Helmuth von Moltke fue uno de los grandes artífices de la unificación alemana. Desde su puesto como militar y como jefe del Estado Mayor, consiguió que los ejércitos prusianos, en teoría inferiores en todo, se lograran imponer primero a Dinamarca, después a Austria y, finalmente, a Francia.
El futuro mariscal alemán nació el 26 de octubre de 1800 en Parchim en el seno de una familia prusiana de tradición militar que vivía en el ducado de Holstein. Para mantener esta tradición, el joven Helmuth se unió a la Escuela de Cadetes de Copenhague. Pero con 22 años la abandonó en ingresó en el ejército real de Prusia. Se alistó en la Escuela General de Guerra de Berlín y empezó a destacar sobre el resto de sus compañeros. Fue discípulo de Clausewitz, que por aquel entonces era regente del centro militar berlinés.
Gracias al desempeño que Moltke fue mostrando en los diferentes destinos, consiguió entrar en el Estado Mayor del Ejército en 1833. Este nuevo estado vino acompañado de un ascenso al rango de Capitán y el acceso a la corte real.
En 1835, en un viaje por el Mediterráneo, conoció al sultán de Constantinopla, Mahmut II, quien le pidió ayuda para reformar el ejército de tierra de su país. Con el consentimiento de la corte prusiana, Moltke accedió a realizarlo. Aunque consiguió realizar una campaña exitosa en Kurdistán, la administración corrupta y las injerencias del sultán provocaron que nadie le hiciera caso en la batalla de Nizip de 1839, donde la artillería egipcia devastó las filas de la infantería otomana.
Cuando regresó a Prusia, le concedieron la medalla al mérito y fue destinado al Estado Mayor del IV Cuerpo del Ejército. Poco tiempo después, se le designó la tarea de ser ayudante personal del príncipe Enrique en Roma. Allí permaneció durante un año hasta que el príncipe murió. Regresó a Prusia y fue ascendido a General. La corte estaba contenta con la labor que Moltke había desempeñado con Enrique, por lo que le llamaron para ser ayudante personal del príncipe Federico Guillermo, quien le puso al frente del Estado Mayor para reforzar las fuerzas armadas.
El estallido de la guerra de los Ducados le permitió mostrar su gran capacidad como estratega, al entablar batallas muy rápidas que sorprendían a los enemigos. Eran similares a los Blitzkriege que emplearía en la Segunda Guerra Mundial el ejército alemán. En los dos conflictos siguientes, la guerra de las Siete Semanas en 1866 y la guerra Franco-Alemana, volvió a desplegar sus habilidades militares, hasta el punto que Otto von Bismarck quedó encantado con la forma en que había guiado al ejército.
A modo de premio por todo lo ofrecido a Prusia, se le concedió el rango de Mariscal y se le otorgó el título nobiliario de conde en 1871. Además, debido a sus méritos, se ganó una plaza como miembro vitalicio de la Cámara Alta prusiana. Siguió al frente del Estado Mayor y transformó el ejército confederado de 1870 en un verdadero ejército alemán, al cual transmitió lo esencial de la tradición militar prusiana.
En 1888, poco antes del advenimiento de Guillermo II, dimitió y optó por llevar una vida tranquila. El 24 de abril de 1891 falleció a los 90 años de edad y el país entero se sumó a un duelo nacional.