Vasa escaria es el nombre que dieron los romanos a un conjunto de recipientes y utensilios que usaban en la mesa a la hora de la comida.
Era parte del menaje familiar y una de las posesiones que más valor tenían para los miembros que la conformaban.
Existen diferentes autores de la Roma antigua que escribieron sobre el significado que tenía la vasa escaria en la sociedad de ese entonces. “Me gusta la pesada plata de mi rústico padre sin el nombre del artífice”, decía Séneca, romano nacido en el año IV a.C.
Al inicio, las vajillas que se usaban estaban fabricadas de materiales sencillos como madera y cerámica, fáciles de encontrar en los pueblos campesinos del imperio.
Las vasijas de cerámica, al ser fabricadas en todo el territorio y ser económicamente accesibles, rápidamente se convirtieron en las favoritas a la hora del almuerzo, sin embargo, se podía apreciar la diferencia en las clases sociales, pues mientras la clase trabajadora usaba utensilios de producciones más sencillas, en los clanes burgueses el tipo de loza era más fina.
En el siglo II a.C. la fusión de culturas era algo habitual. Las influencias griegas y orientales transformaron la manera en la que se preparaban los alimentos. Ahora existían más porciones de comida que requerían una mayor cantidad de cubiertos, de los cuales muchos eran heredados del mundo helenístico, añadiendo nuevos diseños y formas.
Mientras aumentaban las guerras por la conquista del mediterraneo central y el declive cultural que sufrieron los romanos, aparecen las cerámicas de barniz negro.
Durante el gobierno de Augusto, la producción de cerámica fina sufre un cambio drástico. Se empieza a producir porcelana terra sigillatas, la aretina. Esta fue llamada así debido a los patrones que se dibujaban en la elaboración, incluyendo el nombre del fabricante, y un color rojo coral brillante.
Con la llegada del cristianismo, muchos pensadores empezaron a ver con malos ojos el uso del lujo en los enseres del hogar. Algunos seguidores repartieron su colección de vasa escaria entre los más necesitados, sin embargo su elaboración continuó.
Después de la desaparición oficial del Imperio Romano y su posterior separación entre el Imperio Romano de Oriente y el Imperio Bizantino, no hubo grandes avances o cambios en los cubiertos. Se continuó con los modelos de la Roma Clásica.
Los romanos valoraban la estética del hogar probablemente de la misma manera en la que ciertos grupos sociales lo hace ahora.
En la sociedad contemporánea aún se mantiene el interés por la calidad de las vajillas, incluso, según la redacción de Eldulcehogar.es, las vajillas de marcas como Flora Danica, Herend, Spode y Wedgwood van desde los 500 dólares hasta los 50.000.
Este dato nos confirma que las vajillas continúan representando valores ligados a la elegancia y la posición tanto económica como social.