Un pequeño jarrón convertido en reliquia familiar pasado de generación en generación en Japón, ha causado gran interés en la comunidad arqueológica y cercana a la historia, ya que este objeto se relaciona con un señor feudal del siglo XVI y la persecución a éstos religiosos en el siglo XVII.
Con tres colores que ornamentan el jarrón y sus 25 centímetros de alto, este objeto podía no llamar la atención, de no ser por la inscripción de una palabra extranjera que significa “esencia”, lo que llamó la atención de los investigadores que observaron la pieza.
Esta inscripción les llevó a pensar que en el recipiente se guardaba el aceite utilizado en la misa católica.
Los investigadores conjeturan que pudo llevarse el jarrón en secreto hasta la localidad de Sotome, donde se refugiaron los cristianos exiliados durante la persecución, y donde la familia propietaria del objeto vive actualmente.
Es un hallazgo importante para los japoneses, ya que no hay muchos registros sobre este período de la historia.