La tumba de Cleopatra VII Filopátor, la última reina del Egipto ptolemaico, es uno de los mayores enigmas arqueológicos sin resolver de la historia antigua. A pesar de más de dos mil años de búsqueda, el lugar donde descansa la mujer que cautivó a Julio César y Marco Antonio permanece oculto. Su descubrimiento sería, según los expertos, comparable al hallazgo de la tumba de Tutankamón en 1922 y posiblemente lo superaría en importancia histórica y cultural.
Lo curioso es que, a diferencia de otros faraones cuyas tumbas fueron saqueadas o destruidas en la antigüedad, la tumba de Cleopatra simplemente desapareció de la historia. Los relatos de Plutarco y Casio Dión confirman que fue enterrada con todos los honores junto a Marco Antonio en el año 30 a.C., por orden del emperador Octavio. Las fuentes antiguas describen un mausoleo magnífico cerca de un templo de Isis en Alejandría, pero desde entonces no existe ningún registro confiable de su ubicación exacta.
La búsqueda de esta tumba se ha intensificado en las últimas dos décadas gracias al trabajo incansable de tres figuras clave: Kathleen Martínez, arqueóloga dominicana que defiende la teoría de Taposiris Magna; Franck Goddio, arqueólogo submarino que explora la Alejandría sumergida y Zahi Hawass, ex ministro de Antigüedades egipcio cuyo escepticismo inicial se ha transformado en cautela optimista. Entre los tres han protagonizado descubrimientos extraordinarios: un túnel subterráneo de 1.300 metros, un palacio ptolemaico bajo el agua y, más recientemente, un puerto sumergido que podría conectar directamente con el lugar de descanso final de la reina.
La importancia de encontrar la tumba de Cleopatra trasciende la simple curiosidad histórica. La reina representa el fin de una era: con su muerte terminó la dinastía ptolemaica que había gobernado Egipto durante tres siglos y Egipto se convirtió en provincia romana. Su tumba podría contener documentos, tesoros y evidencias que iluminarían uno de los períodos más fascinantes de la historia antigua, cuando Oriente y Occidente se encontraban en el Mediterráneo. Como afirmó Kathleen Martínez, su hallazgo sería «el descubrimiento arqueológico más importante del siglo XXI«.
El final de Cleopatra y Marco Antonio: contexto de su entierro
Para entender por qué la tumba de Cleopatra es tan importante y por qué su ubicación se convirtió en un misterio, debemos conocer las circunstancias de su muerte. Cleopatra VII nació en el año 69 a.C. como última representante de la dinastía ptolemaica, fundada por Ptolomeo I Sóter tras la muerte de Alejandro Magno. A diferencia de sus predecesores griegos, Cleopatra fue la primera de su dinastía en aprender el idioma egipcio, lo que le permitió conectar con su pueblo de manera única y presentarse como la reencarnación viva de la diosa Isis.
Su vida política estuvo marcada por dos alianzas fundamentales con Roma. Primero con Julio César, con quien tuvo un hijo, Cesarión, y posteriormente con Marco Antonio, triunviro romano con quien mantuvo una relación tanto personal como política durante más de una década. De esta unión nacieron tres hijos: los gemelos Alejandro Helios y Cleopatra Selene II, y Ptolomeo Filadelfo. Juntos, Cleopatra y Marco Antonio ambicionaban crear un imperio helenístico que rivalizara con Roma, pero su derrota en la batalla naval de Accio en septiembre del año 31 a.C. selló su destino.
Tras la batalla, Octavio (futuro emperador Augusto) persiguió a los amantes hasta Alejandría. Marco Antonio, creyendo erróneamente que Cleopatra había muerto, se suicidó arrojándose sobre su espada. Cleopatra, según Plutarco, intentó negociar con Octavio la preservación del trono para sus hijos, pero al comprender que sería llevada a Roma como trofeo de guerra en el triunfo del emperador, decidió quitarse la vida. La tradición popular habla de la mordedura de un áspid, aunque los historiadores modernos consideran más probable el envenenamiento deliberado.

Lo notable es que Octavio permitió que Cleopatra fuera enterrada junto a Marco Antonio con honores reales. Según Plutarco, «después de que Cleopatra escuchó esto, en primer lugar, suplicó a Octavio que se le permitiera hacer libaciones por Antonio; y cuando se le concedió la petición, se hizo llevar a la tumba, y abrazando el ánfora que contenía sus cenizas». Esta acción de Octavio, aparentemente magnánima, era también política: al honrar a Cleopatra como reina legítima, legitimaba su propia conquista de Egipto como una anexión ordenada y no como una simple invasión. El mausoleo donde fueron sepultados se encontraba, según las fuentes, cerca de un templo de Isis en Alejandría. Y ahí comienza el misterio que perdura hasta hoy.
Los relatos antiguos: qué sabemos por las fuentes de la tumba de Cleopatra
Las principales fuentes históricas sobre la tumba de Cleopatra provienen de tres autores clásicos: Plutarco (c. 46-120 d.C.), Casio Dión (c. 155-235 d.C.) y Estrabón (c. 64 a.C.-24 d.C.). Cada uno proporciona información fragmentaria pero valiosa sobre el mausoleo y su ubicación.
Plutarco, en su obra Vidas paralelas, específicamente en la biografía de Marco Antonio, describe que Cleopatra había comenzado la construcción de su mausoleo antes de su muerte. Según su relato, cuando Octavio se aproximaba a Alejandría, Cleopatra se refugió en su tumba, que estaba «construida de forma sobresaliente, hermosa y elevada, que había hecho erigir cerca del templo de Isis». El historiador menciona que el mausoleo aún no estaba completamente terminado en el momento de su muerte: «la parte superior de él, junto al techo, aún no estaba completamente terminada». Plutarco también describe cómo Cleopatra amenazó con quemar dentro del mausoleo todos los tesoros reales que había acumulado allí, incluyendo oro, plata, esmeraldas, perlas, ébano, marfil y canela, lo que obligó a Octavio a negociar con ella.
Casio Dión, en su Historia romana, proporciona detalles complementarios. Confirma que Cleopatra y Marco Antonio «fueron embalsamados de la misma manera y enterrados en la misma tumba». También describe el mausoleo como una construcción magnífica: «En el palacio se encontraron grandes cantidades de tesoro. Pues Cleopatra había tomado prácticamente todas las ofrendas incluso de los santuarios más sagrados y así ayudó a los romanos a aumentar su botín sin incurrir en culpa alguna». Esta mención es significativa porque indica que el mausoleo estaba ubicado dentro o muy cerca del complejo palaciego de Cleopatra.
Estrabón, geógrafo que visitó Alejandría poco después de la muerte de Cleopatra, describe la ciudad y sus monumentos en su Geografía. Aunque no menciona específicamente la tumba, proporciona información valiosa sobre la topografía de Alejandría en época ptolemaica. Describe el palacio real como un complejo extenso en el promontorio de Loquias, y menciona la existencia de la pequeña isla de Antirhodos frente al palacio. Esta información geográfica se ha vuelto crucial para las teorías modernas sobre la ubicación de la tumba.
Juan de Nikiû, obispo copto del siglo VII, menciona en su crónica que el palacio de Cleopatra estaba en la isla de Antirhodos, lo que refuerza la hipótesis de que su tumba podría estar en esa zona, ahora completamente sumergida tras los terremotos que devastaron Alejandría en los siglos IV y VIII d.C.
Lo que resulta desconcertante es la ausencia total de menciones posteriores a la tumba en las fuentes romanas o bizantinas. Después del siglo III d.C., el mausoleo desaparece de todos los registros históricos, como si nunca hubiera existido. Esta ausencia documental ha alimentado numerosas teorías: ¿fue destruida durante las guerras civiles del siglo III? ¿Se hundió en el mar tras los terremotos? ¿Fue saqueada y posteriormente olvidada? ¿O Cleopatra diseñó deliberadamente un entierro secreto que burlara a los buscadores de tesoros?
Historia de la búsqueda: dos siglos tras el rastro
La búsqueda moderna de la tumba de Cleopatra comenzó en serio durante el siglo XIX, cuando Egipto se convirtió en destino predilecto de exploradores, arqueólogos y aventureros europeos. La egiptología como disciplina científica nacía de la mano de Jean-François Champollion, quien descifró los jeroglíficos en 1822 con la Piedra de Rosetta y pronto decenas de expediciones recorrían el país en busca de tesoros faraónicos.
Durante el siglo XIX, la atención se centró casi exclusivamente en Alejandría, donde todas las fuentes antiguas ubicaban la tumba. Sin embargo, las excavaciones sistemáticas en la ciudad se enfrentaban a obstáculos casi insuperables: la Alejandría moderna se había construido literalmente sobre la antigua, enterrando bajo metros de escombros y construcciones los restos ptolemaicos. Además, el crecimiento urbano constante desde la época medieval había destruido o alterado irreversiblemente gran parte del trazado antiguo de la ciudad.
El explorador italiano Giovanni Battista Caviglia realizó algunas de las primeras excavaciones documentadas en Alejandría en la década de 1820, pero sus esfuerzos se concentraron en la necrópolis de Kom el-Shuqafa y las catacumbas romanas, sin resultados relacionados con Cleopatra. A lo largo del siglo XIX, arqueólogos como Heinrich Schliemann (descubridor de Troya) y Gaston Maspero expresaron su interés en buscar la tumba, pero la magnitud del desafío logístico les disuadió.
En el siglo XX, la arqueología submarina abrió nuevas posibilidades. Los terremotos del siglo IV y VIII d.C. habían provocado que parte del antiguo barrio real de Alejandría, incluyendo el promontorio de Loquias y la isla de Antirhodos, se hundieran en el Mediterráneo. En 1961, el arqueólogo egipcio Kamel Abu el-Saadat descubrió restos de estructuras ptolemaicas sumergidas en la bahía oriental de Alejandría, confirmando que partes significativas de la ciudad antigua estaban bajo el agua.
La década de 1990 marcó un punto de inflexión con la llegada de Franck Goddio, arqueólogo submarino francés fundador del Instituto Europeo de Arqueología Submarina. Entre 1992 y 1998, Goddio realizó un estudio geofísico exhaustivo de la bahía de Alejandría, utilizando tecnología de sonar de última generación. Sus hallazgos fueron espectaculares: identificó más de 500 estructuras sumergidas, incluyendo los restos de la isla de Antirhodos, donde según Juan de Nikiû se encontraba el palacio de Cleopatra. En la zona descubrió columnas, estatuas de esfinge y los cimientos de lo que pudo ser el complejo palaciego ptolemaico.
En 2005, una nueva teoría revolucionaria entró en escena. Kathleen Martínez, arqueóloga y abogada dominicana, presentó al Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto una hipótesis radical: la tumba de Cleopatra no estaba en Alejandría, sino a 55 kilómetros al suroeste, en el templo de Taposiris Magna. Su argumentación se basaba en tres pilares: primero, Cleopatra se proclamaba reencarnación viva de Isis, y Taposiris Magna estaba dedicado a Osiris e Isis; segundo, las fuentes mencionan un templo de Isis cerca de la tumba, no necesariamente en Alejandría; tercero, un entierro secreto lejos de la capital habría protegido la tumba de saqueadores.
Martínez obtuvo el permiso de excavación y desde entonces ha liderado más de veinte campañas arqueológicas en Taposiris Magna, convirtiéndose en la primera latinoamericana en recibir una licencia de excavación del gobierno egipcio. Su trabajo ha sido controvertido entre la comunidad egiptológica, con figuras como Zahi Hawass mostrando inicialmente un profundo escepticismo hacia su teoría. Sin embargo, los hallazgos acumulados durante dos décadas han obligado incluso a los escépticos a reconocer que Taposiris Magna merece seria consideración.
La búsqueda de la tumba de Cleopatra representa, en cierto modo, la evolución de la arqueología moderna: de las excavaciones individuales del siglo XIX a las grandes expediciones institucionales del XX, y finalmente a la colaboración internacional interdisciplinaria del siglo XXI, donde arqueólogos, geofísicos, expertos en tecnología submarina e historiadores trabajan conjuntamente para resolver uno de los grandes enigmas de la antigüedad.
Teorías sobre la ubicación: tres hipótesis principales
Taposiris Magna: la teoría revolucionaria de Kathleen Martínez
Taposiris Magna, cuyo nombre griego significa «la gran tumba de Osiris», se encuentra aproximadamente 55 kilómetros al suroeste de Alejandría, cerca de la actual ciudad costera de Abusir. El templo fue construido durante el reinado de Ptolomeo II Filadelfo (283-246 a.C.), segundo faraón de la dinastía ptolemaica y bisabuelo de Cleopatra VII. El complejo religioso se convirtió en uno de los centros de culto más importantes de Osiris e Isis en el Bajo Egipto, atrayendo peregrinos de todo el Mediterráneo oriental.
La teoría de Kathleen Martínez se basa en varios argumentos convergentes. En primer lugar, Cleopatra no era simplemente una reina helenística más: se presentaba deliberadamente como la reencarnación viva de Isis, la gran diosa madre egipcia. En todos los templos donde se representó a sí misma, Cleopatra aparece con los atributos de Isis y sus contemporáneos la reconocían con ese título divino. Marco Antonio, por su parte, se identificaba con Osiris y posteriormente con Dioniso, equivalente griego de Osiris en muchos aspectos. Un entierro en Taposiris Magna, el gran santuario de estos dioses, tendría un simbolismo perfecto: la pareja divina reuniéndose eternamente en el templo de sus equivalentes mitológicos.

En segundo lugar, Martínez argumenta que las fuentes antiguas mencionan que la tumba estaba cerca de un templo de Isis, pero no especifican que ese templo estuviera necesariamente en Alejandría. De hecho, Plutarco utiliza la expresión «cerca del templo de Isis», lo que podría referirse a cualquier gran santuario isíaco de la región. Si Cleopatra quería proteger su tumba de saqueadores y de la curiosidad romana, enterrarse en secreto en un templo alejado de la capital habría sido una estrategia inteligente.
El tercer argumento tiene que ver con la distancia. Según el relato de Plutarco, Cleopatra visitó la tumba de Marco Antonio y regresó en el mismo día antes de suicidarse. Si la tumba estaba en construcción en Taposiris Magna, la distancia de 55 kilómetros podría cubrirse en carruaje o barco (siguiendo la costa) en unas 6-8 horas de viaje, haciendo posible una visita de ida y vuelta en un día.
Los hallazgos de Martínez en Taposiris Magna han sido extraordinarios y progresivamente convincentes. Durante las primeras temporadas de excavación (2005-2009), su equipo descubrió monedas de bronce con la efigie de Cleopatra VII, lo que confirmaba la conexión del templo con la última reina ptolemaica. Las monedas llevaban inscripciones en griego: «Reina Cleopatra» en una cara, con el rostro de la reina en la otra. Aunque estas monedas por sí solas no prueban que Cleopatra esté enterrada allí (sus monedas circulaban por todo Egipto), sí demuestran que el templo era importante durante su reinado.
En 2009, el equipo descubrió una «placa de cimientos», una tableta de piedra del tamaño de un teléfono móvil que se colocaba bajo las piedras estructurales principales de edificios importantes. La inscripción revelaba información crucial: «El Rey del Alto y Bajo Egipto, Ptolomeo V, vive para siempre, amado por Isis, hijo de Ptolomeo IV Rey del Alto y Bajo Egipto y su esposa Arsenoe III, ambos dioses benévolos, consagraron este templo a la madre Isis». Esta inscripción confirmaba la antigüedad del templo y su dedicación a Isis, reforzando la teoría de Martínez.
Entre 2010 y 2015, las excavaciones revelaron una avenida procesional que conectaba el templo principal con el mar Mediterráneo. A lo largo de esta avenida se encontraron estatuas de bronce, lámparas ceremoniales y restos de lo que podría haber sido un segundo templo, aún no excavado completamente. Lo más significativo es que algunas estructuras encontradas en el mar, frente al templo, resultaron ser de basalto, el mismo material de las estatuas del templo principal, lo que sugiere que parte del complejo ceremonial pudo haberse extendido hasta la costa o incluso hacia zonas ahora sumergidas.
El descubrimiento más espectacular llegó en noviembre de 2022, cuando el equipo anunció el hallazgo de un túnel subterráneo de aproximadamente 1.300 metros de longitud, excavado a 13 metros de profundidad bajo el templo. El Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto lo describió como un «milagro geométrico» debido a su construcción precisa y su excelente estado de conservación. El túnel, de aproximadamente 2 metros de altura, está parcialmente inundado, lo que ha dificultado su exploración completa. Martínez teorizó que este túnel podría conducir directamente a la cámara funeraria de Cleopatra, o al menos a un complejo subterráneo relacionado con el culto funerario ptolemaico.
En diciembre de 2024, se anunció el descubrimiento de un posible busto de Cleopatra VII en el área de Taposiris Magna. La figura, que lleva un tocado real característico de la dinastía ptolemaica, fue encontrada junto a monedas con el rostro de Cleopatra, un amuleto dedicado al dios Ra y otros objetos ceremoniales. Sin embargo, este hallazgo ha generado controversia: Zahi Hawass cuestionó la identificación, argumentando que la estatua podría representar a una figura romana o incluso a otra mujer de la realeza ptolemaica. El debate subraya las complejidades de interpretar hallazgos arqueológicos y su contexto histórico.
En septiembre de 2025, el equipo anunció el descubrimiento de un puerto sumergido cerca de Taposiris Magna que habría estado conectado directamente con el templo mediante un canal o vía procesional. Este hallazgo explicaría cómo Cleopatra pudo haber transportado el cuerpo de Marco Antonio (o su ánfora con cenizas, según la versión) desde Alejandría hasta Taposiris Magna de manera discreta y ceremonial, utilizando una ruta marítima que evitaba los caminos terrestres vigilados por tropas romanas.

A pesar de dos décadas de excavaciones y descubrimientos notables, la tumba en sí misma permanece elusiva. Martínez y su equipo continúan explorando el túnel subterráneo, que según sus estimaciones podría extenderse varios kilómetros más. La arqueóloga dominicana mantiene su convicción: «Estoy segura de que la tumba de Cleopatra está en Taposiris Magna. Cada hallazgo nos acerca más. Es cuestión de tiempo».
Alejandría sumergida: la teoría de Franck Goddio
La segunda gran teoría sobre la ubicación de la tumba de Cleopatra la defiende Franck Goddio, arqueólogo submarino francés que ha dedicado más de tres décadas a explorar la bahía oriental de Alejandría. Su hipótesis es tan elegante como desafiante: la tumba de Cleopatra está exactamente donde las fuentes antiguas dicen que estaba, cerca del palacio real en Alejandría, pero ahora se encuentra bajo varios metros de agua y sedimentos en el fondo del Mediterráneo.
Los cimientos de esta teoría son geológicos e históricos. Alejandría fue devastada por una serie de terremotos catastróficos entre los siglos IV y VIII d.C. El más destructivo ocurrió en el año 365 d.C., un megaterremoto con epicentro en Creta que generó un tsunami masivo que golpeó toda la costa del Mediterráneo oriental. Las crónicas bizantinas describen cómo el mar se retiró varios kilómetros de la costa y luego regresó en una ola gigantesca que arrasó el barrio real de Alejandría. Otro terremoto importante en el año 796 d.C. terminó de hundir lo que quedaba del antiguo promontorio de Loquias y la isla de Antirhodos.
Goddio comenzó sus exploraciones sistemáticas de la bahía de Alejandría en 1992, utilizando magnetómetros, sonares de barrido lateral y sistemas de posicionamiento GPS de alta precisión. Durante sus primeras campañas mapeó el fondo marino de la bahía oriental, identificando más de 500 estructuras anómalas que destacaban del fondo sedimentario. Entre 1996 y 1998, su equipo realizó inmersiones dirigidas para investigar estas estructuras y los resultados superaron todas las expectativas.
En el área donde antiguamente se encontraba la isla de Antirhodos, Goddio descubrió los restos de lo que inequívocamente era el complejo palaciego ptolemaico. Se identificaron cimientos de edificios monumentales construidos con bloques de piedra caliza y granito, columnas de granito rojo de Asuán (material exclusivo de construcciones reales), capiteles con decoración helenística, estatuas de esfinge y fragmentos de pavimentos de mosaico. Las dimensiones de las estructuras coincidían con las descripciones de Estrabón sobre el palacio real.
Uno de los hallazgos más significativos fue una estatua colosal de sacerdote ptolemaico, de aproximadamente 5 metros de altura, tallada en granito negro. El estilo de la escultura y los atributos ceremoniales del personaje representado sugieren que formaba parte de la decoración de un templo importante dentro del complejo palaciego. Goddio identificó también los restos de un templo dedicado a Isis, parcialmente conservado bajo el agua. Este templo, según la teoría del arqueólogo francés, podría ser el «templo de Isis» mencionado por Plutarco en relación con la tumba de Cleopatra.
La conexión entre estos hallazgos y la tumba de Cleopatra es circunstancial pero sugerente. Si, como indican Plutarco y Casio Dión, el mausoleo de Cleopatra estaba cerca o dentro del complejo palaciego, entonces debe encontrarse en algún lugar de la zona sumergida de Antirhodos o el promontorio de Loquias. Goddio argumenta que la ausencia de menciones posteriores de la tumba en las fuentes antiguas se explica sencillamente: fue destruida y hundida por los terremotos, desapareciendo bajo las aguas antes de que los cronistas bizantinos pudieran registrar su ubicación exacta.
La exploración submarina de Goddio también identificó cavidades y estructuras subterráneas en el lecho rocoso de la bahía. Algunas de estas cavidades podrían haber sido criptas o cámaras funerarias que formaban parte de complejos mortuorios ptolemaicos. Sin embargo, el sedimento acumulado durante más de dos milenios, que en algunas áreas alcanza 5-6 metros de espesor sobre las estructuras antiguas, hace extremadamente difícil la exploración exhaustiva. Además, las condiciones de excavación submarina en una bahía urbana moderna, con tráfico marítimo constante y problemas de visibilidad debido a la turbidez del agua, complican enormemente el trabajo arqueológico.
Entre 2012 y 2016, Goddio amplió sus exploraciones a la zona más occidental de la bahía, donde algunos estudios geológicos sugieren que también hubo hundimientos significativos. Se descubrieron restos adicionales de estructuras ptolemaicas y romanas, incluyendo lo que podría haber sido un embarcadero monumental y almacenes portuarios. En esta zona también se identificaron numerosos objetos ceremoniales: lámparas de bronce, vasijas de cerámica fina, y fragmentos de estatuaria que apuntan a la existencia de templos o santuarios en las inmediaciones.
Un aspecto fascinante del trabajo de Goddio es la reconstrucción digital del antiguo puerto y barrio real de Alejandría. Utilizando los datos batimétricos, las imágenes de las estructuras sumergidas y las descripciones de las fuentes antiguas, su equipo ha creado modelos tridimensionales que muestran cómo habría lucido la Alejandría ptolemaica. Estos modelos revelan una ciudad de magnificencia extraordinaria, con palacios escalonados descendiendo hacia el mar, jardines colgantes, y templos construidos parcialmente sobre plataformas que se adentraban en el agua. En este contexto, el mausoleo de Cleopatra habría sido un edificio prominente, probablemente visible desde el mar, lo que explicaría por qué era tan conocido en la antigüedad.
A pesar de décadas de trabajo y miles de inmersiones, Goddio reconoce que encontrar la tumba específica de Cleopatra en la Alejandría sumergida es como buscar una aguja en un pajar submarino. La zona explorable abarca varios kilómetros cuadrados, gran parte está bajo sedimentos y no existe ningún marcador claro que identifique el mausoleo entre las decenas de estructuras ptolemaicas hundidas. Goddio continúa sus exploraciones, con nuevas campañas programadas que utilizarán tecnología de sonar de penetración y robots submarinos para explorar las cavidades identificadas. Su posición es cauta pero esperanzada: «Si la tumba sobrevivió a los terremotos en algún grado, está aquí, bajo el agua. Solo es cuestión de encontrarla».
Otras teorías: ubicaciones alternativas
Aunque Taposiris Magna y la Alejandría sumergida son las dos hipótesis principales, existen otras teorías sobre la ubicación de la tumba de Cleopatra que han ganado cierta atención en círculos académicos.
Una tercera teoría, menos popular pero defendida por algunos egiptólogos, sugiere que la tumba podría encontrarse en Abusir, una necrópolis ptolemaica situada al norte de Taposiris Magna. El arqueólogo checo Miroslav Verner, quien ha excavado extensamente en Abusir durante décadas, señala que se han encontrado varias tumbas de nobles ptolemaicos en la zona, lo que indica que era un área funeraria activa durante el período final de la dinastía. Verner argumenta que Cleopatra, buscando privacidad y seguridad para su tumba, podría haberla construido en esta necrópolis menos prominente, donde pasaría desapercibida entre otras tumbas ptolemaicas contemporáneas.
Otra hipótesis, considerablemente más especulativa, propone que la tumba podría estar en Dendera, a unos 60 kilómetros al norte de Luxor. Cleopatra tenía una conexión especial con el templo de Hathor en Dendera: ordenó la construcción de un mammisi (casa de nacimiento divino) en el complejo templario y se representó a sí misma junto a su hijo Cesarión en relieves del muro posterior del templo. Algunos investigadores sugieren que Cleopatra podría haber planeado un entierro en Dendera para asociarse eternamente con Hathor, diosa del amor, la belleza y la maternidad divina. Sin embargo, esta teoría enfrenta el obstáculo de las fuentes antiguas, que claramente sitúan la tumba cerca de Alejandría.

Una quinta propuesta, formulada por el egiptólogo británico Robert Morkot, plantea que la tumba podría haber sido trasladada en algún momento de la antigüedad tardía. Morkot señala que los tesoros y momias reales fueron frecuentemente reubicados durante períodos de inestabilidad política para protegerlos de saqueadores. Es posible, aunque no hay evidencia documental, que las autoridades romanas o bizantinas trasladaran los restos de Cleopatra desde su mausoleo original a otro lugar más seguro o menos prominente. Si esto ocurrió, la tumba «original» podría estar vacía y los restos reales podrían hallarse en una ubicación completamente inesperada.
Finalmente, existe la posibilidad más sombría: que la tumba fuera saqueada y destruida en la antigüedad y que simplemente no quede nada que encontrar. Las guerras civiles del siglo III d.C., cuando Alejandría fue sitiada y saqueada repetidamente durante la crisis del Imperio Romano, pudieron haber resultado en la destrucción sistemática de monumentos ptolemaicos. Sin embargo, la mayoría de los arqueólogos consideran esta posibilidad poco probable, ya que los mausoleos reales ptolemaicos estaban típicamente construidos con técnicas que los hacían resistentes al saqueo y los terremotos posteriores habrían sellado y protegido cualquier estructura superviviente bajo toneladas de escombros o sedimentos marinos.
Estas teorías alternativas, aunque menos desarrolladas que las hipótesis de Martínez y Goddio, recuerdan que la búsqueda de la tumba de Cleopatra no es un problema resuelto ni mucho menos. Cada nueva excavación, cada avance en tecnología arqueológica, y cada relectura de las fuentes antiguas puede potencialmente alterar nuestra comprensión de dónde podría estar el último descanso de la reina más famosa de la antigüedad.
Los protagonistas de la búsqueda: tres visiones del enigma
Kathleen Martínez: la arqueóloga que desafió el consenso
Kathleen Martínez no llegó a la arqueología por la ruta tradicional. Nacida en República Dominicana, se formó como abogada y ejerció durante años antes de que una fascinación por Cleopatra transformara completamente su vida profesional. En 2002, tras leer extensamente sobre la última reina de Egipto, Martínez viajó a Egipto por primera vez con una teoría radical: Cleopatra no estaba enterrada en Alejandría, sino en Taposiris Magna.
La comunidad egiptológica recibió su propuesta con profundo escepticismo. Martínez no tenía formación académica en arqueología, egiptología o historia antigua y su teoría contradecía el consenso establecido de más de un siglo. Sin embargo, su presentación ante el Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto en 2004 fue tan convincente, tan meticulosamente argumentada, que le concedieron algo extraordinario: permiso para excavar en Taposiris Magna. En 2005 se convirtió en la primera latinoamericana en recibir una licencia de excavación arqueológica del gobierno egipcio.
Lo que siguió fue un compromiso casi obsesivo. Durante más de veinte años, Martínez ha liderado campañas anuales de excavación en Taposiris Magna, financiando parte del trabajo con recursos propios y consiguiendo patrocinios institucionales. Su método de trabajo combina la excavación tradicional con tecnología moderna: radar de penetración terrestre, estudios geofísicos y colaboración con equipos internacionales de arqueólogos submarinos.
Los descubrimientos de Martínez han sido progresivamente impresionantes. Las monedas con la efigie de Cleopatra, la placa de cimientos, el túnel de 1,300 metros, el puerto sumergido: cada hallazgo ha añadido peso a su teoría. Pero quizás su mayor logro ha sido cambiar la conversación. Antes de Martínez, prácticamente nadie consideraba Taposiris Magna como una ubicación posible para la tumba. Ahora es una de las dos hipótesis principales, discutida seriamente en conferencias académicas y documentales internacionales.
Martínez ha documentado aproximadamente 2.600 objetos a lo largo de dos décadas de excavaciones. De estos, 350 fueron exhibidos temporalmente en el Museo Egipcio de El Cairo antes de ser trasladados a una sala permanente en la Biblioteca de Alejandría. Su trabajo ha sido objeto de múltiples documentales, incluido el especial de National Geographic Cleopatra’s Lost Tomb y Cleopatra’s Final Secret, que siguieron sus excavaciones durante varias temporadas.
Su carácter ha generado tanto admiración como críticas. Los detractores la acusan de promover una teoría sensacionalista sin evidencia concluyente, de ser demasiado mediática y de hacer afirmaciones prematuras sobre descubrimientos que aún no están completamente verificados. Sus defensores la ven como una visionaria persistente que ha aportado una perspectiva fresca a un problema estancado. Martínez misma ha dicho en repetidas ocasiones: «No me importa si me equivoco, lo que importa es que estamos buscando. Cada excavación, cada hallazgo, nos enseña algo sobre los ptolemaicos y sobre Cleopatra. Si no está aquí, al menos habremos descubierto un sitio extraordinario que merecía ser estudiado».
En una entrevista de 2019, Martínez afirmó sin ambages: «Encontrar la tumba de Cleopatra sería el descubrimiento arqueológico más importante del siglo XXI, comparable a lo que fue el descubrimiento de la tumba de Tutankamón en el siglo XX». Esta declaración, considerada grandilocuente por algunos, refleja su convicción inquebrantable. Martínez ha comprometido su vida profesional a esta búsqueda y continúa excavando.
Franck Goddio: el explorador de las profundidades
Franck Goddio representa el perfil del arqueólogo moderno: ingeniero de formación, buzo profesional y fundador del Instituto Europeo de Arqueología Submarina (IEASM). Su aproximación a la búsqueda de la tumba de Cleopatra es metódica, tecnológica y paciente. Mientras Martínez excava en tierra firme con la urgencia de quien busca un tesoro específico, Goddio mapea sistemáticamente el fondo marino de Alejandría, documentando cada estructura, cada objeto, construyendo un atlas arqueológico completo de la ciudad sumergida.
Goddio comenzó su carrera como arqueólogo submarino en el sudeste asiático, participando en la localización y excavación de naufragios históricos en el Mar de China Meridional. Su experiencia con tecnología de detección submarina y su capacidad para organizar expediciones complejas llamaron la atención del gobierno egipcio a principios de los años 90. En 1992 recibió autorización para realizar un estudio geofísico exhaustivo de la bahía oriental de Alejandría, un proyecto que continúa hasta hoy, más de tres décadas después.
Los métodos de Goddio son deliberadamente exhaustivos. Su equipo utiliza magnetómetros de alta sensibilidad que pueden detectar anomalías ferrosas (anclas, clavos de bronce, estatuas de metal) hasta varios metros bajo el sedimento marino. Los sonares de barrido lateral crean imágenes tridimensionales del fondo marino, revelando estructuras enterradas. Los sistemas de posicionamiento GPS permiten mapear cada hallazgo con precisión centimétrica. Y cuando se identifica una anomalía interesante, los buzos descienden para investigar directamente.
El trabajo de Goddio ha transformado nuestra comprensión de la Alejandría ptolemaica. Antes de sus exploraciones, sabíamos por las fuentes antiguas que el barrio real era magnífico, pero no teníamos idea de su distribución exacta ni de su escala. Ahora, gracias a décadas de mapeo, tenemos una imagen clara: un complejo palaciego de más de 2 kilómetros cuadrados, con múltiples edificios interconectados, jardines que descendían en terrazas hacia el mar, un puerto privado real, templos dedicados a diversas deidades y probablemente mausoleos familiares ptolemaicos integrados en el conjunto arquitectónico.
Entre los hallazgos más notables de Goddio se encuentran estatuas colosales de faraones ptolemaicos, una esfinge monumental de granito negro, cientos de monedas de oro y plata, ánforas comerciales que datan del siglo I a.C. y los restos del famoso Templo de Isis en Antirhodos. Este último descubrimiento es particularmente relevante para la búsqueda de la tumba: si Plutarco tenía razón y el mausoleo de Cleopatra estaba «cerca de un templo de Isis», este podría ser ese templo.
Lo que hace especialmente desafiante el trabajo de Goddio es la condición del sitio. La bahía de Alejandría no es un entorno prístino: es un puerto activo, con tráfico de barcos constante, contaminación industrial y visibilidad limitada debido a sedimentos en suspensión. Además, muchas de las estructuras están bajo 5-6 metros de sedimento, lo que requiere excavaciones submarinas extremadamente cuidadosas para evitar dañar los restos frágiles. Las inmersiones de investigación suelen limitarse a 2-3 horas diarias debido a las restricciones de seguridad y las condiciones del agua.
A diferencia de Martínez, que ha hecho declaraciones públicas sobre estar «cerca» del descubrimiento, Goddio mantiene un escepticismo cauteloso. En entrevistas ha dicho: «Creo que los restos de Cleopatra están en algún lugar de la zona que hemos identificado como el antiguo barrio real. Pero ‘en algún lugar’ en un área de varios kilómetros cuadrados, bajo metros de sedimento, en un ambiente submarino complejo, significa que podríamos estar a años o décadas de encontrarlos. O podríamos tener suerte mañana. Esa es la naturaleza de la arqueología».
Goddio planea continuar sus exploraciones indefinidamente. Nuevas tecnologías, como drones submarinos autónomos equipados con cámaras de alta resolución y sensores especializados, permitirán explorar cavidades y estructuras demasiado peligrosas o inaccesibles para buzos humanos. La inteligencia artificial se está utilizando para analizar las imágenes de sonar, identificando patrones que podrían corresponder a estructuras artificiales enterradas. Cada avance tecnológico acerca un poco más la posibilidad de localizar el mausoleo perdido.
Zahi Hawass: del escepticismo a la posibilidad
Zahi Hawass es probablemente el egiptólogo más famoso del mundo. Ex ministro de Antigüedades de Egipto, ha supervisado algunas de las excavaciones más importantes del país en las últimas cuatro décadas, desde el Valle de los Reyes hasta las pirámides de Giza. Su opinión sobre cualquier teoría arqueológica relacionada con Egipto tiene un peso considerable en la comunidad académica. Por eso, cuando Hawass expresó su escepticismo inicial sobre la teoría de Kathleen Martínez, muchos interpretaron que la hipótesis de Taposiris Magna había sido descartada por la autoridad máxima.
La posición de Hawass se basaba en un principio fundamental de la práctica funeraria egipcia: «Los egipcios nunca enterraban dentro de los templos», afirmó en múltiples ocasiones. «Los templos eran para el culto de los dioses, para rituales religiosos. Los entierros, incluso los de faraones, se realizaban en necrópolis separadas, en tumbas dedicadas específicamente a ese propósito». Este argumento, sólido desde el punto de vista de la tradición egipcia faraónica, parecía descartar completamente Taposiris Magna como ubicación posible del mausoleo de Cleopatra.
Sin embargo, Hawass reconocía una complejidad: los ptolemaicos no eran egipcios nativos, sino griegos. La dinastía ptolemaica había introducido numerosas prácticas helenísticas que diferían de las tradiciones faraónicas milenarias. Los mausoleos helenísticos, como el famoso Mausoleo de Halicarnaso (una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo), a menudo se integraban en complejos templarios o se construían adyacentes a santuarios. Alejandro Magno, el ancestro mítico de los ptolemaicos, había sido enterrado en el corazón de Alejandría, en un mausoleo-templo (el Soma) que era tanto tumba como lugar de culto. Cleopatra, que se presentaba como heredera tanto de la tradición faraónica como de la helenística, podría haber optado por un entierro que fusionara ambas concepciones.
La colaboración entre Hawass y Martínez duró varios años, con el egiptólogo supervisando algunas de las excavaciones en Taposiris Magna. Durante ese período, Hawass presenció personalmente los descubrimientos: las monedas, las estatuas, el túnel subterráneo. En 2019, durante una conferencia en la Universidad de Palermo, Hawass hizo comentarios que fueron interpretados por la prensa como una afirmación de que el descubrimiento de la tumba era «inminente». La controversia que siguió obligó a Hawass a aclarar en el periódico egipcio Al-Ahram que la teoría de Taposiris Magna era de Martínez, no suya, y que él no había afirmado que el descubrimiento fuera inminente.
Pero lo significativo de esa aclaración fue lo que Hawass NO dijo: no descartó la teoría. Su posición evolucionó de un rechazo categórico a un reconocimiento cauto de que Taposiris Magna «merece continuar siendo excavado» y que «no podemos descartar completamente la posibilidad». En entrevistas posteriores, Hawass ha dicho: «Sí, creo que Cleopatra y Marco Antonio fueron enterrados juntos. Eso lo dicen las fuentes. ¿Dónde? Esa es la pregunta. Alejandría sigue siendo lo más probable, pero Kathleen ha encontrado cosas interesantes en Taposiris Magna. Debemos mantener la mente abierta».
En declaraciones más recientes, particularmente en 2023 y 2024, Hawass ha adoptado un tono casi optimista. En una entrevista afirmó: «Estamos muy cerca de descubrir la ubicación exacta de la tumba. Sabemos exactamente dónde tenemos que excavar». Estas declaraciones, viniendo de alguien que inicialmente rechazó la teoría de Taposiris Magna, son significativas. Sugieren que los hallazgos acumulados durante dos décadas, particularmente el túnel subterráneo y el puerto sumergido, han convencido incluso a los escépticos más prominentes de que algo importante está enterrado en Taposiris Magna.
La evolución de la posición de Hawass ilustra cómo funciona la arqueología moderna: las teorías se evalúan en función de la evidencia acumulada, y los paradigmas pueden cambiar cuando los descubrimientos lo justifican. El hecho de que uno de los egiptólogos más conservadores y tradicionales del mundo ahora reconozca a Taposiris Magna como una posibilidad legítima representa una victoria significativa para la teoría de Martínez, independientemente de si finalmente resulta correcta.
Últimos descubrimientos: la búsqueda se intensifica (2022-2025)
La búsqueda de la tumba de Cleopatra ha experimentado una aceleración notable en los últimos años, con varios descubrimientos que han reavivado el interés mundial en este enigma arqueológico. Cada hallazgo, aunque no ha revelado la tumba misma, ha añadido piezas al rompecabezas de dónde podría estar y cómo era el mundo funerario ptolemaico en el que Cleopatra fue enterrada.
Noviembre 2022: el túnel de Taposiris Magna
El anuncio más espectacular llegó en noviembre de 2022, cuando el equipo de Kathleen Martínez reveló el descubrimiento de un túnel monumental bajo el templo de Taposiris Magna. El túnel, excavado aproximadamente a 13 metros de profundidad en la roca madre, se extiende por 1.305 metros de longitud, con una altura de aproximadamente 2 metros y una anchura similar. El Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto lo describió como un «milagro geométrico» debido a su construcción extraordinariamente precisa y su excelente estado de conservación.
La ingeniería del túnel es notable. Las paredes están talladas directamente en la roca de arenisca, con un acabado sorprendentemente liso que sugiere el uso de herramientas de metal de alta calidad y técnicas de construcción sofisticadas. El techo tiene forma arqueada, una característica arquitectónica que distribuye el peso de manera eficiente y previene colapsos. A lo largo del túnel se han identificado nichos tallados en las paredes, probablemente destinados a lámparas de aceite para iluminación.
Lo más intrigante es que el túnel está parcialmente inundado. Aproximadamente un tercio de su longitud está lleno de agua, lo que ha impedido su exploración completa. Martínez teoriza que esta inundación podría ser resultado de la elevación del nivel freático a lo largo de dos milenios, o podría indicar que el túnel conectaba originalmente con una fuente de agua subterránea o incluso con el mar Mediterráneo. Las exploraciones preliminares de la sección inundada, realizadas por buzos especializados en arqueología de cavernas, han revelado que el túnel continúa más allá de la zona explorada, posiblemente extendiéndose varios kilómetros adicionales.
Las teorías sobre la función del túnel son diversas. Martínez sugiere que podría haber sido un pasaje ceremonial que conducía a una cámara funeraria oculta donde Cleopatra y Marco Antonio están enterrados. Otros arqueólogos proponen que podría haber sido parte de un sistema de canales subterráneos que suministraba agua al templo desde fuentes lejanas, una práctica común en grandes complejos templarios egipcios. Una tercera posibilidad es que fuera un pasadizo de escape o ruta secreta que conectaba el templo con la costa, permitiendo que los sacerdotes o la familia real se desplazaran sin ser vistos.
El descubrimiento del túnel ha dado nuevo impulso a las excavaciones en Taposiris Magna. Se están utilizando radares de penetración terrestre para mapear posibles extensiones del túnel y cámaras conectadas. Robots submarinos equipados con cámaras están siendo preparados para explorar las secciones inundadas más profundas, donde los buzos humanos no pueden llegar de manera segura. Martínez estima que la exploración completa del sistema de túneles podría llevar otros 5-10 años, dependiendo de los recursos disponibles y las condiciones encontradas.
Diciembre 2024: el controvertido busto
En diciembre de 2024 se anunció el descubrimiento de lo que podría ser un busto de Cleopatra VII en el área de Taposiris Magna. La figura, tallada en piedra caliza, representa a una mujer con un tocado real característico de la dinastía ptolemaica, con rasgos faciales que algunos expertos consideran consistentes con las representaciones conocidas de Cleopatra en monedas y relieves. El busto fue encontrado en un contexto arqueológico significativo: junto a monedas con el rostro de Cleopatra, un amuleto dedicado al dios Ra, anillos de bronce, y otros objetos ceremoniales.
Sin embargo, este hallazgo ha generado considerable controversia en la comunidad egiptológica. Zahi Hawass cuestionó públicamente la identificación, argumentando que la estatua podría representar a cualquier mujer de la realeza ptolemaica, o incluso a una figura romana de época posterior. Hawass señala que la ausencia de inscripciones jeroglíficas o griegas que identifiquen explícitamente a la figura hace imposible una atribución definitiva. Otros arqueólogos han notado que el estilo de la escultura, aunque compatible con el período ptolemaico tardío, no muestra las características distintivas únicas que permitirían una identificación inequívoca de Cleopatra.
Martínez defiende la identificación basándose en el contexto del hallazgo y en análisis comparativos con otras representaciones confirmadas de Cleopatra. Señala que el tocado, la posición de la figura y ciertos detalles faciales (particularmente la forma de la nariz y la barbilla) coinciden con los rasgos de Cleopatra tal como aparecen en las monedas acuñadas durante su reinado. Además, el hecho de que el busto fuera encontrado junto a monedas que sí llevan el nombre de Cleopatra sugiere una asociación intencional.
Este debate subraya una dificultad fundamental en la arqueología ptolemaica: la identificación de representaciones individuales. Los ptolemaicos adoptaron las convenciones artísticas egipcias, que tendían hacia la idealización y la representación simbólica en lugar del retrato realista. Al mismo tiempo, mantenían tradiciones helenísticas que sí favorecían el retrato individualizado. El resultado es un corpus de esculturas ptolemaicas donde la identificación específica a menudo depende de inscripciones o contexto arqueológico, no solo de características faciales.
Independientemente de si el busto representa definitivamente a Cleopatra, el hallazgo confirma que Taposiris Magna era un sitio de importancia real durante su reinado, con objetos ceremoniales de alta calidad que indican conexiones con la corte ptolemaica. Las excavaciones en el área donde se encontró el busto continúan, con la esperanza de descubrir más objetos que puedan clarificar la identificación y proporcionar contexto adicional.
Septiembre 2025: el puerto sumergido
En septiembre de 2025, el equipo de Martínez anunció otro descubrimiento crucial: un puerto sumergido cerca de Taposiris Magna que habría estado conectado directamente con el templo mediante un canal o avenida procesional. El hallazgo se realizó en colaboración con Robert Ballard, el famoso arqueólogo submarino que descubrió el Titanic, quien aportó tecnología de sonar de alta resolución y experiencia en exploración de estructuras sumergidas.

El puerto, ahora bajo aproximadamente 2-3 metros de agua en el Mediterráneo, muestra evidencias de haber sido una instalación sofisticada. Se han identificado restos de muelles construidos con bloques de piedra, anclajes tallados en roca para amarrar embarcaciones, y estructuras que podrían haber sido almacenes o edificios administrativos relacionados con actividades portuarias. Lo más significativo es el descubrimiento de basalto en el sitio, el mismo material pétreo encontrado en las estatuas del templo principal de Taposiris Magna, lo que confirma una conexión directa entre el puerto y el complejo templario.
Este descubrimiento tiene implicaciones importantes para la teoría de Martínez. Si Cleopatra planeó un entierro en Taposiris Magna, habría necesitado una forma de transportar el cuerpo de Marco Antonio (o sus cenizas) desde Alejandría de manera discreta y ceremonial. Una ruta marítima directa desde Alejandría hasta un puerto privado conectado con Taposiris Magna habría permitido realizar este transporte evitando los caminos terrestres vigilados por tropas romanas. Las fuentes antiguas mencionan que Cleopatra visitó la tumba de Marco Antonio antes de su propio suicidio; si esa tumba estaba en Taposiris Magna, el viaje por mar explicaría cómo pudo hacer un viaje de ida y vuelta en un solo día.
La exploración del puerto sumergido reveló también objetos ceremoniales: lámparas de bronce decoradas con motivos de Isis, fragmentos de cerámica fina que datan del siglo I a.C., y lo que parecen ser restos de barcos hundidos. Uno de estos naufragios podría proporcionar información sobre el tipo de embarcaciones utilizadas para ceremonias funerarias ptolemaicas. Las excavaciones submarinas continúan, con nuevas campañas programadas para explorar un área más amplia de la costa adyacente a Taposiris Magna.
Otros hallazgos recientes
Además de estos descubrimientos principales, las excavaciones de los últimos tres años han producido numerosos hallazgos menores pero significativos. En Taposiris Magna se ha descubierto una necrópolis con al menos 20 tumbas, algunas conteniendo momias en excelente estado de conservación. Aunque ninguna de estas tumbas pertenece a Cleopatra, su estudio proporciona información valiosa sobre las prácticas funerarias ptolemaicas y la población que vivía y trabajaba en el complejo templario.
Se han encontrado también inscripciones que mencionan a Cleopatra VII, reforzando la conexión entre la reina y Taposiris Magna. Una inscripción en un fragmento de piedra caliza, aunque parcialmente dañada, parece referirse a «reparaciones ordenadas por la reina», lo que sugiere que Cleopatra financió trabajos de mantenimiento o expansión del templo durante su reinado.
En la Alejandría sumergida, Goddio y su equipo han continuado sus exploraciones, identificando nuevas estructuras que podrían formar parte del complejo palaciego. En 2023 se descubrió lo que parece ser un jardín hundido con restos de estanques ornamentales y canales de agua, consistente con las descripciones de los jardines reales ptolemaicos en las fuentes antiguas.
Estos descubrimientos acumulativos están construyendo una imagen cada vez más detallada del mundo ptolemaico tardío, el contexto en el que Cleopatra vivió y murió. Cada hallazgo, aunque no revele la tumba misma, estrecha el campo de búsqueda y proporciona pistas sobre dónde mirar a continuación.
¿Por qué no se ha encontrado la tumba de Cleopatra?
Después de más de dos siglos de búsqueda sistemática y dos milenios desde su construcción, ¿por qué permanece elusiva la tumba de Cleopatra? Las razones son múltiples y se entrelazan de manera compleja, combinando factores geológicos, históricos y arqueológicos.
Transformaciones geológicas y terremotos
El Mediterráneo oriental es una zona sísmicamente activa, situada en la confluencia de las placas tectónicas africana y euroasiática. Esta actividad tectónica ha causado terremotos devastadores a lo largo de la historia. El megaterremoto del año 365 d.C., con su epicentro en Creta, generó un tsunami que arrasó la costa de Alejandría, hundiendo partes significativas del barrio real ptolemaico. Otro terremoto importante en el año 796 d.C. completó la destrucción, hundiendo definitivamente el promontorio de Loquias y la isla de Antirhodos bajo las aguas del Mediterráneo.
Estos cataclismos geológicos alteraron radicalmente la topografía de Alejandría. Áreas que en época ptolemaica eran tierra firme ahora están bajo el agua. Edificios que se erguían majestuosamente fueron reducidos a escombros y enterrados bajo metros de sedimentos. Si la tumba de Cleopatra estaba en el barrio real, como sugieren las fuentes antiguas, entonces probablemente está ahora sumergida, fragmentada y dispersa entre las ruinas submarinas. Localizarla en estas condiciones es extraordinariamente difícil, requiriendo tecnología de exploración submarina avanzada y excavaciones cuidadosas en un ambiente marino hostil.
Además de los terremotos, la elevación del nivel del mar a lo largo de dos milenios ha contribuido a la inmersión de estructuras costeras antiguas. Estudios geológicos indican que el nivel del mar en el Mediterráneo oriental ha subido aproximadamente 1-2 metros desde la época ptolemaica, un factor adicional que ha sumergido construcciones que originalmente estaban en o cerca de la línea costera.
Ausencia de registros históricos precisos
Después de la conquista romana de Egipto, las referencias a la tumba de Cleopatra desaparecen misteriosamente de las fuentes históricas. Plutarco y Casio Dión, que escribieron en el siglo I y II d.C. respectivamente, todavía tenían acceso a información sobre el mausoleo. Pero después del siglo III, durante la crisis del Imperio Romano cuando Alejandría fue repetidamente sitiada y saqueada, no hay más menciones. Es como si el mausoleo simplemente se hubiera borrado de la memoria colectiva.
Esta ausencia documental podría tener varias explicaciones. Una posibilidad es que el mausoleo fue destruido durante los disturbios del siglo III y su ubicación quedó enterrada bajo construcciones posteriores. Otra es que los primeros cristianos, que llegaron al poder en Egipto durante el siglo IV, deliberadamente borraron o ignoraron los monumentos paganos ptolemaicos, considerándolos reliquias de un pasado idolátrico que debía ser olvidado. Una tercera explicación es que el mausoleo fue discretamente desmantelado o reubicado en algún momento, y los registros de esta acción se perdieron durante las convulsiones políticas de la antigüedad tardía.
La destrucción de la Biblioteca de Alejandría, en múltiples incendios a lo largo de varios siglos, privó a la historia de innumerables documentos que podrían haber contenido información sobre la tumba. Los papiros que describían los monumentos de Alejandría, los registros administrativos ptolemaicos, las memorias de funcionarios reales: todo se perdió. Con ellos desapareció cualquier descripción detallada de la ubicación y características del mausoleo de Cleopatra.
Urbanización y desarrollo moderno
La Alejandría moderna es una ciudad de más de 5 millones de habitantes, construida literalmente sobre las ruinas de la ciudad antigua. Los edificios modernos, las carreteras, las instalaciones portuarias y la infraestructura urbana han sepultado gran parte del patrimonio arqueológico ptolemaico bajo capas de hormigón y asfalto. Realizar excavaciones arqueológicas en un entorno urbano densamente poblado es extremadamente difícil: requiere permisos, desalojos, interrupciones del tráfico y servicios públicos, todo lo cual es costoso y políticamente complejo.
Además, siglos de construcción y reconstrucción han alterado o destruido muchos restos antiguos. Los constructores medievales y otomanos utilizaron bloques de piedra de edificios ptolemaicos y romanos como material de construcción para nuevas estructuras, dispersando los restos arquitectónicos originales. Los trabajos de desarrollo portuario modernos, particularmente las expansiones del puerto en los siglos XIX y XX, dragaron y removieron sedimentos que podrían haber contenido estructuras antiguas.
La contaminación industrial y urbana también complica la arqueología submarina en la bahía de Alejandría. El agua turbia, los vertidos de aguas residuales y los residuos industriales reducen la visibilidad, corroen los restos antiguos y crean condiciones peligrosas para los buzos. Las exploraciones submarinas deben coordinarse cuidadosamente con las autoridades portuarias para evitar interferencias con el tráfico marítimo comercial.
Debate académico y metodológico
Existe también un debate académico fundamental sobre si los templos ptolemaicos podían servir como lugares de entierro. La práctica egipcia tradicional separaba estrictamente los templos (lugares de culto a los dioses) de las tumbas (lugares de descanso de los muertos). Sin embargo, los ptolemaicos eran griegos y seguían tradiciones helenísticas donde los mausoleos reales a menudo se integraban en complejos templarios. Alejandro Magno, el arquetipo ptolemaico, fue enterrado en el Soma de Alejandría, que era simultáneamente tumba y templo.
Esta ambigüedad ha dividido a los arqueólogos. Los tradicionalistas, como Zahi Hawass inicialmente, argumentan que Cleopatra habría seguido las convenciones egipcias y no habría sido enterrada dentro de un templo activo. Los revisionistas, como Kathleen Martínez, sostienen que Cleopatra deliberadamente fusionó tradiciones egipcias y helenísticas, y que un entierro en Taposiris Magna habría sido perfectamente consistente con su identidad dual como faraona egipcia y reina helenística.
Este debate metodológico influye en dónde se dirigen los recursos y esfuerzos de búsqueda. Si se privilegia la interpretación tradicional, Alejandría (específicamente la zona sumergida del barrio real) se convierte en el foco principal. Si se acepta la interpretación revisionista, Taposiris Magna y potencialmente otros templos ptolemaicos importantes merecen atención seria. Los recursos arqueológicos son limitados, y priorizar un sitio sobre otro es una decisión con consecuencias significativas.
¿Qué pasará cuando se encuentre la tumba de Cleopatra?
El descubrimiento de la tumba de Cleopatra sería, sin exageración, uno de los hallazgos arqueológicos más importantes del siglo XXI, comparable al descubrimiento de la tumba de Tutankamón por Howard Carter en 1922. Las implicaciones científicas, culturales y hasta políticas serían extraordinarias.

Desde el punto de vista científico, la tumba podría contener información invaluable sobre el período final de la dinastía ptolemaica. Los objetos funerarios, si sobrevivieron intactos, proporcionarían evidencia material sobre las prácticas religiosas sincréticas que fusionaban tradiciones egipcias, griegas y romanas. Los textos, si existen (papiros, inscripciones jeroglíficas, documentos en griego), podrían iluminar aspectos desconocidos de la vida de Cleopatra, sus relaciones con César y Marco Antonio y las circunstancias exactas de su muerte.
La momia de Cleopatra, si se preservó, permitiría análisis forenses modernos. La paleopatología podría revelar detalles sobre su salud, dieta y causa de muerte. El análisis de ADN podría confirmar o refutar relaciones familiares, incluyendo la paternidad de sus hijos. La reconstrucción facial basada en restos óseos finalmente respondería a la pregunta persistente sobre su apariencia física real, más allá de las representaciones idealizadas en monedas y estatuas.
Si Marco Antonio está enterrado junto a Cleopatra, como indican las fuentes, su tumba sería igualmente significativa. Marco Antonio es una figura crucial de la historia romana, uno de los triunviros que gobernaron Roma tras el asesinato de César. Su relación con Cleopatra y su derrota final frente a Octavio marcaron el fin de la República Romana y el inicio del Imperio. Documentos u objetos relacionados con Marco Antonio podrían proporcionar una perspectiva romana complementaria a la narrativa egipcia.
El impacto cultural sería inmenso. Cleopatra es probablemente la mujer más famosa de la antigüedad, una figura que ha inspirado innumerables obras de arte, literatura, teatro, cine y televisión durante dos mil años. El descubrimiento de su tumba generaría una cobertura mediática global comparable a eventos deportivos o políticos de primera magnitud. El turismo a Egipto experimentaría un boom comparable al que siguió al descubrimiento de Tutankamón: hoteles, aerolíneas, guías turísticos, todos se beneficiarían del renovado interés en la egiptología.
Para Egipto como nación, el descubrimiento representaría un triunfo de orgullo nacional y una oportunidad económica extraordinaria. El gobierno egipcio ha invertido miles de millones de dólares en infraestructura turística, incluyendo el nuevo Gran Museo Egipcio cerca de las pirámides de Guiza. La tumba de Cleopatra y los objetos encontrados en ella, se convertirían en el centro de atención del museo, atrayendo a millones de visitantes adicionales anualmente. Los ingresos generados podrían financiar décadas de investigación arqueológica adicional en todo Egipto.
Sin embargo, el descubrimiento también plantearía desafíos. La preservación de la tumba y sus contenidos requeriría tecnología de conservación de última generación. Si la tumba está sumergida o en un ambiente húmedo, los materiales orgánicos (papiros, textiles, madera) podrían estar en un estado extremadamente frágil, desintegrándose rápidamente al exponerse al aire. El equipo de excavación necesitaría planificación meticulosa y recursos significativos para garantizar que nada se pierda en el proceso de excavación.
También habría debates sobre cómo exhibir los restos. ¿Debería la momia de Cleopatra ser exhibida públicamente, como la de Tutankamón, o debería permanecer en una bóveda de almacenamiento por respeto? ¿Los objetos funerarios deberían permanecer en Egipto o podrían ser prestados para exposiciones internacionales? Estas cuestiones éticas y logísticas requerirían negociaciones cuidadosas entre arqueólogos, autoridades egipcias y la comunidad internacional.
Kathleen Martínez ha expresado claramente su visión: «Cuando encontremos la tumba, será el momento de mayor gloria de la arqueología en este siglo. Cleopatra volverá a capturar la imaginación del mundo, no como un mito romántico, sino como la mujer real, compleja e inteligente que fue. Esa es mi esperanza». Franck Goddio, más cauto, señala: «El hallazgo abrirá tantas preguntas nuevas como respuestas proporcionará. Ese es el regalo de la arqueología: cada descubrimiento es un comienzo, no un final».
El último misterio de Egipto perdura
La tumba de Cleopatra permanece, después de más de dos mil años, como uno de los enigmas más fascinantes de la arqueología mundial. A diferencia de otros misterios antiguos que se han desvanecido con el tiempo, este ha ganado intensidad: cada nueva tecnología, cada hallazgo arqueológico, cada teoría revisada acerca un poco más la posibilidad de resolver finalmente el enigma.
Lo notable es que la búsqueda no ha sido infructuosa. Aunque la tumba misma permanece oculta, las excavaciones de Kathleen Martínez en Taposiris Magna han revelado un complejo templario de importancia mucho mayor de lo que se pensaba, con conexiones directas con la familia real ptolemaica. Las exploraciones de Franck Goddio en la Alejandría sumergida han reconstruido digitalmente una ciudad perdida de magnificencia extraordinaria, transformando nuestra comprensión de la capital ptolemaica. Y el trabajo combinado de docenas de arqueólogos, historiadores y científicos ha iluminado el período final de la dinastía ptolemaica con un nivel de detalle que habría sido imposible hace apenas dos décadas.
La pregunta ya no es si encontraremos la tumba de Cleopatra, sino cuándo. Los avances en tecnología arqueológica, desde drones submarinos autónomos hasta inteligencia artificial que analiza patrones en imágenes de sonar, están acelerando el ritmo de descubrimiento. Las áreas de búsqueda se han estrechado: ya no buscamos en todo Egipto, sino en dos ubicaciones específicas con evidencia creciente de conexiones ptolemaicas. Y la nueva generación de arqueólogos, inspirada por figuras como Martínez y Goddio, está dedicando sus carreras a resolver este enigma.
Cuando finalmente se descubra la tumba, no solo habremos encontrado el lugar de descanso de la última reina de Egipto. Habremos cerrado un capítulo que permaneció abierto durante dos milenios, recuperando un pedazo crucial de la historia humana que conecta el mundo antiguo con el moderno, Oriente con Occidente, el poder con la pasión, la política con el romance. Cleopatra, que en vida fue una figura que trascendió su tiempo, finalmente emergerá de las sombras de la historia para ocupar su lugar como la mujer extraordinaria que fue: gobernante, madre, visionaria y protagonista de uno de los dramas más épicos de la antigüedad.
La búsqueda continúa.
Tabla comparativa: teorías sobre la ubicación de la tumba de Cleopatra
| Ubicación | Investigador | Período | Hallazgos | Argumentos a favor | Desafíos | Probabilidad |
|---|---|---|---|---|---|---|
| Taposiris Magna 55 km SO de Alejandría | Kathleen Martínez Arqueóloga dominicana | 2005-presente 20+ años de excavación |
Hallazgos principales:
|
Argumentos:
|
Desafíos:
|
40-45% |
| Alejandría sumergida Bahía oriental, Antirhodos | Franck Goddio Arqueólogo submarino francés | 1992-presente 32+ años de excavación |
Hallazgos principales:
|
Argumentos:
|
Desafíos:
|
35-40% |
| Abusir Norte de Taposiris Magna | Miroslav Verner Arqueólogo checo | 2000s Excavaciones intermitentes |
Hallazgos:
|
Argumentos:
|
Desafíos:
|
10-15% |
| Dendera 60 km N de Luxor | Teoría especulativa Sin excavación dedicada | N/A |
Hallazgos:
|
Argumentos:
|
Desafíos:
|
5% |
| Perdida/destruida No recuperable | Posición escéptica Varios historiadores | N/A | Hallazgos: Sin datos |
Argumentos:
|
Desafíos:
|
5-10% |
Preguntas frecuentes sobre la tumba de Cleopatra
¿Dónde está la tumba de Cleopatra?
La ubicación exacta de la tumba de Cleopatra permanece desconocida después de más de dos mil años. Las dos teorías principales son: Taposiris Magna, un templo ptolemaico a 55 kilómetros al suroeste de Alejandría donde la arqueóloga Kathleen Martínez ha realizado descubrimientos significativos incluyendo un túnel de 1,300 metros; y la Alejandría sumergida, específicamente el área del antiguo palacio real ahora bajo el Mediterráneo, donde el arqueólogo Franck Goddio ha identificado estructuras ptolemaicas. Las fuentes antiguas confirman que fue enterrada con Marco Antonio por orden de Octavio, pero no especifican la ubicación precisa más allá de mencionar que estaba «cerca de un templo de Isis».
¿Por qué no se ha encontrado la tumba de Cleopatra?
Varios factores explican por qué la tumba permanece sin descubrir. Los terremotos catastróficos de los siglos IV y VIII d.C. hundieron partes significativas de Alejandría antigua bajo el Mediterráneo, incluyendo el barrio real donde las fuentes antiguas sitúan la tumba. La urbanización moderna de Alejandría ha enterrado restos ptolemaicos bajo metros de construcciones. La ausencia de registros históricos precisos después del siglo III d.C. significa que no tenemos descripciones detalladas de la ubicación. Además, si Cleopatra planeó deliberadamente un entierro secreto para protegerlo de saqueadores romanos, habría elegido una ubicación oculta o disfrazada que dificultara su descubrimiento.
¿Quién está buscando la tumba de Cleopatra actualmente?
Tres figuras principales lideran la búsqueda. Kathleen Martínez, arqueóloga dominicana, ha excavado en Taposiris Magna durante más de veinte años, convirtiéndose en la primera latinoamericana en recibir una licencia de excavación del gobierno egipcio. Franck Goddio, arqueólogo submarino francés, ha explorado la bahía de Alejandría durante más de tres décadas, mapeando el palacio ptolemaico sumergido. Zahi Hawass, ex ministro de Antigüedades de Egipto y egiptólogo prominente, inicialmente escéptico de la teoría de Taposiris Magna, ahora supervisa algunas excavaciones y reconoce que ambas ubicaciones merecen investigación seria.
¿Qué dice Plutarco sobre la tumba de Cleopatra?
Plutarco, historiador griego que vivió aproximadamente un siglo después de Cleopatra, proporciona las descripciones más detalladas de su tumba en su obra Vidas paralelas. Describe que Cleopatra había comenzado a construir un mausoleo «sobresaliente, hermoso y elevado» cerca del templo de Isis antes de su muerte. Menciona que el edificio aún no estaba completamente terminado cuando murió, específicamente «la parte superior junto al techo». Plutarco también relata que Cleopatra amenazó con quemar dentro del mausoleo todos los tesoros reales que había acumulado allí, y que después de su muerte, visitó el mausoleo donde Marco Antonio ya había sido depositado, abrazando el ánfora con sus cenizas antes de suicidarse.
¿La tumba está en Taposiris Magna?
Taposiris Magna es una de las ubicaciones más probables según la teoría de Kathleen Martínez. El templo, dedicado a Osiris e Isis, tiene conexiones simbólicas fuertes con Cleopatra, quien se presentaba como la reencarnación viva de Isis. Los hallazgos acumulados durante dos décadas, incluyendo monedas con la efigie de Cleopatra, un túnel subterráneo monumental de 1,300 metros, un puerto sumergido conectado al templo, y una placa de cimientos que confirma la antigüedad ptolemaica del sitio, proporcionan evidencia circunstancial significativa. Sin embargo, la tumba misma no ha sido localizada, y algunos egiptólogos mantienen escepticismo basándose en que la tradición egipcia no favorecía entierros dentro de templos activos, aunque los ptolemaicos siguieran prácticas helenísticas diferentes.
¿Puede estar la tumba bajo el agua?
Es muy posible que la tumba esté sumergida. Los terremotos del año 365 d.C. y 796 d.C. provocaron el hundimiento de partes significativas del antiguo barrio real de Alejandría, incluyendo el promontorio de Loquias y la isla de Antirhodos donde se encontraba el palacio de Cleopatra. Franck Goddio ha identificado estructuras ptolemaicas monumentales bajo 2-6 metros de agua en la bahía oriental de Alejandría, incluyendo lo que podría ser un templo de Isis mencionado por Plutarco. Las exploraciones submarinas enfrentan desafíos significativos: sedimentos acumulados durante dos milenios, visibilidad limitada debido a la turbidez del agua, y la dificultad de excavar bajo el agua sin dañar estructuras frágiles. Sin embargo, los avances en tecnología de exploración submarina, incluyendo robots y sonares de penetración, están haciendo cada vez más viable la búsqueda en ambientes sumergidos.
¿Qué se espera encontrar en la tumba de Cleopatra?
Si la tumba sobrevivió intacta, podría contener tesoros comparables a los de Tutankamón, incluyendo sarcófagos de oro, joyas, objetos ceremoniales, y mobiliario funerario de extraordinaria calidad artística. Más importante aún desde una perspectiva histórica, podría contener documentos: papiros con textos literarios, correspondencia personal de Cleopatra con César o Marco Antonio, registros administrativos ptolemaicos, o incluso las memorias de la propia Cleopatra si las escribió. La momia de Cleopatra, preservada según técnicas egipcias, permitiría análisis forenses modernos que revelarían detalles sobre su salud, dieta, causa exacta de muerte, y apariencia física real más allá de las representaciones idealizadas. Si Marco Antonio está enterrado junto a ella, sus restos proporcionarían perspectiva romana complementaria sobre este período crucial de transición entre la República y el Imperio.
¿Cuándo se encontrará la tumba de Cleopatra?
Es imposible predecir con certeza cuándo se descubrirá la tumba, si es que se descubre. Kathleen Martínez estima que la exploración completa del túnel subterráneo en Taposiris Magna podría llevar otros 5-10 años, dependiendo de recursos y condiciones. Franck Goddio continúa sus exploraciones sistemáticas de la Alejandría sumergida, un proceso que podría extenderse décadas dada la enormidad del área a explorar. Los avances tecnológicos están acelerando el ritmo: drones submarinos autónomos, inteligencia artificial para analizar imágenes de sonar, y radar de penetración terrestre de nueva generación permiten explorar áreas previamente inaccesibles. Zahi Hawass ha declarado que «estamos muy cerca», aunque reconoce que «cerca» en arqueología puede significar años o incluso décadas. Lo que es claro es que la búsqueda continuará intensificándose, y la probabilidad de encontrar la tumba aumenta con cada temporada de excavación.
Fuentes y bibliografía
Fuentes antiguas
- Casio Dión. Historia romana (Libros 50-51).
- Estrabón. Geografía (Libro XVII)
- Juan de Nikiû. Crónica (traducción del etíope). Charles, R.H. (trad.), Londres, 1916.
- Plutarco. Vidas paralelas: Antonio.
- Suetonio. Vida de los doce césares: Augusto.
Libros académicos en español
- Chavez, Pedro. Cleopatra: mito y realidad de la última reina de Egipto. Editorial Crítica, Barcelona, 2018.
- García Moreno, Luis A. La dinastía ptolemaica: griegos en tierra de faraones. Universidad Complutense, Madrid, 2015.
- Gómez Espelosín, Francisco Javier. Historia de Alejandría: de Alejandro Magno a los árabes. Akal, Madrid, 2012.
- Roldán Hervás, José Manuel. Historia de Roma: La República romana (volumen 2). Ediciones Cátedra, Madrid, 2016.
- Schiff, Stacy. Cleopatra: una biografía (traducción). Ediciones B, Barcelona, 2011.
Libros académicos en inglés
- Ashton, Sally-Ann. Cleopatra and Egypt. Wiley-Blackwell, Oxford, 2008.
- Fletcher, Joann. Cleopatra the Great: The Woman Behind the Legend. Harper, Nueva York, 2011.
- Goddio, Franck y Bernand, André. Sunken Egypt: Alexandria. Periplus Publishing, Londres, 2004.
- Grant, Michael. Cleopatra: A Biography. Barnes & Noble, Nueva York, 1995.
- Jones, Prudence J. Cleopatra: A Sourcebook. University of Oklahoma Press, Norman, 2006.
- Roller, Duane W. Cleopatra: A Biography. Oxford University Press, Oxford, 2010.
- Walker, Susan y Higgs, Peter (eds.). Cleopatra of Egypt: From History to Myth. British Museum Press, Londres, 2001.
Artículos académicos y estudios especializados
- Goddio, Franck. «The Topography and Excavation of Heracleion-Thonis and East Canopus (1996-2006)». Oxford Centre for Maritime Archaeology, Monograph 1, 2007.
- Martínez, Kathleen. «The Search for Cleopatra’s Tomb at Taposiris Magna». Journal of Ancient Egyptian Interconnections, Vol. 24, 2019, pp. 45-67.
- McKenzie, Judith. «Glimpsing Alexandria from Archaeological Evidence». Journal of Roman Archaeology, Vol. 16, 2003, pp. 35-61.
- Stanley, Jean-Daniel y Jorstad, Thomas F. «Buried Canopic Channel Identified Near Egypt’s Nile Delta Coast with Radar (GPR)». Geoarchaeology, Vol. 20, No. 5, 2005, pp. 503-514.
- Verner, Miroslav. «Recent Discoveries at Abusir». Egyptian Archaeology, Vol. 42, 2013, pp. 12-16.
Recursos digitales y documentales
- Instituto Europeo de Arqueología Submarina (IEASM). Sitio oficial de Franck Goddio.
- Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto. Comunicados oficiales sobre excavaciones en Taposiris Magna.
- National Geographic. Cleopatra’s Lost Tomb (documental). Producción National Geographic, 2020.
- National Geographic. Cleopatra’s Final Secret (especial documental). Producción National Geographic, 2024.
Artículos periodísticos recientes
- The Jerusalem Post. «¿La tumba de Cleopatra? Un túnel ‘milagro geométrico’ apunta a ello«. Enero 2025.
- Universidad Humanitas. «¿Dónde está la tumba de Cleopatra? El legado de Kathleen Martínez«. Noviembre 2024.
Estudios geológicos y tecnológicos
- Goiran, Jean-Philippe et al. «Geoarchaeology confirms location of the ancient harbour basin of Alexandria, Egypt». Journal of Archaeological Science, Vol. 32, 2005, pp. 1269-1281.
- Marriner, Nick y Morhange, Christophe. «Geoscience of ancient Mediterranean harbours». Earth-Science Reviews, Vol. 80, 2007, pp. 137-194.
- Stanley, Jean-Daniel. «Submergence of ancient Alexandria due to earthquakes and soil compaction». Geological Society of America Bulletin, Vol. 116, 2004, pp. 1281-1293.
Explora más sobre la historia de Egipto
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