El próximo 7 de abril se cumplirán los 400 años de la muerte de Doménikos Theotokópoulos, El Greco, pintor de origen cretense renacentista que desarrolló en España la mayor parte de su obra. Toledo fue uno de los centros neurálgicos del desarrollo de su pintura y la ciudad ha querido conmemorar el evento con una exposición que reúne las obras más importantes que produjo allí, en contraste con otras pinturas de artistas de la época.
La exposición tendrá lugar en el Museo de Santa Cruz y se extenderá a los edificios más representativos de los llamados «Lugares de El Greco» en los que desarrolló sus trabajos: la sacristía de la Catedral de Toledo, el convento de Santo Domingo el Antiguo, la Iglesia de Santo Tomé y el hospital Tavera o de San Juan Bautista.
Su obra más madura, con un estilo singular e inaudito, sintaxis de las numerosas influencias que recibió a lo largo de su vida, le situó como uno de los máximos exponentes de la pintura renacentista española. La exposición tratará de ofrecer esa imagen majestuosa de sus producciones pictóricas haciendo especial hincapié en su capacidad como retratista.
El retrato fue el género que mayor fama y admiración recibió entre sus coetáneos, aunque su particular manierismo difería mucho de lo que gustaba entre la alta sociedad nobiliaria y real, como por ejemplo en los retratos de Felipe II de la época. Esta exposición presentará en comparación obras contemporáneas al pintor, retratos reales de su época, de Felipe II y Felipe III, para que el público pueda comprobar la excepcionalidad de su pintura dentro del contexto histórico-artístico.
Así mismo, se exhibirán muchas de sus imágenes religiosas, remarcando su actitud hacia el arte como un bien económico y comercializable. El Greco fue propietario de un gran taller que reproducía y distribuía réplicas de sus obras más populares. De esta manera, contaba con alumnos que le asistían y a los que enseñaba su técnica y estilo especiales, consiguiendo así extender su influencia a las generaciones posteriores. Así mismo, contó con una amplia cartera de clientes y admiradores que no dudaban en adquirir sus pinturas.