Pasados unos meses del Congreso de Troppau, las potencias europeas se reunieron con carácter de urgencia en Laibach entre el 26 de enero y el 12 de mayo de 1821. El Congreso de Laibach se convocó de forma tan repentina debido a los movimientos de la Revolución de 1820 de varios países europeos. Se trató con orden prioritario una posible intervención de Austria en la península itálica en el reino de Piamonte y en el de Nápoles.
Para defender una posible ayuda militar en Nápoles, acudió el rey de las Dos Sicilias, Fernando I. Alegando que necesitaba recuperar el poder absoluto, pidió a la Santa Alianza cooperación para volver al trono. Así, Austria decidió actuar en favor de Fernando I y restaurar el absolutismo en el reino de Nápoles.
Por su parte, el reino de Piamonte llevaba desde 1814 con una monarquía absolutista de la Casa de Saboya. Ese año, Víctor Manuel I volvió a Turín, después de que Napoleón fuese derrotado. Sin embargo, desde su regreso hubo en Turín una serie de facciones que abogaban por la reunificación italiana. Movidos por la revolución en Nápoles, se sublevaron en marzo de 1921, haciendo que Víctor Manuel I abdicara en favor de su hermano Carlos Félix. Este tuvo que firmar la constitución que elaboraron los sublevados liberales.
Viendo el panorama existente en Piamonte, la Santa Alianza, movida de nuevo por Austria, intervino en el territorio italiano, poniendo fin a las aspiraciones de los liberales. Esto supuso el fin de la Italia revolucionaria pero reveló un problema internacional: Austria ocupaba militarmente el reino de Dos Sicilias y el reino de Piamonte. En otras palabras, Austria tenía bajo control la península itálica, lo que iba contra los límites territoriales marcados por el Congreso de Viena.
Este problema, unido a la protesta contra las intervenciones de Gran Bretaña y la actitud de Rusia frente a la independencia de Grecia, dejó patente que la denominada “Europa de los Congresos” estaba en crisis. Sin embargo, los reyes absolutistas se aferraron con más fuerza que antes a sus tronos para hacer frente la Revolución de 1820, que se extendió por toda Europa. La consecuencia sería el Congreso de Verona en 1822.