Biografía de Talleyrand, ¿héroe o villano?

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Víctor Muñoz Fernández
Apasionado por la Historia, es licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual. Desde pequeño le encantaba la Historia y acabó por explorar sobre todo los siglos XVIII, XIX y XX.

Charles Maurice de Talleyrand fue uno de los políticos más brillantes de Francia y de Europa. Considerado por algunos un traidor y por otros un héroe, fue capaz de estar presente durante los distintos gobiernos franceses que hubo desde Luis XVI hasta Luis Felipe I. Fiel consejero de Napoleón, fue uno de los principales promotores de su caída. Sin embargo, Talleyrand consiguió grandes éxitos diplomáticos que garantizaron la paz, así como éxitos políticos en Francia que beneficiaron al liberalismo.

Charles Maurice de Talleyrand
Charles Maurice de Talleyrand

Nació el 2 de febrero de 1754 en París el seno de una de las familias más poderosas y prestigiosas del país galo. El joven Talleyrand aprendió las costumbres y las formas más refinadas de la alta sociedad francesa, entre las que hay que destacar la calma y sofisticación, conceptos que aplicó durante toda su vida. Aunque se esperaba de él que fuese un destacado militar, la enfermedad que padecía le acabó llevando a la vía eclesiástica. Era una vida bastante tranquila, pero perdió la mayoría de sus derechos y los títulos nobiliarios que se supone que debería heredar.

En 1779 se ordenó como sacerdote y obtuvo la licenciatura en teología de la Sorbona. Tan solo un año después, Talleyrand fue nombrado Agente General del Clero de Francia, cargo equiparable al de ministro en la vida civil. Su tarea consistía en defender y administrar los bienes de la iglesia frente a los intereses de Luis XVI. Es por eso por lo que en 1789 le nombraron obispo de Autun y diputado del clero para los Estados Generales. Talleyrand gozaba de una gran reputación que había conseguido gracias a la excelente y brillante gestión que realizó en los cargos eclesiásticos.

Conforme fue ejerciendo cargos públicos, fue moldeando su mentalidad hacia ideales liberales. Tanto es así que apoyó al sector revolucionario del Tercer Estado y en la Asamblea Constituyente preconizó la entrega a la nación de los bienes eclesiásticos. A lo largo de la Revolución Francesa, apoyó la constitución civil del clero y acabó abandonando el estado eclesiástico para centrarse en su carrera como político y diplomático.

Esto es lo que le llevó a ser Embajador de Francia en Londres en 1792. Su misión era la de informar a monarquía británica de la actualidad revolucionaria del gobierno francés. En julio de ese mismo año, regresó al país galo pero, anticipando el Terror de Robespierre, partió de nuevo a Gran Bretaña. Sin embargo, en 1794 fue expulsado, así que se trasladó a los Estados Unidos. Allí hizo una considerable fortuna gracias al sector financiero y de bienes raíces.

La caída de Robespierre y del régimen del Terror que había instaurado, posibilitó que Talleyrand regresase en 1796 a Francia. Aprovechó la caótica situación política de país para convertirse en ministro de Relaciones Exteriores del Directorio entre 1797 y 1799. Viendo la decadencia en la que estaba el gobierno, contribuyó al golpe de Brumario y obtuvo, de nuevo, la cartera de exteriores.

Talleyrand fue un fiel servidor de Napoleón, quien le nombró Gran Chambelán, príncipe de Benevento y Vice-Elector. No obstante, una serie de acontecimientos, como la ruptura de las relaciones con Austria o la campaña rusa, hicieron que presentase su dimisión, aunque siguió conservando los títulos, concesiones y reconocimientos del Imperio.

Después de Conferencia de Erfurt en 1809, en la que se pretendía cambiar el orden político europeo, mantuvo un doble juego que le costó caer en desgracia. Por un lado, informaba a Alejandro I de todos los movimientos del emperador, pero por otro aconsejaba a este en tareas políticas. El resultado fue que Napoleón le descubrió y realizó un juico público contra él. Talleyrand se defendió de forma sublime y dejó en evidencia al mandatario francés.

En vísperas de la abdicación de Napoleón, a cuya caída contribuyó intensamente, Talleyrand se convirtió en jefe del gobierno provisional en abril de 1814 hasta el regreso de Luis XVIII. Este le nombró ministro de Asuntos Exteriores y plenipotenciario francés en el Congreso de Viena, donde sacó provecho de las diferencias entre los aliados en favor de Francia. Se presuponía que los galos iban a ser sancionados de forma muy potente por parte de las potencias europeas, pero lo cierto es que la destreza manipulativa y política de Talleyrand evitó sanciones hacia Francia y, de hecho, la alzó como potencia.

Después de Waterloo y, de nuevo, siendo jefe del gobierno en julio de 1815, Talleyrand tuvo que dimitir el 23 de septiembre. Al final de la Restauración, pasó a la oposición liberal e intervino en el establecimiento de la monarquía de julio. Luis-Felipe le nombró embajador en Londres entre 1830 y 1834, puesto en el que Talleyrand consiguió el mayor éxito de la diplomacia europea: alinear a España, Portugal, Francia y Gran Bretaña en una misma alianza.

A partir de entonces, se retiró para reconciliarse con la iglesia y permaneció en su castillo hasta su muerte el 17 de mayo de 1838. Dejó tras de sí un legado muy discutido por los franceses. Unos piensan que fue un héroe que sólo trabajaba en beneficio del país, mientras que otros le ven como un político traicionero, que lo hacía todo para conseguir lograr sus objetivos.

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1 comentario

  1. tayllerand muy inteligente,una vez vio Napoleon que Tayllerand que era cojo se apoyaba en FOUCHE para caminar y NAPOLEON djo ahi el crimen apoyado en la maldad

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