El Sitio de Paris del 845 por los vikingos

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Leopoldo Ágreda Lovera
Nací en Mérida, un estado andino de Venezuela pero me crié en Caracas la ciudad donde crecí, observando el Ávila y haciéndome las preguntas más importantes sobre la vida, la sociedad y el universo, rodeado de árboles y el sabor agridulce de toda gran ciudad. En el trayecto de mi vida, conocí las calles y sus gentes, las cuales me ayudaron a formarme un mejor criterio de la existencia humana y las ciencias sociales, para luego estudiar en la Universidad Central de Venezuela, donde me he formado como historiador y pensador social. La lectura es uno de mis grandes vínculos con el pasado y la esencia de la humanidad, ya que como dijo Descartes, leer es como tener una conversación con las grandes mentes de la historia; el ajedrez es otra de mis grandes pasiones, ya que me ha ayudado a desarrollar una mejor comprensión de la vida, que junto a la música, forman los tres pilares de mis gustos actuales. Soy familiar, amante de la naturaleza y los animales, porque en ellos ves la esencia de la filosofía y de Dios.

Durante el siglo IX d.C., los vikingos se convirtieron en una importante fuerza bélica que a pesar de no conquistar territorios de manera política sino conformarse con hacer esclavos, saquear y llevarse un buen botín, pusieron en jaque a varios de los reinos más importantes de su época, sembrando el terror en casi todos los territorios europeos.

Luego de su expedición en 844 d.C., donde a pesar de la derrota pudieron hacerse con un buen botín en la península ibérica, los ojos vikingos se dirigieron al imperio carolingio en los tiempos del rey Carlos “el Calvo, imperio que estaba debilitado por la división de su territorio debido al Tratado de Verdún y las múltiples luchas intestinas que llevaron los nietos de Carlomagno para tomar el poder.

Antecedentes del Sitio de Paris de 845 d.C.

El primer ataque vikingo se remonta al año 793 d.C., cuando una flota atacó el monasterio inglés de Lindisfarne, donde los vikingos saquearían, esclavizarían y asesinarían a los monjes que habitaban allí.

Unos años más tarde, en 799 d.C., se produjo el primer ataque vikingo sobre suelo francés, en el monasterio de San Filiberto en la isla Noirmoutier.

Durante el período de Carlomagno, los mares septentrionales del imperio carolingio estaban protegidos por una flota naval que limitaba las acechanzas vikingas.

No obstante, una vez fallecido este gran monarca, el sistema defensivo naval decayó, permitiéndoles a los escandinavos penetrar en sus mares y luego en su territorio.

En el año 843 d.C. una flota vikinga saqueó la ciudad de Nantes, donde además atacarían al obispo y varios sacerdotes en la catedral de la ciudad.

La expedición vikinga de 844 d.C. fue otro antecedente importante, donde los vikingos pasaron por varias ciudades del norte de España, llegando incluso al territorio de Lisboa, pero serían repelidos tanto por asturianos como por los musulmanes.

Los vikingos llegan a Paris en el año 845

Las sagas nórdicas nos cuentan que el legendario Ragnar Lodbrok era el líder de esta expedición a territorio carolingio, que provocaría un cambio en la táctica de enriquecimiento que estaban llevando a cabo los vikingos.

Durante este período, la ciudad de Paris se ubicaba en una isla del río Sena, por lo que atacar la ciudad significaría atravesar este río.

En este sentido, Carlos “el Calvo” tomaría una decisión que precipitaría la victoria al lado vikingo: dividiría el ejército defensivo en dos partes, atacando Ragnar Lodbrok por el lado que estaba menos defendido.

Un cambio en la forma de obtener mayores botines

Cuando los vikingos lograron vencer a las huestes francas, el mismo rey Carlos “el Calvo tuvo que huir para no ser capturado, debiendo además pagar un fuerte rescate de 7.000 libras de plata para que los vikingos abandonaran la ciudad de Paris.

Luego de este rotundo éxito, los vikingos se dieron cuenta que podrían cobrar estos rescates secuestrando a los gobernantes de una localidad o haciéndoles pagar para no ser saqueados y esclavizados, siendo esta manera de actuar la más seguida en los tiempos posteriores.

Otra gran lección de este Sitio de Paris en 845 d.C. fue que los vikingos comenzaron a ver las fiestas cristianas como una oportunidad importante para hacerse con mayores riquezas, ya que si atacaban una población durante una celebración religiosa, podían hacerse con las ofrendas, secuestrar a más personas y tomar mayor cantidad de tesoros.

El Sitio de Paris de 845 d.C. sería el inicio de mayores incursiones que llevarían a los vikingos a intentarlo nuevamente en un nuevo sitio a la ciudad en el año 885 d.C.

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