Fueron pocos los Papas que estuvieron al frente de ejércitos en batalla, con huestes conquistadoras, y un pensamiento que añoraba la gloria antigua de la Invicta Roma.
El Papa Julio II sería un pontífice que parecería más un rey guerrero, que la representación de Dios en la tierra.
Durante su papado se suscitaron varias batallas para conquistar el territorio italiano, y su auge bélico, le propinó epítetos como el “Papa Guerrero” o “el Terrible”.
Sobre él se cuenta que tenía un aspecto fiero, con ojos penetrantes y actitud altiva que recordaba más a los mercenarios profesionales que a un párroco de iglesia.
Además de esto, se dice que gozaba de una gran fuerza física que se consolidaba con un carácter fuerte, lo que también ayudó a formar su imagen de guerrero terrible y temible.
Durante su papado el arte tuvo un lugar especial, ya que fue uno de los grandes mecenas del siglo XVI en pleno Renacimiento, y uno de los artífices de la Basílica de San Pedro, además de otras obras de suma importancia, que aún hoy, son admiradas a nivel mundial
Resumen de la biografía del Papa Julio II
El Papa Julio II nacería en la región italiana de Albissola el 5 de diciembre de 1443. Sería llamado Giuliano della Rovere, siendo hijo de Rafaello della Rovere y Theodora Manerola.
Su padre fue hermano del que sería el Papa Sixto IV, quien desde la infancia se ocupó de su educación y ponerlo bajo su cuidado, haciendo que estudiara junto a los franciscanos y luego en un convento donde realizaría los estudios superiores.
Gracias a su tío, la carrera eclesiástica del joven Giuliano fue en ascenso. Desde 1471 cuando su tío comenzó el pontificado, fue nombrado Cardenal, Obispo en ocho lugares, Arzobispo de Aviñón y fue nombrado por el Papa para realizar varias tareas diplomáticas y militares, destacándose por sus excelentes servicios y aumentando así su fama e influencia entre los cardenales de la época.
Julio II antes del papado
En su condición de Cardenal, Giuliano della Rovere, estaba facultado para participar en el Cónclave que se produjo, tras la muerte del Papa Inocencio VIII.
Su posición era clara, no deseaba que Rodrigo Borgia fuera electo el sumo pontífice. No obstante, éste fue el escogido para ser el Vicario de Dios y Giuliano della Rovere denunciaría a Borgia de haber comprado el título a través de entrega de bienes, favores, etc., y realizar un pacto con el Cardenal Sforza.
Luego de acusar al nuevo Papa, della Rovere, tuvo que ausentarse de Roma por un tiempo.
Durante este auto exilio, el futuro Papa della Rovere se iría a Paris, donde acompaña a Carlos VIII de Francia en la conquista de Nápoles, pasando luego a Roma, para buscar que Alejandro VI sea llevado a un juicio y se deponga de sus funciones. No obstante, estos objetivos propuestos por Giuliano no serían logrados.
En 1503 cuando muere su adversario Alejandro VI, Giuliano della Rovere participa en el Cónclave que elige a Pio III como el Vicario de Dios.
Sin embargo, este pontífice no viviría más de un mes, razón por la cual fue necesario realizar un nuevo Cónclave donde el Cardenal Giuliano della Rovere sería elegido el nuevo Papa.
Julio II, el Papa Guerrero
Su nombre, Julio, sería escogido en honor a Julio Cesar, ya que el nuevo Papa, había lanzado un claro mensaje desde su nombramiento, deseaba regresar a Roma, la gloria de sus días más importantes.
Para ello, combinaría su genio militar con su alto amor a las artes, convirtiéndose tanto en un guerrero que expulsó a los extranjeros de Italia, como un mecenas que engrandecería la belleza de Roma con su aporte económico.
Las operaciones militares en suelo italiano del Papa Julio II, buscaban eliminar la influencia tanto de extranjeros, como los franceses, al igual que estados seculares que no debiesen ni temiesen nada a la Iglesia, ambos enemigos fueron barridos por la fuerza y la diplomacia del Papa Guerrero.
Sus primeras acciones fueron contra Venecia. Para ello, Julio II utilizaría antes que la espada la diplomacia, creando una liga de varios reinos como Francia, España, el Sacro Imperio Romano, entre otros estados, que lograron hacer que Venecia, fuera un estado pontificio.
Luego de tomar Venecia, Julio II, atentaría contra los franceses en los territorios de Milán y Génova, provocando una guerra de numerosas batallas, donde los franceses lograrían su victoria más grande en Rávena, donde fue capturado el futuro Papa León X.
Luego de aquella victoria, el ejército francés salió derrotado, teniendo que dejar sus conquistas anteriores.
Los territorios de la Romaña que habían sido ocupados por Cesar Borgia, hijo de Alejandro VI, fueron retomados por el Papa, que también se buscaría tomar el reino de Navarra, lo cual logró, gracias al apoyo del rey de España.
Esta situación de ejércitos extranjeros dentro de la península itálica, fue lo que Maquiavelo observó como un mal presagio para cualquier gobernante, cuando escribió su afamada obra “El Principe”.
Cuando Julio II murió, los españoles que habían ayudado a erradicar la amenaza del rey francés, se estaban convirtiendo en ese entonces en los nuevos dueños de Italia ¿sería necesaria otra coalición extranjera para sacarlos? La muerte sorprendería al Papa Guerrero antes de responder esta pregunta.
Julio II, el mecenas
La gloria de Roma no se medía únicamente por lo militar, sus conquistas culturales con grandes y majestuosos edificios, el arte sublime de la pintura, la música y las letras, también debían formar parte de este rejuvenecimiento de Roma, que llevaba a cabo, el Papa Julio II.
Para ello, reclutó a los mejores artistas de su época para encargarles obras monumentales, las cuales se aprecian en la actualidad.
Uno de los artistas más favorecidos con quien trabó una gran amistad, fue Miguel Ángel, a quien se le confió la construcción de un mausoleo que debería guardar los restos del Sumo Pontífice tras su muerte.
No obstante, se dice que Bramante y Rafael, celosos del encargo que se había hecho a Miguel Ángel, que contaba con esculturas de tamaño real, entre otras obras magníficas, dijeron al Papa que era de mala suerte crear un mausoleo mientras vivía, razón por la cual, decidió dar un nuevo encargo a Miguel Ángel, pintar la Capilla Sixtina.
El Palacio Apostólico, que sería pintado por Rafael y la construcción de la Basílica de San Pedro, terminada mucho después, son algunos de sus grandes aportes como mecenas.
El 21 de febrero de 1513, fallecería el Papa Guerrero, “el Terrible”, Julio II, siendo sepultado en la basílica San Pietro In Vincoli, o San Pedro ad vincula, junto al mausoleo que fue creado por Miguel Ángel, algunos años antes.