Los dinosaurios y los pterosaurios evolucionaron entre diversos antepasados

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Leopoldo Ágreda Lovera
Nací en Mérida, un estado andino de Venezuela pero me crié en Caracas la ciudad donde crecí, observando el Ávila y haciéndome las preguntas más importantes sobre la vida, la sociedad y el universo, rodeado de árboles y el sabor agridulce de toda gran ciudad. En el trayecto de mi vida, conocí las calles y sus gentes, las cuales me ayudaron a formarme un mejor criterio de la existencia humana y las ciencias sociales, para luego estudiar en la Universidad Central de Venezuela, donde me he formado como historiador y pensador social. La lectura es uno de mis grandes vínculos con el pasado y la esencia de la humanidad, ya que como dijo Descartes, leer es como tener una conversación con las grandes mentes de la historia; el ajedrez es otra de mis grandes pasiones, ya que me ha ayudado a desarrollar una mejor comprensión de la vida, que junto a la música, forman los tres pilares de mis gustos actuales. Soy familiar, amante de la naturaleza y los animales, porque en ellos ves la esencia de la filosofía y de Dios.

Los dinosaurios y los pterosaurios son algunos de los organismos extintos más populares del reino animal. De ahí la relevancia de trazar su genealogía, aún incompleta, ya que los esqueletos fósiles se van encontrando y reconstruyendo poco a poco, y a lo largo de muchos años.

A propósito, en un artículo de la revista Nature de esta semana, un grupo científico liderado por Rodrigo Müller —de la Universidade Federal de Santa Maria, São João do Polêsine de Brasil— describe un nuevo lagerpétido, un antiguo reptil precursor de los pterosaurios (los lagartos alados que convivieron con los dinosaurios y que poblaron los cielos durante unos 150 millones de años).

Este lagerpétido de unos 230 millones de años de antigüedad y procedente del Triásico, en Brasil, tenía pico y garras prominentes

Se estima que medía algo más de 1 metro de largo, con una altura de no más de 30 centímetros hasta la cadera, tenía una larga cola.

Podría haber pesado entre 4 y 8 kilogramos y, muy probablemente, podía trepar a los árboles, según infieren los paleontólogos que lo describen. A diferencia de los pterosaurios, este no era capaz de volar.

“Apenas estamos empezando a ver la verdadera cara de estos reptiles”, confiesa Müller a SINC.

Explica que “existen unas nueve especies de lagerpétidos en el mundo (incluyendo las de EE UU, Brasil, Argentina, Madagascar y Escocia)” y que “esta nueva especie” se presenta como “uno de los lagerpétidos mejor conservados”, por lo que “ofrece pistas sobre la forma y las proporciones” que tuvieron estas “pequeñas criaturas bípedas”.

El descubrimiento pone de relieve la diversidad de este antiguo grupo.

Según los científicos, se trata de una variedad tan elevada e inesperada como para señalar que el linaje del que se originaron dinosaurios y pterosaurios experimentó un primer pulso de diversificación antes del establecimiento de los reptiles más famosos de la Era Mesozoica.

Por lo tanto, a juicio de los especialistas, el éxito evolutivo de pterosaurios y dinosaurios fue el resultado de la supervivencia diferencial entre un conjunto más amplio de variación ecológica y morfológica. Sin dudas, el descubrimiento de este acontecimiento evolutivo arroja luz sobre los ecosistemas del Triásico.

Sus huellas en los herederos

Tras evolucionar en el Triásico Medio y Tardío (hace unos 235 millones de años), los dinosaurios y los pterosaurios se convirtieron en las formas de vida dominantes en la tierra y el cielo, respectivamente, durante el Jurásico (hace unos 200-145,5 millones de años) y el Cretácico (entre 145,5 y 65,5 millones de años atrás).

Descubrimientos recientes han ampliado el conocimiento sobre sus precursores, pero resulta esencial hallar material correspondiente a esa época que aún pueda proporcionar valiosa información.

Los lagerpétidos son, efectivamente, el grupo no volador conocido más cercano a los pterosaurios, aunque su registro fósil es escaso, tal como reconoce el investigador principal.

Consultado sobre las razones de esa carencia, Müller explica: “Quizás estos animales no eran tan numerosos.

Sin embargo, hay otros factores que podrían controlar el registro fósil, como el modo de vida de algunas especies, así como el tamaño de los ejemplares”.  

No obstante, sostiene, “los lagerpétidos son cada vez más comunes en el registro fósil tras intensos esfuerzos de trabajo de campo”.

La diversidad merece otro bautismo

Además de describir el esqueleto parcial bien conservado del lagerpétido encontrado, Müller y sus colegas lo han denominado Venetoraptor gassenae.

Venetoraptor combina la palabra raptor (saqueador, en latín) y la palabra Veneto, en referencia al Vale Vêneto, una localidad turística del municipio de São João do Polêsine, en Rio Grande do Sul, Brasil.

El nombre específico gassenae honra a Valserina Maria Bulegon Gassen, una de las responsables de la fundación benefactora.

Las peculiaridades del Venetoraptor son su pico y manos grandes con garras como guadañas, en forma de cimitarra (sable curvo).

Estas características sugieren que el animal estaba muy especializado en su nicho ecológico, ya que las garras podrían haber servido para ayudarlo a lidiar con las presas o los frutos duros, así como para trepar.

El inesperado pico, similar al de un ave rapaz, por su parte, precede al de los dinosaurios en aproximadamente 80 millones de años.

Como se sabe, los picos pueden tener muchas funciones además de la alimentación, entre ellas, la exhibición sexual, la vocalización y la regulación de la temperatura.

En este caso, los autores señalan que el papel y la ventaja evolutiva de un pico de este tipo en Venetoraptor no están claros.

Parentescos por descubrir

Los hallazgos muestran que los lagerpétidos eran tan diversos morfológicamente como los pterosaurios del Triásico, y más diversos morfológicamente que los dinosaurios del Triásico.

Cabe aclarar que los lagerpétidos no son familia de las actuales aves, aunque la apariencia de este animal extinto encontrado en Brasil pueda dar lugar a dudas.

“En realidad, las similitudes entre Venetoraptor y las aves son resultado de la convergencia evolutiva. En cambio, Venetoraptor está emparentado con los pterosaurios (que no son parientes de las aves)”, en palabras del autor del trabajo.

Acerca del valor de este tipo de estudios para abonar el camino de la conservación de la biodiversidad actual, Müller asegura que “investigando el pasado, podemos comprender patrones que se repiten, como las extinciones y sus posibles causas”.

Por tanto, concluye, “para mirar al futuro, necesitamos aprender del pasado”.

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