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Biografía de Cleopatra, la última reina de Egipto

by Marcelo Ferrando Castro
10 mayo, 2012 - Updated on 25 octubre, 2025
in Biografías, Egipto
3
vida de cleopatra egipto

¿Quién fue Cleopatra? Crédito: Dominio Público

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Cleopatra VII Thea Filopátor, conocida simplemente como Cleopatra, fue la última gobernante de la dinastía ptolemaica del Antiguo Egipto y una de las mujeres más influyentes de la Antigüedad. Lejos de la imagen romántica popularizada por Hollywood, Cleopatra fue una líder política astuta, administradora competente y estratega militar que intentó preservar la independencia de Egipto frente al imparable avance de Roma durante el turbulento siglo I a.C.

Nacida en el año 69 a.C. en Alejandría, Cleopatra heredó un reino en decadencia que llevaba casi tres siglos bajo el gobierno de la dinastía macedónica fundada por Ptolomeo I, general de Alejandro Magno. Su reinado, que se extendió desde el 51 hasta el 30 a.C., coincidió con el periodo final de las guerras civiles romanas que transformarían la República en Imperio. Durante esos convulsos años, Cleopatra forjó alianzas estratégicas con dos de los hombres más poderosos de Roma: Julio César y Marco Antonio, utilizando todos los recursos a su alcance para defender los intereses de Egipto.

Lo que distingue a Cleopatra de sus predecesores ptolemaicos fue su excepcional formación intelectual. Fue la primera y única soberana de su dinastía en aprender el idioma egipcio, además de dominar el griego, latín, arameo y posiblemente otros idiomas orientales. Esta capacidad lingüística le permitió comunicarse directamente con diversos pueblos de su reino sin necesidad de intérpretes, ganándose una popularidad entre los egipcios nativos que pocos gobernantes ptolemaicos habían conseguido.

Su muerte en el año 30 a.C. marcó el final del Egipto helenístico y su conversión en provincia romana, cerrando tres siglos de historia ptolemaica y más de tres mil años de faraones egipcios. Aunque las fuentes romanas la retrataron como una seductora manipuladora, los historiadores modernos han recuperado una imagen más precisa: la de una gobernante pragmática que navegó con habilidad las peligrosas aguas de la política internacional de su época, utilizando la diplomacia, la inteligencia y cuando fue necesario, el poder militar para preservar su reino.

Índice:

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  • Orígenes ptolemaicos y ascenso al poder
    • La dinastía de los Ptolomeos: herederos de Alejandro Magno
    • Nacimiento, educación y primeros años
    • El conflicto con Ptolomeo XIII y el exilio
  • Cleopatra y Julio César: alianza estratégica
    • La llegada de César a Egipto
    • El encuentro legendario
    • La guerra alejandrina
    • Cesarión y la consolidación del poder
  • Cleopatra como gobernante: más que una reina
    • Administración y gestión del reino
    • La única ptolemaica que habló egipcio
    • Política exterior: el equilibrio imposible
  • Cleopatra y Marco Antonio: la última alianza
    • El encuentro en Tarso
    • Una alianza pragmática
    • Las Donaciones de Alejandría
  • Batalla de Accio y el final de una era
    • El camino hacia la guerra
    • La batalla de Accio (2 de septiembre, 31 a.C.)
    • Sitio de Alejandría y muerte de los amantes
  • Legado histórico: entre la leyenda y la realidad
    • Cleopatra en las fuentes antiguas
    • Desmitificación moderna
    • Cleopatra en la cultura moderna
  • Tabla comparativa: Cleopatra VII y otras reinas ptolemaicas
  • Preguntas frecuentes sobre Cleopatra VII
    • ¿Quién fue Cleopatra y por qué es famosa?
    • ¿Era Cleopatra realmente egipcia?
    • ¿Por qué se suicidó Cleopatra?
    • ¿Era Cleopatra hermosa?
    • ¿Cuántos idiomas hablaba Cleopatra?
    • ¿Qué relación tuvo Cleopatra con Julio César?
    • ¿Dónde está enterrada Cleopatra?
    • ¿Qué pasó con los hijos de Cleopatra?
  • Fuentes y bibliografía
    • Fuentes primarias antiguas
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Orígenes ptolemaicos y ascenso al poder

La dinastía de los Ptolomeos: herederos de Alejandro Magno

La historia de Cleopatra es inseparable de la dinastía que la precedió. Tras la muerte de Alejandro Magno en 323 a.C., su vasto imperio fue dividido entre sus generales, los llamados diádocos. Ptolomeo I Sóter, uno de los más capaces, se hizo con el control de Egipto y fundó una dinastía que gobernaría el país durante casi tres siglos, desde 305 a.C. hasta 30 a.C.

Ptolomeo I Sóter. Crédito: Museo del Louvre / Dominio Público.

Los Ptolomeos mantuvieron las tradiciones faraónicas egipcias en lo formal, presentándose ante sus súbditos nativos como herederos legítimos de los antiguos faraones. Sin embargo, su cultura era profundamente helenística. Alejandría, la capital que fundó Alejandro, se convirtió en el principal centro cultural del mundo helenístico, albergando la famosa Biblioteca de Alejandría y el Museo, instituciones que atrajeron a los mayores intelectuales de la época.

La dinastía ptolemaica se caracterizó por una práctica que escandalizaba a romanos y griegos: el matrimonio entre hermanos. Esta endogamia dinástica, inspirada en la tradición faraónica, buscaba mantener la pureza del linaje real y evitar que otras familias macedónicas reclamaran el trono. Cleopatra misma se casaría formalmente con dos de sus hermanos menores, Ptolomeo XIII y Ptolomeo XIV, aunque en ambos casos ella ejerció el poder real.

Para el siglo I a.C., cuando nació Cleopatra, la dinastía ptolemaica mostraba claros signos de decadencia. Las guerras civiles dinásticas, las rebeliones nativas y la creciente presión romana habían debilitado considerablemente el reino. Egipto se había convertido en un estado cliente de Roma, dependiente de la protección romana para mantener su independencia nominal.

Nacimiento, educación y primeros años

Cleopatra nació en el año 69 a.C. como hija de Ptolomeo XII Auletes («el flautista») y posiblemente de Cleopatra V Trifena, aunque la identidad de su madre permanece incierta. Lo que sí sabemos es que Cleopatra recibió una educación excepcional, aprovechando los recursos de la corte alejandrina y del Museo.

El historiador griego Plutarco, una de nuestras principales fuentes sobre Cleopatra, escribió:

Su belleza no era incomparable, pero su conversación tenía un encanto irresistible, y su presencia, combinada con la persuasión de su discurso y el carácter que impregnaba todo lo que decía o hacía, era absolutamente fascinante.

Plutarco

Esta descripción, aunque escrita décadas después de su muerte, sugiere que el verdadero poder de Cleopatra residía en su inteligencia y capacidad comunicativa más que en su apariencia física.

Lo más notable de su formación fue su dominio de idiomas. Plutarco afirma que Cleopatra hablaba al menos siete u ocho lenguas y que rara vez necesitaba intérprete en sus tratos con embajadores extranjeros. Podía conversar directamente con etíopes, hebreos, árabes, sirios, medos y partos. Esta habilidad lingüística era extraordinaria incluso para los estándares de la cosmopolita Alejandría y representaba una ventaja diplomática inmensa.

Además de idiomas, Cleopatra estudió matemáticas, filosofía, oratoria y astronomía. Esta educación helenística completa la preparó para gobernar un reino multicultural que funcionaba como puente entre Oriente y Occidente. Su padre, Ptolomeo XII, había pasado años en el exilio en Roma, lo que probablemente expuso a Cleopatra desde joven a la importancia de las relaciones con la república romana.

El conflicto con Ptolomeo XIII y el exilio

Cuando Ptolomeo XII murió en 51 a.C., el trono pasó a Cleopatra, entonces de 18 años, y a su hermano Ptolomeo XIII, de apenas 10 años. El testamento de su padre estipulaba que ambos debían gobernar como corregentes y, siguiendo la tradición ptolemaica, casarse entre sí. Sin embargo, el matrimonio entre hermanos era puramente formal y político.

Desde el principio, el reinado conjunto estuvo marcado por tensiones. Cleopatra, mayor y más capaz, intentó ejercer el poder efectivo, relegando a su hermano menor a un papel ceremonial. Esta situación generó el rechazo de los consejeros de Ptolomeo XIII, particularmente de Potino, el eunuco que actuaba como regente del joven faraón, y de Aquilas, comandante del ejército egipcio.

Los primeros años del reinado enfrentaron crisis graves. Una severa sequía del Nilo causó escasez de alimentos y malestar social. Económicamente, Egipto sufría las consecuencias de décadas de mala gestión y los enormes sobornos que Ptolomeo XII había pagado a políticos romanos para mantener el trono. En este contexto difícil, los conflictos entre los hermanos-esposos se intensificaron.

Para el año 49 a.C., Cleopatra había sido efectivamente destronada por la facción de su hermano. Los documentos oficiales dejaron de mencionar su nombre, y solo aparecía el de Ptolomeo XIII. Cleopatra se vio obligada a huir de Alejandría hacia el Alto Egipto y después a Siria, donde comenzó a reunir un ejército de mercenarios para recuperar su trono por la fuerza.

La situación parecía desesperada para Cleopatra. Su hermano controlaba Alejandría, el ejército egipcio y los recursos del estado. Ella era una exiliada con recursos limitados enfrentándose a un reino hostil. Sin embargo, los acontecimientos en Roma estaban a punto de darle un giro completamente inesperado a su situación.

Cleopatra y Julio César: alianza estratégica

La llegada de César a Egipto

En el año 48 a.C., la guerra civil romana entre Julio César y Pompeyo el Grande llegó hasta las costas de Egipto. Pompeyo, derrotado en la batalla de Farsalia, huyó a Egipto buscando refugio, confiando en la antigua amistad con Ptolomeo XII, a quien había ayudado años atrás. Sin embargo, los consejeros del joven Ptolomeo XIII vieron una oportunidad: asesinando a Pompeyo podrían ganarse el favor del victorioso César.

Cuando Pompeyo desembarcó en Pelusio el 28 de septiembre del 48 a.C., fue traicionado y asesinado por Aquilas y otros oficiales egipcios. Su cabeza fue cortada y preservada para presentarla como regalo a César. Cuando César llegó a Alejandría pocos días después persiguiendo a su enemigo, le fue presentada la cabeza de Pompeyo. Según las fuentes, César lloró al ver los restos de quien había sido su yerno y antiguo aliado político y ordenó que se le dieran los honores funerarios apropiados.

César, ahora dictador de Roma, decidió permanecer en Alejandría para resolver la disputa dinástica egipcia. En parte, esto respondía a intereses financieros: Egipto debía a Roma enormes sumas por los sobornos que Ptolomeo XII había pagado para ser restaurado en el trono. Además, el rico reino del Nilo era demasiado importante estratégicamente como para dejarlo en manos de un niño gobernante inestable.

El encuentro legendario

Es en este contexto donde tiene lugar uno de los episodios más famosos de la antigüedad. Cleopatra, aún en el exilio, comprendió que César representaba su única oportunidad de recuperar el trono. Necesitaba reunirse con él, pero su hermano controlaba el palacio real y la ciudad. Según Plutarco, Cleopatra se hizo transportar en una embarcación pequeña hasta el palacio real al anochecer y, para evitar ser descubierta, se escondió dentro de un saco de cama (o según otras versiones, una alfombra) que su servidor siciliano Apolodoro cargó hasta las habitaciones de César.

biografia de cleopatra
Cleopatra y Julio César. Crédito: Dominio Público.

Este audaz estratagema, real o embellecido por las fuentes posteriores, consiguió su objetivo: Cleopatra pudo presentar su caso directamente ante César sin la interferencia de la corte de su hermano. Lo curioso es que las fuentes antiguas, aunque fascinadas por el aspecto romántico de este encuentro, también reconocen su dimensión política. Plutarco escribe que César quedó «cautivado» no solo por la audacia de Cleopatra, sino por su conversación y presencia.

La relación entre César y Cleopatra ha sido objeto de innumerables especulaciones. ¿Fue amor genuino, atracción mutua o puro cálculo político? Probablemente fue una combinación de todo ello. César, de 52 años, era un político experimentado y conquistador brillante. Cleopatra, de 21, era una gobernante inteligente luchando por su supervivencia política. Cada uno vio en el otro una alianza beneficiosa: César necesitaba estabilizar Egipto y cobrar las deudas romanas; Cleopatra necesitaba el poder militar romano para recuperar su trono.

La guerra alejandrina

La decisión de César de apoyar a Cleopatra enfureció a Ptolomeo XIII y sus consejeros. Potino el eunuco comenzó a conspirar contra César, reuniendo tropas egipcias y extendiendo rumores de que el general romano planeaba anexar Egipto. La tensión estalló en lo que se conoce como la Guerra Alejandrina, un conflicto que se extendió desde el otoño del 48 a.C. hasta la primavera del 47 a.C.

El ejército egipcio, dirigido por Aquilas, sitió a César y Cleopatra en el barrio real de Alejandría. César disponía solo de las dos legiones que lo habían acompañado desde Farsalia, unos 4.000 hombres, enfrentando un ejército egipcio de aproximadamente 20.000 soldados. Sin embargo, César era un maestro de la guerra defensiva urbana. Fortificó el barrio real y controló el puerto, esperando refuerzos.

Durante este asedio ocurrió uno de los desastres culturales más lamentables de la historia: el incendio de la Biblioteca de Alejandría. Aunque los detalles exactos son debatidos, parece que cuando César ordenó incendiar la flota egipcia en el puerto para evitar que bloqueara sus suministros, el fuego se extendió a los almacenes cercanos que contenían una parte de los manuscritos de la biblioteca. No se destruyó toda la biblioteca, pero se perdieron miles de obras irremplazables, un golpe devastador para el conocimiento antiguo.

La guerra se prolongó durante meses. Arsínoe IV, la hermana menor de Cleopatra, escapó del palacio real y se unió al ejército egipcio, proclamándose reina rival. Esto añadió una dimensión dinástica adicional al conflicto: ahora había tres reclamantes al trono ptolemaico. Finalmente, en marzo del 47 a.C., llegaron los refuerzos que César esperaba. Mitridates de Pérgamo trajo un ejército de socorro desde Siria, y en la batalla del Nilo, las fuerzas combinadas derrotaron al ejército egipcio.

Ptolomeo XIII murió durante la batalla, ahogándose en el Nilo mientras intentaba escapar. Arsínoe IV fue capturada y posteriormente exiliada a Éfeso. César, como dictador de Roma, tenía ahora el poder de reorganizar Egipto a su voluntad. Declaró a Cleopatra reina y la casó formalmente con su hermano menor, Ptolomeo XIV, de apenas 12 años. Era obvio para todos que Cleopatra ejercería el poder real.

Cesarión y la consolidación del poder

En junio del 47 a.C., pocos meses después del fin de la guerra, Cleopatra dio a luz a un hijo al que llamó Ptolomeo XV César, aunque sería conocido popularmente como Cesarión («pequeño César»). Cleopatra proclamó abiertamente que César era el padre, una afirmación que el general romano nunca confirmó ni desmintió públicamente. Para Cleopatra, este hijo representaba la posibilidad de unir las casas ptolemaica y julia, creando potencialmente una nueva dinastía que gobernaría tanto Egipto como Roma.

César permaneció en Egipto hasta el verano del 47 a.C., mucho más tiempo del que sus asuntos en Roma aconsejaban. Según las fuentes, realizó un crucero por el Nilo con Cleopatra, remontando el río en una enorme barcaza de lujo. Este viaje tenía un propósito político: presentarse ante los egipcios como el nuevo faraón, junto con Cleopatra, consolidando así su legitimidad como gobernante restaurada por el poder romano.

Finalmente, César regresó a Roma para enfrentar los múltiples conflictos que requerían su atención: la guerra civil romana aún no había terminado, y los hijos de Pompeyo continuaban la resistencia en África y España. Sin embargo, la conexión entre César y Cleopatra se mantendría fuerte en los años siguientes.

Cleopatra como gobernante: más que una reina

Administración y gestión del reino

Uno de los aspectos menos conocidos pero más importantes del reinado de Cleopatra fue su capacidad como administradora. Lejos de la imagen frívola que la propaganda romana construyó posteriormente, Cleopatra demostró ser una gobernante competente que trabajó activamente para restaurar la economía egipcia y consolidar su poder interno.

Egipto era un reino extremadamente rico, pero su riqueza dependía fundamentalmente de un sistema complejo: la inundación anual del Nilo fertilizaba las tierras agrícolas, produciendo excedentes que se almacenaban en graneros estatales y se comercializaban en todo el Mediterráneo. El trigo egipcio alimentaba a Roma y otras ciudades, generando ingresos enormes. Cleopatra comprendía perfectamente que el control de este sistema agrícola era la clave de su poder.

Durante su reinado, Cleopatra implementó varias medidas administrativas significativas. Reformó el sistema de impuestos, tradicionalmente opresivo y corrupto, intentando hacerlo más eficiente. Reguló la distribución de tierras, beneficiando a agricultores locales para aumentar la producción. Controló estrictamente la exportación de grano, utilizándola como herramienta diplomática: quien necesitara el trigo egipcio debía negociar con Cleopatra.

También invirtió en infraestructura. Reparó los sistemas de irrigación dañados durante las guerras civiles previas, construyó nuevos graneros estatales y mejoró el puerto de Alejandría para facilitar el comercio. Estas medidas, aunque menos glamurosas que sus relaciones con líderes romanos, fueron fundamentales para mantener la viabilidad económica de Egipto durante dos décadas de constante inestabilidad política.

La única ptolemaica que habló egipcio

Lo que verdaderamente distinguió a Cleopatra de sus predecesores fue su decisión consciente de aprender egipcio. Durante tres siglos, los Ptolomeos habían gobernado Egipto como una elite griega superpuesta sobre una población egipcia nativa. Se comunicaban en griego, mantenían la cultura helenística en la corte y dependían de intérpretes para comunicarse con sus súbditos egipcios.

Cleopatra rompió con esta tradición. No solo aprendió el idioma demótico egipcio (la lengua hablada por la población), sino que también estudió la escritura jeroglífica y participó en ceremonias religiosas egipcias. Esta decisión no fue meramente simbólica: le permitió comunicarse directamente con sacerdotes, funcionarios locales y pueblo llano, ganándose un nivel de legitimidad que ningún otro Ptolomeo había conseguido.

En los templos egipcios, Cleopatra se presentaba como la reencarnación de la diosa Isis, la gran madre divina de la religión egipcia. No era la primera ptolemaica en hacer esta asociación, pero fue quien más enfáticamente la promovió. Financió la construcción y reparación de templos, participó personalmente en festivales religiosos y se hizo representar en relieves y estatuas con la iconografía tradicional faraónica.

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Diosa Isis. Crédito: Depositphotos.

Esta política de integración cultural tuvo efectos políticos reales. Mientras los anteriores Ptolomeos habían enfrentado frecuentes rebeliones de la población egipcia nativa, el reinado de Cleopatra fue relativamente estable internamente. Los sacerdotes egipcios, influyentes en las comunidades locales, la apoyaron consistentemente. Esta base de legitimidad interna fue crucial cuando posteriormente enfrentó la oposición de Roma.

Política exterior: el equilibrio imposible

La política exterior de Cleopatra estuvo dominada por una realidad ineludible: Roma era la superpotencia del Mediterráneo y Egipto, aunque rico, no podía competir militarmente con las legiones romanas. La estrategia de Cleopatra fue, por tanto, de acomodación inteligente: mantener la independencia formal de Egipto convirtiéndose en aliada indispensable de los líderes romanos más poderosos.

Esta estrategia tenía precedentes. Su padre, Ptolomeo XII, había sobornado masivamente a políticos romanos para mantener su trono, endeudando gravemente el reino. Cleopatra adoptó un enfoque diferente: en lugar de sobornos pasivos, ofreció alianzas activas donde Egipto aportaba recursos económicos y navales a cambio de protección política romana.

Con César, esta estrategia funcionó brillantemente. Egipto se convirtió en un aliado oficial de Roma sin ser anexado como provincia. Cleopatra pudo gobernar con independencia mientras César vivió, aprovechando su conexión personal con el dictador para proteger los intereses egipcios. Cuando César fue asesinado en el 44 a.C., Cleopatra perdió a su principal protector, pero su estrategia fundamental permaneció: buscar alianza con quien controlara el poder romano.

Durante este periodo, Cleopatra también expandió la influencia egipcia en el Mediterráneo oriental. Controló Chipre (que había sido ptolemaico históricamente), mantuvo buenas relaciones con reinos clientes como Judea, y desarrolló la marina egipcia hasta convertirla en una fuerza naval significativa. Estas maniobras diplomáticas y militares buscaban recuperar algo del antiguo poder ptolemaico en el Levante, aprovechando el caos de las guerras civiles romanas.

Cleopatra y Marco Antonio: la última alianza

El encuentro en Tarso

Tras el asesinato de César el 15 de marzo del 44 a.C., Roma se sumergió nuevamente en una guerra civil. Los cesaricidas, liderados por Bruto y Casio, controlaban el Oriente. Los herederos políticos de César —Marco Antonio, Octavio y Lépido— formaron el Segundo Triunvirato y marcharon contra ellos. En la batalla de Filipos, en octubre del 42 a.C., los cesaricidas fueron derrotados.

El Mediterráneo fue dividido entre los triunviros: Octavio se quedó con Occidente, Lépido con África, y Marco Antonio con Oriente. Antonio, el más poderoso de los tres militarmente, se estableció en el este para reorganizar las provincias y recaudar fondos. Egipto, el reino más rico de la región, era crucial para sus planes. En el verano del 41 a.C., Antonio convocó a Cleopatra a reunirse con él en Tarso, ciudad de Cilicia (actual Turquía).

Cleopatra comprendió perfectamente que esta reunión era crítica. Antonio necesitaba el apoyo financiero egipcio para su planeada campaña contra los partos, el único rival militar serio de Roma en Oriente. Por su parte, Cleopatra necesitaba un nuevo protector romano tras la muerte de César. Sin embargo, ella no acudiría como una reina vasalla suplicante, sino como una aliada poderosa negociando desde una posición de fuerza.

Marco Antonio y Cleopatra. Crédito: Obra de Lawrence Alma-Tadema (1885) / Dominio Público.

La llegada de Cleopatra a Tarso fue legendaria. Según Plutarco, remontó el río Cidno en una barcaza magnífica con velas púrpuras, remos plateados y proa dorada. Ella misma estaba reclinada bajo un palio tejido de oro, vestida como la diosa Afrodita, mientras jóvenes vestidos como Cupidos la abanicaban. El espectáculo era teatral y deliberadamente propagandístico: Cleopatra se presentaba no como una subordinada, sino como una diosa viviente y gobernante de un gran reino.

Antonio quedó impresionado. Plutarco escribe que cuando Antonio la invitó a cenar, ella rechazó cortésmente e insistió en que él cenara con ella. Durante cuatro noches consecutivas, Cleopatra agasajó a Antonio con banquetes espectaculares que demostraban la riqueza de Egipto. La estrategia funcionó: Antonio y Cleopatra iniciaron una relación que sería tanto personal como política.

Una alianza pragmática

La relación entre Antonio y Cleopatra ha sido romantizada hasta la exageración por la literatura y el cine posteriores, pero las fuentes antiguas sugieren que, al menos inicialmente, fue una alianza pragmática donde ambos lados obtenían beneficios claros.

Antonio necesitaba el oro egipcio para pagar a sus legiones y financiar su guerra contra los partos. También necesitaba la flota egipcia y los recursos navales del reino. Cleopatra, por su parte, necesitaba la protección de las legiones romanas y el reconocimiento oficial de Antonio como gobernante legítima de Egipto. Además, buscaba algo más ambicioso: la restauración de los antiguos territorios ptolemaicos en el Levante que Roma había anexado en el siglo anterior.

Antonio pasó el invierno del 41-40 a.C. en Alejandría con Cleopatra. Plutarco describe este periodo como de lujos y entretenimientos constantes, pero también se realizaron negocios políticos serios. Antonio ejecutó a Arsínoe IV, la hermana de Cleopatra que se había rebelado durante la Guerra Alejandrina y vivía exiliada en Éfeso. Este acto eliminaba a una rival dinástica potencial y demostraba el apoyo de Antonio a Cleopatra.

Sin embargo, en el 40 a.C. Antonio tuvo que regresar a Italia urgentemente. Su esposa Fulvia y su hermano habían iniciado una guerra contra Octavio, y la situación política romana requería su presencia. Durante los siguientes tres años, Antonio estuvo ausente de Oriente, dedicado a reestablecer su posición en Roma. Durante este tiempo, se casó con Octavia, hermana de Octavio, en un intento de consolidar el Triunvirato.

Cleopatra, mientras tanto, dio a luz a mellizos en el 40 a.C.: Alejandro Helios y Cleopatra Selene. Antonio reconocería su paternidad años después, pero durante este periodo de separación, la relación entre ambos pareció enfriarse. No fue hasta el 37 a.C. que Antonio regresó a Oriente y reanudó su alianza con Cleopatra, ahora en términos aún más favorables para la reina egipcia.

Las Donaciones de Alejandría

En el 34 a.C., tras una campaña militar parcialmente exitosa en Armenia, Antonio celebró un triunfo en Alejandría, algo sin precedentes: los triunfos se celebraban tradicionalmente en Roma. Más provocador aún fue el evento conocido como las «Donaciones de Alejandría«, una ceremonia pública donde Antonio redistribuyó territorios orientales.

En un espectáculo teatral en el Gimnasio de Alejandría, Antonio proclamó a Cleopatra «Reina de Reyes» y a Cesarión «Rey de Reyes», sugiriendo que el hijo de César era el heredero legítimo del dictador (una provocación directa contra Octavio, el heredero adoptivo oficial). Además, Antonio asignó vastos territorios a los hijos que tenía con Cleopatra: Alejandro Helios recibió Armenia, Media y Partia (aunque esta última aún no estaba conquistada); Cleopatra Selene recibió Cirenaica y Libia; y Ptolomeo Filadelfo, su hijo menor, recibió Siria y Cilicia.

Estas donaciones devolvían a Egipto ptolemaico territorios que había perdido durante el siglo anterior. Para Cleopatra, representaban la restauración del antiguo poder ptolemaico. Para los romanos, particularmente para Octavio, eran un escándalo: Antonio estaba regalando territorios romanos a una reina extranjera y sus hijos.

Octavio utilizó las Donaciones de Alejandría como propaganda devastadora contra Antonio. En Roma, comenzó una campaña sistemática para retratar a Antonio como un romano degenerado, traidor a su patria, esclavizado por una reina oriental seductora que planeaba gobernar Roma desde Alejandría. Cleopatra fue presentada como una amenaza existencial para Roma, una nueva Aníbal en forma femenina que buscaba destruir la República.

La realidad era más compleja. Antonio no planeaba destruir Roma; más bien, parecía estar creando un imperio personal en Oriente, con Alejandría como capital, que coexistiría con el poder de Octavio en Occidente. Para Cleopatra, la alianza con Antonio ofrecía la mejor oportunidad en siglos de restaurar el poder ptolemaico. Sin embargo, esta visión de un imperio dual oriental-occidental era incompatible con los planes de Octavio de gobernar solo un imperio romano unificado.

Batalla de Accio y el final de una era

El camino hacia la guerra

Para el año 32 a.C., la ruptura entre Antonio y Octavio era irreversible. El Segundo Triunvirato había expirado formalmente, y ambos hombres se preparaban para un enfrentamiento final por el control de Roma. Octavio lanzó una campaña de propaganda brutal contra Antonio y especialmente contra Cleopatra, presentando el conflicto no como otra guerra civil romana, sino como una guerra de Roma contra Egipto.

Esta estrategia era astuta: los romanos estaban cansados de las interminables guerras civiles entre ciudadanos. Sin embargo, una guerra contra un enemigo extranjero podía unificar el imperio. Octavio declaró oficialmente la guerra no contra Antonio (que técnicamente seguía siendo ciudadano romano), sino contra Cleopatra. En una ceremonia antigua, lanzó una lanza ritual en dirección a Egipto desde el Campo de Marte, señalizando el inicio de un bellum iustum (guerra justa).

Batalla de Accio. Obra de Laureys a Castro (1672), National Maritime Museum (Londres) / Dominio Público.

Antonio reunió sus fuerzas en Grecia, estableciendo su base principal en el golfo de Ambracia, donde construyó fortificaciones y concentró una flota enorme. Su ejército terrestre incluía diecinueve legiones (aproximadamente 80,000-90,000 hombres), mientras que su flota contaba con unos 500 navíos de guerra. Cleopatra aportó 200 barcos de guerra egipcios y los recursos financieros que mantenían funcionando toda esta máquina militar.

La presencia de Cleopatra en el campamento militar era inusual y controvertida. Muchos oficiales romanos de Antonio creían que la reina egipcia debería regresar a Alejandría, pero ella insistió en permanecer, argumentando razonablemente que, dado que Egipto financiaba la guerra, ella tenía derecho a estar presente. Esta decisión sería posteriormente utilizada por los historiadores pro-Octavio para sugerir que Antonio estaba dominado por Cleopatra.

La batalla de Accio (2 de septiembre, 31 a.C.)

La batalla decisiva ocurrió en el promontorio de Accio, en el noroeste de Grecia, el 2 de septiembre del 31 a.C. Octavio, con su comandante naval Marcus Agrippa, había bloqueado la flota de Antonio dentro del golfo de Ambracia. Antonio enfrentaba una situación estratégica compleja: su ejército terrestre estaba sufriendo enfermedades y deserciones, sus líneas de suministro estaban cortadas, y no podía permanecer indefinidamente en esa posición.

Antonio decidió forzar una batalla naval para romper el bloqueo. La batalla de Accio fue principalmente un enfrentamiento naval entre grandes navíos de guerra. Los barcos de Antonio y Cleopatra eran más grandes y pesados, equipados con torres y catapultas, diseñados como plataformas de combate naval pesado. Los barcos de Agrippa eran más pequeños, más maniobrables y equipados con arpones de fuego (llamados harpax) que podían incendiar a distancia los navíos enemigos.

El desarrollo exacto de la batalla es debatido, ya que las fuentes son todas posteriores y pro-Octavio. Lo que sabemos es que en un momento crítico del combate, Cleopatra ordenó a sus sesenta barcos egipcios, que habían permanecido en retaguardia, que izaran velas y huyeran del campo de batalla. Antonio, al ver esto, abandonó su propio buque de mando, transfiriéndose a un barco más rápido, y siguió a Cleopatra.

Este momento ha sido objeto de innumerables interpretaciones. Los historiadores antiguos pro-Octavio lo presentaron como evidencia de que Antonio estaba tan esclavizado por amor a Cleopatra que abandonó cobardemente a su flota y su ejército. Sin embargo, análisis modernos sugieren una interpretación diferente: Cleopatra y Antonio probablemente habían planeado previamente una retirada estratégica, preservando el tesoro de guerra (que estaba en los barcos egipcios) para continuar la lucha desde Egipto.

Sea como fuere, la batalla de Accio fue una catástrofe para Antonio. Aunque logró escapar con Cleopatra y parte de la flota, dejó atrás el grueso de su fuerza naval y, lo más grave, su ejército terrestre. En los días siguientes a la batalla, las legiones de Antonio, abandonadas por su comandante, comenzaron a desertar en masa hacia Octavio. La base de poder militar de Antonio se desintegró en cuestión de semanas.

Sitio de Alejandría y muerte de los amantes

Antonio y Cleopatra regresaron a Alejandría en otoño del 31 a.C., enfrentando una situación desesperada. Su flota había sido destruida, su ejército terrestre había desertado, y Octavio avanzaba inexorablemente hacia Egipto. Durante los meses siguientes, intentaron reunir nuevas fuerzas y negociar con Octavio, pero sin éxito.

En julio del 30 a.C., Octavio llegó a las afueras de Alejandría. Antonio intentó una última defensa militar, pero sus tropas le abandonaron. Según Plutarco, al creer erróneamente que Cleopatra había muerto, Antonio se suicidó cayendo sobre su propia espada. Mortalmente herido, fue llevado al mausoleo donde Cleopatra se había refugiado, muriendo en sus brazos.

Cleopatra sobrevivió a Antonio por unos días. Octavio la tomó prisionera, pero la trató con aparente cortesía. Sin embargo, las intenciones de Octavio eran claras: planeaba exhibir a Cleopatra encadenada en su triunfo en Roma, la máxima humillación para una gobernante extranjera. Cleopatra, al comprender esto, decidió evitar esta ignominia.

El 10 o 12 de agosto del 30 a.C., Cleopatra se suicidó. El método tradicional dice que se hizo morder por un áspid, la cobra egipcia sagrada asociada con los faraones. Algunos historiadores modernos sugieren que pudo haber utilizado veneno, más fiable que la mordedura de una serpiente. En cualquier caso, Cleopatra eligió su propia muerte, negando a Octavio la satisfacción de exhibirla como trofeo.

cleopatra muerte
La muerte de Cleopatra. Crédito: Dominio Público.

Antes de morir, Cleopatra pidió a Octavio que se le permitiera ser enterrada junto a Marco Antonio. Octavio concedió esta petición final. El paradero exacto de su tumba es uno de los grandes misterios de la arqueología: hasta hoy no se ha encontrado el mausoleo donde fueron enterrados los últimos amantes de la antigüedad.

Con la muerte de Cleopatra, Egipto fue anexado como provincia romana. Octavio ordenó la ejecución de Cesarión, de 17 años, eliminando al último heredero ptolemaico varón. Los hijos de Cleopatra y Antonio fueron llevados a Roma, donde fueron criados por Octavia, la ex-esposa de Antonio. Alejandro Helios y Ptolomeo Filadelfo desaparecen de los registros históricos. Cleopatra Selene, la única hija que sobrevivió hasta la edad adulta, se casó con el rey Juba II de Mauritania, continuando así, aunque marginalmente, la línea ptolemaica.

Legado histórico: entre la leyenda y la realidad

Cleopatra en las fuentes antiguas

Comprender a la verdadera Cleopatra histórica es difícil porque casi todas nuestras fuentes fueron escritas por sus enemigos o por historiadores que trabajaron bajo los emperadores descendientes de Octavio. La propaganda anti-Cleopatra que Octavio desarrolló durante la guerra se convirtió en la narrativa histórica estándar durante el Imperio Romano.

Plutarco, que escribió su biografía de Antonio más de un siglo después de estos eventos, es nuestra fuente más detallada. Aunque intenta ser relativamente equilibrado, Plutarco reproduce muchos de los estereotipos romanos sobre Cleopatra: la seductora oriental, la reina lujuriosa que corrompió a nobles romanos, la mujer manipuladora que utilizó su sexualidad para obtener poder político. Sin embargo, incluso Plutarco reconoce su inteligencia, educación y capacidad política.

Dión Casio, historiador del siglo III d.C., es aún más hostil. En su historia romana, Cleopatra aparece casi como una villana de melodrama: ambiciosa, traicionera, capaz de cualquier crimen para mantener el poder. Esta representación refleja los prejuicios romanos contra las mujeres poderosas y contra los «orientales», considerados culturalmente inferiores y moralmente corruptos.

Lo que falta en estas fuentes es la perspectiva egipcia. No tenemos ninguna fuente egipcia que nos dé la visión de cómo los propios egipcios vieron a Cleopatra. Sabemos que fue popular entre ellos, que participó en sus rituales religiosos y que se presentó como heredera legítima de los faraones, pero los detalles de esta relación se han perdido. Los papiros egipcios de la época mencionan a Cleopatra en contextos administrativos, mostrando que el gobierno funcionaba, pero no nos dan información sobre percepciones populares.

Desmitificación moderna

La historiografía moderna ha trabajado para recuperar a la Cleopatra histórica de debajo de las capas de propaganda romana y romanticismo posterior. Varios hechos emergen más claramente:

Primero, Cleopatra fue una líder política efectiva. Gobernó Egipto durante 21 años (51-30 a.C.) en una época de extrema turbulencia. Mantuvo la estabilidad interna, gestionó la economía con competencia, y navegó las peligrosas aguas de la política romana con considerable habilidad. El hecho de que finalmente fracasara no invalida estas capacidades; estaba jugando un juego casi imposible contra fuerzas que ningún líder egipcio habría podido resistir.

Segundo, su sexualidad fue una herramienta política, pero no la única ni la más importante. Las fuentes romanas se obsesionaron con las relaciones de Cleopatra con César y Antonio porque esto se ajustaba a sus estereotipos sobre mujeres orientales seductoras. Pero Cleopatra tenía muchas otras herramientas a su disposición: la riqueza de Egipto, su flota naval, su legitimidad como faraona entre los egipcios, su educación y capacidad diplomática. La insistencia romana en reducirla a una «seductora» dice más sobre los prejuicios romanos que sobre la realidad de Cleopatra.

Tercero, Cleopatra no era egipcia étnicamente, sino macedónica (griega). Sin embargo, se egipcianizó más que cualquier otro Ptolomeo, aprendiendo el idioma y las costumbres religiosas. Esta adaptación cultural fue una elección política inteligente que le dio legitimidad interna. En este sentido, Cleopatra fue más «egipcia» que sus ancestros macedonios, aunque no por sangre sino por elección cultural.

Cleopatra en la cultura moderna

La figura de Cleopatra ha fascinado a la cultura occidental durante siglos. Shakespeare escribió su tragedia «Antonio y Cleopatra» (1607), presentando a la reina como una figura trágica y romántica. Esta obra estableció muchos de los tropos que dominarían representaciones posteriores: el amor imposible, la pasión destructiva, el conflicto entre deber y deseo.

El cine ha sido particularmente atraído por Cleopatra. La producción más famosa es probablemente «Cleopatra» (1963) protagonizada por Elizabeth Taylor, una película épica que casi quiebra el estudio pero que consolidó en la imaginación popular una imagen específica de Cleopatra: glamurosa, bella, vestida con elaborados trajes egipcios. Esta película, aunque entretenida, perpetuó muchos de los mitos sobre Cleopatra más que desmitificarlos.

Las representaciones modernas han comenzado a explorar aspectos más complejos. Algunos trabajos recientes enfatizan su capacidad política, su educación, su manejo de múltiples idiomas. Ha habido debates sobre su etnicidad (¿era blanca, mestiza, africana?), debates que a menudo revelan más sobre nuestras preocupaciones contemporáneas sobre raza e identidad que sobre la realidad antigua.

Lo que permanece constante es la fascinación. Cleopatra sigue siendo una de las mujeres más famosas de la historia, su nombre reconocible globalmente más de dos mil años después de su muerte. Esto es en sí mismo notable: pocas figuras históricas mantienen tal presencia cultural durante milenios. Ya sea como líder política, como amante trágica, como símbolo de resistencia contra el imperialismo, o como icono cultural, Cleopatra continúa capturando la imaginación humana.

Tabla comparativa: Cleopatra VII y otras reinas ptolemaicas

ReinaReinadoDuraciónLogros principalesAlianzasDestino final
Arsínoe II277-270 a.C.7 añosConsolidación temprana reino ptolemaicoEsposa-hermana Ptolomeo IIMuerte natural
Cleopatra I193-176 a.C.17 añosRegencia efectiva durante minoría hijoMatrimonio diplomático con Ptolomeo VMuerte natural
Cleopatra II175-116 a.C.59 años (intermitente)Reinado más largo de la dinastíaMúltiples matrimonios dinásticosMuerte natural
Cleopatra III142-101 a.C.41 añosPoder real efectivo, mecenazgo culturalCorregencia con hijosAsesinada por hijo
Berenice IV58-55 a.C.3 añosRebelión contra padre, gobierno independienteNinguna significativaEjecutada por padre
Cleopatra VII51-30 a.C.21 añosMáxima extensión territorial ptolemaica, alianza RomaCésar, Marco AntonioSuicidio

Preguntas frecuentes sobre Cleopatra VII

¿Quién fue Cleopatra y por qué es famosa?

Cleopatra VII Thea Filopátor fue la última gobernante activa de la dinastía ptolemaica de Egipto, que reinó desde el 51 hasta el 30 a.C. Es famosa por ser una de las mujeres más poderosas del mundo antiguo, por su excepcional educación (hablaba al menos siete idiomas), y por sus alianzas estratégicas con dos de los hombres más poderosos de Roma: Julio César y Marco Antonio. Su muerte marcó el final del Egipto independiente y su anexión al Imperio Romano, cerrando tres siglos de gobierno ptolemaico y más de tres mil años de faraones egipcios.

¿Era Cleopatra realmente egipcia?

No étnicamente. Cleopatra era de origen macedonio (griego), descendiente de Ptolomeo I Sóter, general de Alejandro Magno que fundó la dinastía ptolemaica en 305 a.C. Sin embargo, Cleopatra fue la única gobernante ptolemaica que aprendió el idioma egipcio y se integró conscientemente en la cultura egipcia nativa. Mientras sus predecesores habían gobernado como una élite griega separada, Cleopatra participó en ceremonias religiosas egipcias, se presentó como reencarnación de Isis, y se comunicó directamente con sus súbditos egipcios, ganándose una popularidad que pocos Ptolomeos habían conseguido.

¿Por qué se suicidó Cleopatra?

Cleopatra se suicidó el 10 o 12 de agosto del 30 a.C. para evitar la humillación de ser exhibida como prisionera en el triunfo de Octavio en Roma. Tras la derrota en Accio y el suicidio de Marco Antonio, Octavio tomó a Cleopatra prisionera pero la trató cortésmente mientras planeaba su triunfo. Para los romanos, exhibir en cadenas a gobernantes extranjeros vencidos era la máxima demostración de poder. Cleopatra, comprendiendo que este sería su destino, eligió controlar su propia muerte. Su suicidio fue un acto final de voluntad política: negó a Octavio el espectáculo propagandístico que había planeado y murió como reina, no como prisionera.

¿Era Cleopatra hermosa?

Contrariamente a la imagen popular, las fuentes antiguas sugieren que la belleza física de Cleopatra era ordinaria. Plutarco escribió que «su belleza no era incomparable ni sobresaliente». Las monedas contemporáneas que llevan su imagen muestran rasgos faciales pronunciados, nada excepcionales según los cánones de belleza antiguos o modernos. Lo que hizo a Cleopatra irresistible fue su inteligencia, su conversación brillante, su voz agradable y su presencia carismática. Plutarco enfatiza que «su encanto era irresistible» y que había «un encanto indescriptible en su forma de hablar». Era su capacidad intelectual y personalidad, no su apariencia física, lo que cautivaba a quienes la conocían.

¿Cuántos idiomas hablaba Cleopatra?

Según Plutarco, Cleopatra hablaba al menos siete u ocho idiomas y raramente necesitaba intérprete en negociaciones diplomáticas. Los idiomas confirmados incluyen griego koiné (su lengua materna), egipcio demótico, latín y arameo. Plutarco menciona que podía conversar directamente con etíopes, hebreos, árabes, sirios, medos y partos, lo que sugiere conocimiento de varias lenguas orientales. Esta habilidad lingüística era extraordinaria incluso para los estándares cosmopolitas de Alejandría y le proporcionaba una ventaja diplomática enorme, permitiéndole comunicarse directamente con embajadores y súbditos sin intermediarios que pudieran distorsionar sus palabras.

¿Qué relación tuvo Cleopatra con Julio César?

Cleopatra y Julio César iniciaron una alianza político-personal en el 48 a.C. cuando César llegó a Egipto persiguiendo a Pompeyo. César apoyó a Cleopatra en su conflicto dinástico contra su hermano Ptolomeo XIII, restaurándola al trono tras la Guerra Alejandrina. De esta relación nació Cesarión (Ptolomeo XV) en 47 a.C. La alianza beneficiaba a ambos: César obtenía el apoyo del rico Egipto y cobraba las deudas ptolemaicas con Roma; Cleopatra recuperaba su trono y obtenía protección romana. Aunque las fuentes antiguas enfatizan el aspecto romántico, la relación fue fundamentalmente una alianza estratégica entre dos líderes políticos pragmáticos. César nunca reconoció públicamente su paternidad de Cesarión, aunque tampoco la negó.

¿Dónde está enterrada Cleopatra?

El paradero de la tumba de Cleopatra es uno de los grandes misterios arqueológicos. Según las fuentes antiguas, Octavio permitió que Cleopatra fuera enterrada junto a Marco Antonio en un mausoleo que ella había construido en Alejandría. Sin embargo, Alejandría antigua ha experimentado terremotos, inundaciones y desarrollo urbano durante dos milenios, complicando enormemente las búsquedas arqueológicas. Varios equipos han propuesto ubicaciones posibles, incluyendo el templo de Taposiris Magna (a 45 km de Alejandría), donde excavaciones recientes han encontrado monedas con la imagen de Cleopatra, pero hasta la fecha no se ha localizado definitivamente la tumba. Es posible que haya sido destruida siglos atrás o permanezca enterrada bajo la Alejandría moderna.

¿Qué pasó con los hijos de Cleopatra?

Cleopatra tuvo cuatro hijos: Cesarión (con Julio César) y tres hijos con Marco Antonio (los mellizos Alejandro Helios y Cleopatra Selene, y Ptolomeo Filadelfo). Octavio ordenó la ejecución de Cesarión en 30 a.C., eliminando al heredero varón con sangre julia que podía amenazar su posición. Los tres hijos de Marco Antonio fueron llevados a Roma y criados por Octavia, la ex-esposa de Antonio. Alejandro Helios y Ptolomeo Filadelfo desaparecen de los registros históricos y probablemente murieron jóvenes. Cleopatra Selene sobrevivió, casándose con el rey Juba II de Mauritania (actual Argelia-Marruecos) hacia el 25 a.C. Ella gobernó como reina de Mauritania hasta aproximadamente 5 d.C., continuando así marginalmente la línea ptolemaica.

Fuentes y bibliografía

Fuentes primarias antiguas

  • Plutarco: Vidas paralelas – Vida de Antonio (biografía más detallada de Cleopatra)
  • Dión Casio: Historia romana, libros 42-51 (contexto guerras civiles romanas)
  • Suetonio: Vida de los doce césares – Julio César y Augusto
  • Apiano: Guerras civiles romanas, libros 4-5
  • Floro: Epítome de la historia romana de Tito Livio

Estudios académicos en español

  • Pomeroy, Sarah B.: Cleopatras (traducción española), Madrid: Gredos, 2012
  • Goldsworthy, Adrian: Antonio y Cleopatra, Madrid: La Esfera de los Libros, 2011
  • Novillo López, Miguel Ángel: Breve historia de Cleopatra, Madrid: Nowtilus, 2013
  • Schulten, Adolf: Los Tolomeos de Egipto, Barcelona: Editorial Iberia, 1968
  • Presedo Velo, Francisco: Cleopatra: reina de Egipto, Madrid: Alderabán, 1996

Estudios académicos en inglés

  • Roller, Duane W.: Cleopatra: A Biography, Oxford: Oxford University Press, 2010
  • Schiff, Stacy: Cleopatra: A Life, New York: Little, Brown and Company, 2010
  • Grant, Michael: Cleopatra, London: Weidenfeld & Nicolson, 1972
  • Jones, Prudence J.: Cleopatra: A Sourcebook, Norman: University of Oklahoma Press, 2006
  • Tyldesley, Joyce: Cleopatra: Last Queen of Egypt, London: Profile Books, 2008
  • Walker, Susan & Higgs, Peter: Cleopatra of Egypt: From History to Myth, Princeton: Princeton University Press, 2001
  • Ashton, Sally-Ann: Cleopatra and Egypt, Oxford: Blackwell Publishing, 2008
  • Kleiner, Diana E.E.: Cleopatra and Rome, Cambridge: Harvard University Press, 2005

Recursos digitales especializados

  • British Museum: Cleopatra Collection
  • Metropolitan Museum of Art: Egypt and the Classical World
  • Oxford Classical Dictionary Online: Entrada «Cleopatra VII»
  • J-STOR: Artículos académicos sobre dinastía ptolemaica y Cleopatra
  • Cambridge Ancient History Online: Volúmenes X-XI (período helenístico tardío)

Explora más en Red Historia

  • Julio César: biografía del conquistador de las Galias
  • César Augusto: el primer emperador de Roma
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Comments 3

  1. anyel cristal says:
    12 años ago

    muy buen tema me encanto

    Responder
  2. RAMON ALBERTO MEJIA BOHORQUEZ says:
    13 años ago

    ASI SON LAS GLORIAS HUMANAS PASAJERAS Y EFIMERAS

    Responder
  3. daniela says:
    13 años ago

    me encanta la historia sobre todo la antigua y me ha encantado la historia de cleopatra me parece muy interesante yo os la recomiendo

    Responder

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