Los fuertes monzones facilitaron la dispersión de ‘Homo sapiens’ hacia Asia Oriental

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Leopoldo Ágreda Lovera
Nací en Mérida, un estado andino de Venezuela pero me crié en Caracas la ciudad donde crecí, observando el Ávila y haciéndome las preguntas más importantes sobre la vida, la sociedad y el universo, rodeado de árboles y el sabor agridulce de toda gran ciudad. En el trayecto de mi vida, conocí las calles y sus gentes, las cuales me ayudaron a formarme un mejor criterio de la existencia humana y las ciencias sociales, para luego estudiar en la Universidad Central de Venezuela, donde me he formado como historiador y pensador social. La lectura es uno de mis grandes vínculos con el pasado y la esencia de la humanidad, ya que como dijo Descartes, leer es como tener una conversación con las grandes mentes de la historia; el ajedrez es otra de mis grandes pasiones, ya que me ha ayudado a desarrollar una mejor comprensión de la vida, que junto a la música, forman los tres pilares de mis gustos actuales. Soy familiar, amante de la naturaleza y los animales, porque en ellos ves la esencia de la filosofía y de Dios.

María Martinón Torres, directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), participa en un artículo internacional publicado en la revista PNAS que demuestra que el fortalecimiento del monzón de verano asiático desempeñó un papel clave en la dispersión de Homo sapiens desde África a Asia oriental durante el último interglaciar hace entre 70.000 y 125.000-años.

Está generalmente aceptado que la variabilidad climática ha tenido un impacto fundamental en la evolución de nuestra especie y su dispersión fuera del África. Sin embargo, nuestra comprensión de la influencia hidroclimática en la dispersión temprana de Homo sapiens estaba limitada por la falta de integración de los datos paleoclimáticos y paleoantropológicos en Asia, con especial atención al efecto del monzón de verano en este continente.

“Este estudio integra nuevas reconstrucciones de alta resolución del comportamiento del monzón de verano asiático basadas en una modelización continua del hidroclima de Asia Oriental, una exhaustiva recopilación de datos de yacimientos paleoantropológicos y una simulación del hábitat de Homo sapiens que abarca los últimos 280.000 años.”, indica María Martinón Torres.

Para reconstruir la variabilidad del monzón del verano asiático durante los últimos 280.000 años, se recogieron 2.066 muestras en la Meseta de Loess en China central.

Las reconstrucciones resultantes, de una resolución sin precedentes, sugieren que la variabilidad del monzón de verano asiático responde a la acción combinada de cambios en la insolación, el volumen de hielo y la concentración de gases de efecto invernadero.

«Cuando integramos las reconstrucciones paleoclimáticas con la recopilación de datos paleoantropológicos en Asia, descubrimos, para nuestra sorpresa, que nuestra especie se dispersó por Asia Oriental al mismo tiempo que se fortalecía el monzón de verano asiático. Esto sugiere que el paleomonzón ha jugado un papel importante en la dispersión temprana de Homo sapiens de África a Asia Oriental», afirma Hong Ao, autor principal del estudio y profesor del Instituto de Medio Ambiente Terrestre de la Academia China de Ciencias.

La idea de que el clima condiciona las dispersiones de los homínidos no es nueva, pero generalmente lo asociamos a cambios de temperatura. Ahora podemos añadir a esa ecuación la lluvia, como factor que favorece el asentamiento de nuestra especie en nuevos territorios”, concluye María Martinón Torres.

Cambios en el hábitat

Para aportar más pruebas cuantitativas de los efectos climáticos en las dispersiones de Homo sapiens, Jiaoyang Ruan, otro de los coautores, investigador del Centro de Física del Clima (ICCP) del IBS (Corea del Sur), analizó simulaciones informáticas de hábitats de Homo sapiens y descubrió que la ocupación de Asia Orientalera coherente con un aumento transcontinental de la idoneidad simulada del hábitat.

Por su parte, Thibaut Caley, coautor del estudio y paleoclimatólogo de la Universidad de Burdeos (Francia) considera que «en contraste con el fortalecimiento de los monzones de verano asiáticos, el clima en amplias zonas del sudeste africano se deterioró durante el último interglaciar. Es posible que los cambios hidroclimáticos en ambos continentes hayan actuado conjuntamente, estimulando nuestra salida de África y adentramiento en Asia Oriental».

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