Los individuos que yacen en las tumbas de Tarim en China, han llevado a numerosas especulaciones sobre sus orígenes, entre la que destaca su origen occidental llevando cultura e innovaciones a China, sin embargo, esta interpretación ha quedado refutada gracias al estudio del ADN.
El entierro se descubrió en 1990 y sorprendió a los investigadores, ya que se trataba de un entierro con tumbas en forma de barco, los cuales estaban cubiertos con pieles de vaca y poseían numerosos restos agrícolas, como cebada, queso, trigo, etc.
Los investigadores decidieron analizar 13 restos humanos que estaban en excelente estado de conservación, debido a la sequedad del desierto que resguardó muy bien los cuerpos, observándose su cabello rubio y sus ropajes de fieltro con zapatos de lana.
A pesar de que siempre se creyó que provenían de occidente, la verdad es que el estudio demostró que eran originarios de la misma localidad con una ascendencia genética distinta a la mayoría.
Los investigadores señalan que es una comunidad perdida de Eurasia, que además de dejar una prolífera ascendencia en Asia, también se relacionaron con los primeros habitantes de América.
Entre estas prácticas se encuentra la cosecha de determinados cereales, sistemas de riego, etc., aunque la más destacada es la práctica funeraria observada en el lugar, ya que no tiene parangón con otras culturas vecinas, sino quizás, con el mundo vikingo que vino después.