Al sureste de Inglaterra un equipo multidisciplinario ha estudiado la cueva de Gough, en la que se encontraron vestigios de canibalismo humano con una datación aproximada de 15 mil años, además del uso de huesos humanos para fabricar objetos.
Los investigadores se enfocaron en el estudio de las prácticas funerarias de hace 11 a 17 mil años, ubicándose cronológicamente en el período magdalenienses, en donde se observaron las muestras de canibalismo.
Estudiando las prácticas fúnebres, los investigadores constataron que el canibalismo era común en las personas del magdaleniense, en una práctica en la que los muertos eran consumidos por sus familiares, en lugar de ser enterrados como sucedió después.
De igual manera, los investigadores observaron el uso de hueso humano en la creación de objetos, tales como la copa del cráneo o hacían grabados en los huesos.
El canibalismo no fue la única práctica funeraria de esta época, en realidad, junto a los magdalenienses se encontraban los epigravetienses, quienes poseían otras prácticas funerarias, es decir enterraban a sus muertos.
Se sostuvo que el enterramiento se inició debido a los intercambios culturales entre magdalenienses y epigravetienses, sin embargo, los especialistas realizaron análisis genéticos que arrojaron un resultado interesante.
Los magdalenienses que comían a sus muertos eran de la zona norte de Francia y España, mientras que los epigravetienses provenían de Italia y la región de los Balcanes.
Con estos resultados y el estudio de los sitios fúnebres, los investigadores concluyen que no fueron los intercambios culturales los que provocaron el cese del canibalismo por el enterramiento, sino que la población epigravetiense terminó desplazando a los magdalenienses.