como un objeto moderno.

Una cuenta de gránulos de oro de unos 3.000 años de antigüedad fue hallada por un niño de 9 años durante las actividades del cribado de la tierra del Monte del Templo en la ciudad vieja de Jerusalén (Israel), comunicó el pasado jueves el equipo del proyecto arqueológico The Temple Mount Sifting Project.

Binyamin Milt descubrió el pasado agosto un pequeño cilindro en forma de flor, formado por cuatro capas de diminutas bolas de oro, sin saber que el artefacto se remonta al período del Primer Templo en la historia judía, que tuvo lugar aproximadamente entre los años 960 y 586 a.C. 

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La pieza estaba tan bien conservada que cuando el chico la llevó a un arqueólogo supervisor, este la identificó inicialmente como un objeto moderno. Sin embargo, durante la clasificación de los hallazgos encontrados en verano, el experto Gabriel Barkay se dio cuenta de que el abalorio era sorprendentemente similar a varios artículos de plata del yacimiento arqueológico de Katef Hinom.

Hasta ahora se desconoce a quién perteneció la cuenta de oro: si era parte de una joya de una persona importante que visitó el lugar sagrado o de un sacerdote.

Según explicaron los expertos, la técnica de granulación se usaba en el Primer Templo para el diseño de joyas, uniendo bolas de plata u oro entre sí o a una pieza de metal. El proceso de la elaboración era complejo y avanzado, ya que implicaba varias etapas, diferentes componentes y requería la capacidad de fundir el metal a altas temperaturas, lo que exigía un alto nivel de habilidad del artesano.

Los abalorios de este tipo fueron encontrados anteriormente en múltiples ofrendas funerarias, lo que hizo a los investigadores llegar a la conclusión de que tenían una función apotropaica: eran parte de un hechizo mágico o un acto ritual para evitar el mal de ojo. 

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