Por primera vez en la historia un estudio científico se ha dado a la tarea, de conocer aspectos del vino romano que nadie había investigado, como el sabor, olor y color del vino, una de las principales bebidas de la humanidad.
Estas características del vino son el objeto de estudio de los Doctores: Dimitri van Limbergen y Paulina Komar, quienes compararon las vasijas de arcilla utilizadas en la creación vinícola, hallando resultados esclarecedores.
Los recipientes de arcilla utilizados durante la fermentación, tienen la facultad de conferir distintos sabores, olores y colores al vino; siendo la forma de barco de la vasija uno de los principales elementos, ya que le da un toque naranja que en la época romana le daba gran prestigio y valor.
Al enterrar la vasija también se producen numerosos cambios químicos favorables, como por ejemplo: cambiar la temperatura y el PH, formación de levaduras o la creación del sotolon, que provoca una sensación seca al beber el vino, que los romanos apreciaban mucho.
El tamaño, la composición de la arcilla, junto a otras prácticas, daban al vino romano una multiplicidad de sabores, colores y olores, que nos muestran la gran técnica utilizada por los romanos, a la hora de su producción vinícola.